Tiene once años pero para su mamá “es un viejito”, “el Profe” como le decían sus compañeritos y maestras de escuela, el que desde pequeño hablaba con palabras que los niños no usaban, el que opinaba de temas sobre los que los chiquillos de su edad por lo general no se ocupaban.
–¿A cuenta de qué vas a mezclar tus dibujos con política?– le preguntó su madre sorprendida al ver el giro que advertía con esas elocuentes frases que rebosaban de actualidad.
–Es que ahora me gusta la caricatura– respondió.
–¡Sigue haciendo lo tuyo, tus dibujos de animalitos, de cangrejitos, de pececitos!– le replicó.
Pero Gabriel Moncada González o simplemente Gabo, nombre con el que desde pequeño le llaman y que adoptó como firma, sabía muy bien lo que quería. “Le rogué a mi mamá que subiera mi caricatura a Facebook y vi que a la gente le gustó. Así que empecé a hacer más con la esperanza de que alguien importante las publicara”.
El 23 de diciembre del año pasado le llegó por anticipado su regalo navideño cuando el portal Te Lo Cuento News comenzó a difundir sus caricaturas, precisamente una de un pino en el que en lo alto, inalcanzable, figuraba un pavo y no una estrella de Navidad.
“Me gustan las caricaturas porque son una forma de denuncia con ese toque gracioso que lo suaviza todo. Mi objetivo es que la gente reflexione sobre lo que está pasando en Venezuela y se dé cuenta de que aquí no la estamos pasando bien, que hay problemas muy graves como la falta de medicinas, la escasez de alimentos, hay niños que se están muriendo de hambre en este momento, la juventud del país está emigrando porque aquí realmente no tiene futuro”, dice Gabo en esta su primera entrevista.
Como la mayoría de los niños venezolanos, su cotidianidad se ha visto afectada por la crisis. “Antes, cuando tenía 7 u 8 años, solíamos ir a restaurantes, a pasear por allí, pero eso ya no se puede porque muchas cosas se han puesto casi impagables, ni siquiera puedes salir a caminar al parque a las 5, a las 6 de la tarde, ya que se hace de noche y la delincuencia es extrema. En mi salón de clase, tres amigos se han ido del país y hace poco tiempo dos de mis primas emigraron a Miami”.
Las 28.479 muertes violentas que de acuerdo con el Observatorio Venezolano de Violencia ocurrieron en 2016, convirtiendo a Venezuela en el segundo país del mundo con la mayor violencia letal, es una realidad a voces que como un fantasma aterrador persigue a los venezolanos.
Dar la vuelta y ver más allá
“Esto ha traspasado todo, ya no hay disimulo posible. Por más que uno quiera mantenerlos ajenos a una realidad tan cruda, es muy difícil. Cuando en una casa no hay qué comer, los niños se enteran, y eso está pasando en todos los hogares; cuando hay inseguridad en el barrio, ellos lo ven. Los niños saben lo que está pasando, les afecta su vida diaria, porque si antes iban al cine, ahora ya no; si antes estrenaban uniforme para empezar el año escolar, ahora no, además del estrés, de la angustia de los padres”, ahonda su madre, la periodista venezolana Cecilia González, de quien Gabo afirma haber heredado “ese don de investigar, de dar a conocer las cosas que están pasando”.
Venezuela tiene la inflación más alta del mundo, proyectada por el Fondo Monetario Internacional en 720% para 2017. El billete de más alta denominación equivale a menos de un euro según la cotización del mercado paralelo y a unos 5 euros en el mercado oficial.
Cuando se vive en una suerte de mundo al revés, como destaca González, no es fácil ser la mamá de un niño caricaturista. “Él siempre ve las cosas más allá, dándole la vuelta a todo, buscando dónde está la idea para la próxima caricatura. Entonces, termina indagando, haciendo miles de preguntas sobre cosas que los niños muchas veces a esa edad no preguntan, de la vida política, de lo que no debería ser y está pasando en el país. Y uno tiene que buscar la forma de darle respuesta a asuntos tan duros, tan crueles, como lo es la violación de derechos humanos o la existencia de presos políticos. Son cosas difíciles que los niños no deberían estar viendo ni viviendo”.
En Venezuela el número de presos políticos asciende a 590, de acuerdo con la ONG Foro Penal Venezolano en su informe de agosto de 2017. Frente a la escalada de violaciones a los derechos humanos, el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, con la ayuda del ex fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI), Luis Moreno Ocampo, trabaja conjuntamente con expertos independientes para determinar si hay elementos suficientes para llevar al gobierno de Nicolás Maduro ante la CPI por crímenes de lesa humanidad.
Trazos de hambre
Gabo sabe decir las cosas que quizá muchas veces la gente no logra entender de otra manera, asegura quien se considera su mamá artística. “Te Lo Cuento News es un medio de oportunidades. Tener al caricaturista más joven de Venezuela es un lujo. Sus caricaturas son de calidad, no tiene nada que envidiarle a los de avanzada trayectoria. Las ha ido mejorando, en sus líneas, sus colores”, afirma la directora de la página web, María José Ramírez, una periodista venezolana radicada en Estados Unidos.
