El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, busca forzar una respuesta europea al problema de los yihadistas, pero el ‘viejo continente’ no tiene un protocolo común para saldar la situación, reseñó El Mundo.
El Político
El reportero Luis Miquel Hurtado reseña que Edogan hacía torpes aspavientos. Observaba azorado a los periodistas que lo grababan a través de la verja. Estuvo atrapado cuatro días en tierra de nadie. Turquía había expulsado el lunes pasado a Mohamed Darwish B., un ciudadano estadounidense vinculado al Estado Islámico, a través de su frontera terrestre con Grecia. Atenas rechazó su entrada, y Darwish acabó en un limbo literal hasta que EEUU, presionado por aquella escena, accedió a hacerse cargo de él y Turquía lo envió por avión de vuelta a casa.
Dicho incidente fue protagonizado por el primero de una lista de al menos 959 miembros del grupo armado también conocido como Daesh o ISIS, que obra en manos turcas. La integran presuntos yihadistas que antaño partieron de sus respectivos países rumbo al hoy extinto pseudocalifato del difunto Abu Bakr al Bagdadi, y que han acabado en manos turcas tras ser arrestados en suelo turco, o se hallan entre los 300 capturados en el marco de la reciente operación Manantial de Paz, en el norte de Siria.
Entre ellos hay 273 sirios y 296 iraquíes, pero también occidentales: 17 alemanes, 99 rusos, dos austriacos, dos daneses, un británico o dos franceses. "Esto no es un hotel", ha dicho Turquía, que lleva semanas protestando por las reticencias de sus socios europeos a cooperar admitiendo a sus nacionales. Una prolongación de la situación que afrontan los kurdos de Siria, cuyas cárceles siguen atestadas con 12.000 sospechosos de pertenencia al Daesh, 800 de ellos europeos.
La presión turca parece surtir efecto. El pasado jueves se anunció que Londres y París habían accedido a la repatriación de un británico y siete galos, y que los trámites estaban en camino. El ministro del Interior turco, Süleyman Soylu, agradeció además a Alemania y Holanda su luz verde. "Ayer por la noche, confirmaron que se traerán de vuelta a los terroristas del Daesh que sean ciudadanos de sus países y a sus mujeres, niños y todos los demás", celebró.
Las devoluciones ya realizadas y las que son inminentes no serán las primeras desde la aparición del IS -Turquía ha deportado anteriormente a unos 7.500 sospechosos-, pero sí inauguran una nueva fase con la que Ankara busca forzar una respuesta europea amplia al problema de los yihadistas extranjeros. Al menos 1.149 languidecen en prisiones turcas, según el presidente Recep Tayyip Erdogan. En las últimas semanas, la policía turca ha detenido a decenas de presuntos extremistas en una serie de redadas por todo el país.
No hay un protocolo europeo común frente al reto que suponen estos miles de ciudadanos. No mejora la situación, reconocen Turquía y la mayoría de expertos, la decisión de países como Holanda, de revocar la nacionalidad de algunos de sus extremistas, pues abre la puerta a una nueva batalla legal. "Nos dicen que [los yihadistas] deben ser juzgados en los países donde se hallan. Debe de tratarse de una nueva ley internacional, diría… es inaceptable", ha ironizado amargamente el titular de Interior turco.
Fuente: El Mundo