Un incremento de medio punto porcentual en la tasa de referencia implementó la Reserva Federal (Fed) de los Estados Unidos. Y aunque el incremento era el esperado por el mercado, el ente financiero gubernamental dijo que continuará subiendo los tipos de interés y los llevará por encima de 5%.
El Político
El banco central estadounidense, llevó sus tasas a 4,25-4,50% por decisión unánime, aumentó su pronóstico de inflación para 2023 a 3,1% contra 2,8% de su proyección anterior. También redujo su previsión de crecimiento del PIB para la mayor potencia mundial el año próximo, a 0,5% frente a 1,2%, según el comunicado oficial.
Sin sorpresas
No hubo sorpresas, ya que el Comité Federal de Mercado Abierto aumentó la tasa en 50 puntos básicos a 4,25%-4,50%, y redujo los aumentos de 75 pb de sus cuatro reuniones anteriores.
El mercado financiero recibió la noticia con interés, pero está consciente que la Fed ahora ve que el rango objetivo de los fondos federales aumentará al 5,1% el próximo año, un nivel visto por última vez en 2007, en comparación con el 4,6% en la proyección de septiembre del banco central.
"Tenemos que ser honestos con nosotros mismos en cuanto a que hay inflación. La inflación subyacente de 12 meses es del 6 % del IPC. Eso es tres veces nuestro objetivo del 2 %. Ahora es bueno ver el progreso, pero entendamos que tenemos un largo camino por recorrer para volver a la estabilidad de precios", dijo el presidente de la Fed, Jerome Powell.
"No creo que nadie sepa si vamos a tener una recesión o no y, si la tenemos, si será profunda o no. Es solo que no se puede saber… El registro histórico advierte firmemente en contra de relajar prematuramente la política. Mantendremos el rumbo, hasta que el trabajo esté terminado".
Índices retroceden
Los principales índices bursátiles de EE. UU. retrocedieron tras el anuncio, borrando las ganancias de antes en la sesión. Al final del día, el Nasdaq cayó un 0,8 % , el S&P 500 y el Dow Jones cayeron un 0,6 % y un 0,4 % , respectivamente.
Las subidas de tipos son complicadas en el sentido de que los responsables de la política monetaria pueden no saber hasta dentro de un año si han endurecido demasiado o no lo suficiente (los economistas llaman a esos efectos retrasos prolongados y variables).