Recientemente, se han descubierto fosas comunes en Siria que podrían contener hasta 100,000 cuerpos de víctimas del régimen de Bashar al-Assad.
Este hallazgo se produce tras la caída del régimen y ha permitido a los sirios comenzar a desenterrar los restos de aquellos que fueron desaparecidos y asesinados durante años de conflicto.
Mouaz Moustafa, director del Syrian Emergency Task Force (SETF), ha señalado que muchos de estos cuerpos presentan signos de tortura. Los sepultureros han informado que entre 2012 y 2018, camiones transportaban regularmente cadáveres a estas fosas, lo que sugiere una magnitud alarmante de las atrocidades cometidas.
“Todo lo que me mandaban, tenía que enterrar”, dice Haj Ali Saleh, un ex alcalde de la ciudad que todavía vive allí. Renunció en 2012 y las autoridades lo detuvieron brevemente tras negarse a seguir las órdenes de construir una fosa común.
En los últimos años, las organizaciones de derechos humanos han utilizado imágenes satelitales para determinar que había una fosa común en las afueras de al-Qutayfa. No pudieron decir nada definitivo sobre el número de cuerpos que contenía. En los años siguientes, el régimen intentó borrar sus huellas. Los residentes describen camiones que llegaban para exhumar los cuerpos, trasladando tal vez miles a otros lugares. Un hedor nauseabundo envolvía la ciudad cuando los camiones desenterraban las tumbas. “Todos en el pueblo sabían lo que estaban haciendo”, dice un granjero que vivía cerca.
Después de más de una década de guerra, millones de sirios tienen familiares desaparecidos. Un puñado de sobrevivientes han salido cojeando de las cárceles del régimen en las últimas semanas, pero para muchos, la única esperanza de respuestas radica en las fosas comunes que se están descubriendo en todo el país. Ali Schwaat es un granjero de Al-Qutayfa que trabajó a solo unos cientos de metros del lugar de la fosa durante más de una década. “La madre de un muerto puede dormir”, dice, “pero la madre de un hijo desaparecido nunca lo hará”.