El golpe que implicó el cierre de la economía china durante la pandemia, la crisis del mercado inmobiliario y los excesivos controles del régimen sobre las empresas están provocando la preocupación y huida de los millonarios, dejando a Xi Jinping solo con sus medias autoritarias y nocivas.
El Político
Las personas más adineradas consiguen la manera de sacar sus fortunas de China por medio de distintas formas, ya sea comprando piezas de oro pequeñas que terminan esparciendo en sus equipajes cuando viajan, adquiriendo propiedades en Japón y Singapur o resguardando dinero en cuentas bancarias de Estados Unidos o Europa. Es que a medida que pasa el tiempo, surgen nuevas formas de proteger sus patrimonios de las garras del comunismo chino.
Como consecuencia, se volvió común ver a chinos de clase alta comprar apartamentos en Tokio por unos tres millones de dólares o más. Todo lo pagan en fajos de efectivo, según el testimonio que ofreció a The New York Times el director ejecutivo de una empresa de bienes raíces. De acuerdo con esa investigación, antes adquirían inmuebles tipo estudio por unos 330.000 dólares o menos para alquilar. “Ahora están comprando unidades mucho más grandes y obteniendo visas de inversión para reubicar a sus familias”.
Xi Jinping ahuyenta a los empresarios
Aunque el régimen comunista chino diga que la situación es “manejable”, las cifras muestran otra cosa. La estimación es que solamente este año han salido del país unos 50000 millones de dólares de la mano de hogares y de empresas del sector privado. Entonces, es probable que desde Pekín vean la tendencia con preocupación.
En otras palabras, Xi Jinping está recogiendo la siembra de su totalitarismo, en sus ansias de convertir a China en la mayor potencia mundial por encima de EE. UU. y mantener al mismo tiempo su “socialismo con características chinas”. Esa ambición hoy desencadena un enorme lista de consecuencias: jóvenes que huyen a otros países para no ser adoctrinados, una población cada vez más envejecida por la fracasada política de un solo hijo, e incluso la devaluación del renminbi (moneda oficial) a su nivel más bajo en los últimos 16 años, solo por mencionar algunas.
Las grandes empresas y los consumidores vienen desde hace meses perdiendo confianza en el régimen. Al dar prioridad a las compañías estatales, aquellas que son independientes y más poderosas como Ant Group, la empresa de tecnología financiera mejor valorada del mundo, han tenido que arrodillarse. El régimen frenó la salida de esa empresa a la bolsa y su CEO, Jack Ma, tuvo que ceder el mando. Otra historia es la de Bao Fan, un magnate chino que desapareció misteriosamente en febrero de este año. La población del gigante asiático ve todo lo que ocurre y eso explica por qué huyen en masa los que tienen mayor poder adquisitivo.
Éxodo de millonarios
Que los ciudadanos chinos millonarios saquen su dinero del país no es algo nuevo. Hace dos años, cuando Xi Jinping mencionó su intención de “cumplir la visión marxista de prosperidad común”, despertó suficientes temores. En ese momento, Singapur se convirtió en el refugio ideal de muchas fortunas usando “oficinas familiares”, empresas privadas que gestionan las inversiones y patrimonio de familias adineradas y que requerían al menos cinco millones de dólares para funcionar.
Si hablamos de este año, se estima que un total de 13500 personas de alto patrimonio salgan de China para no volver, según la consultora de migración de inversiones Henley & Partners. Es decir, ciudadanos con más de un millón de dólares en riqueza invertible.
Si bien se calcula que el país tiene 823.800 millonarios, “la tendencia a la emigración podría hacer que los que se van lleven consigo millones de dólares, lo que podría empeorar la fuerte desaceleración económica de China”, indicó Nikkei Asia en junio pasado. Entonces, Xi Jinping tiene muchos problemas que resolver antes de acabar con la “hegemonía” que tanto le critica a Estados Unidos.
con información de PanamPost.