Con su ingenio, sus pueriles trazos abordan desde la delincuencia hasta la inflación, pasando por la injusticia, la escasez de productos básicos, el hambre, la crisis en general.
“¿Y la comida? Nos la quitaron”, se preguntan las ratas al ver unas manos humanas hurgando entre los desechos en una de sus más recientes caricaturas. “Tristemente, cerca de donde yo vivo y en toda la ciudad de Caracas tú ves gente comiendo de la basura de lo difícil que está la situación. Sólo ponte a pensar, esa gente no tiene dinero para comprar un kilo de auyama o un pan, claro, si es que lo consigue”, cuenta Gabo.
La carestía y la falta de alimentos es una realidad de la que es difícil apartar la mirada. Son necesarios 15 salarios mínimos para comprar la canasta básica de alimentos. Que la población y sobre todo los niños pierdan peso y hasta talla es una señal inequívoca.
La fundación Caritas Venezuela ha encendido la alerta con el Monitoreo de la Situación Nutricional en Niños Menores de 5 años pues entre abril y agosto de 2017 en 68% de los evaluados se registró algún grado de déficit nutricional o riesgo de padecerlo.
El comunismo como plaga
En otra de sus caricaturas aparece el Aedes aegypti, el mosquito transmisor del zika, el dengue y la chikungunya, junto a una frase: “Aedes comunismus. El animal más nocivo del mundo. ¡Cuídate!”.
“En mi escuela habíamos hablado de enfermedades como el dengue, el zika; entonces, creo que escuché un comentario de que el comunismo es una enfermedad y allí me vino a la mente esa idea. Como recién había dibujado un mosquito para el trabajo de la escuela, pues no se me hizo nada difícil”, explica.
El comunismo, una palabra con resonancias muy grandes en boca, o más bien trazo, de un niño todavía. “Para mí es una ideología que dice que nadie tiene derecho a tener más que el otro, pero eso en realidad no es a así. Si una persona se faja (dedica intensamente) estudiando, hace un posgrado de 5 años y consigue un buen empleo, tiene derecho a tener mucho más que el flojo que no ha hecho nada en toda su vida”.
Todo le sirve de material para sus caricaturas. “Vi un programa de la evolución humana y me puse a pensar: se supone que la evolución es para mejorar una especie y con Maduro no parece que haya pasado eso”.
Una mascota o 2,5 kilos de carne
Pero ¿cómo es su proceso creativo, es decir, cómo surge la idea y le da forma, la plasma? “Antes de hacer una caricatura, yo suelo ver las noticias para enterarme de lo que está pasando. Después me pongo a pensar hasta que me llega la idea. De vez en cuando me llega así, de repente, o la veo en mi vida cotidiana, aunque en realidad no tengo que pensar mucho ya que con este gobierno todos los días hay material para caricaturas”, dice este aficionado al dibujo y la lectura.
Frente al llamado Plan Conejo que Maduro junto a su gabinete expuso recién al país entre sorna al afirmar que este animal no es una mascota, sino “dos kilos y medio de carne con alta proteína y sin colesterol”, para introducir su cría y su consumo en la dieta de los venezolanos, Gabo se resiste y ha dibujado a un imaginario Copito acompañado de un “yo era feliz como mascota y ahora los rojos dicen que soy comida”. Sabe que hay gente que lo ingiere pues forma parte de su cultura, pero “en lo personal lo veo como una mascotita, yo no podría comerme un conejo”, confiesa quien el próximo 12 de octubre cumplirá 12 años.
De sus cerca de 40 caricaturas, que se publican cada viernes en la sección “Así lo mira Gabo” en Te Lo Cuento News, esa es su favorita, quizá porque supo que la retuiteó el artista plástico y humorista gráfico venezolano Eduardo Sanabria, mejor conocido como Edo.
“Antes, cuando comprábamos periódicos, siempre venía una caricatura y a mí me encantaba verlas, me divertían mucho. Eran graciosas, pero te pones a pensar y son una denuncia, tocan de una forma casi perfecta un tema bastante triste en realidad”, señala Gabo.
Fue gracias a la obra de Rayma, Edo y Weil, caricaturistas de los principales medios venezolanos que hoy se han visto en la necesidad de emigrar de su país, como se interesó por el humorismo gráfico.
“Desde que llegó Hugo Chávez al poder el tema político impregnó todo el país y ahora con Nicolás Maduro más, y este muchacho no se ha escapado a eso. Tiene madera, de verdad que sí. Dibuja bastante bien para su edad”, comenta Edo.
Y es que le sorprende que un niño de 11 años tenga el tema del humor gráfico político tan claro. “A diferencia de uno cuando tenía su edad, él está imbuido en todas las redes sociales y sabe que hay muchas caricaturistas que hacen humor político, entonces tiene ese camino más claro. Los tiempos han cambiado, las redes te dan esta oportunidad de expresar tu opinión, que hace muchos años si no eras un Zapata (artista plástico y caricaturista venezolano emblema ya fallecido) era más difícil. Las redes son una bendición”.
Un pasatiempo que da vida
Pero ¿de dónde proviene la fijación de Gabo en la política? “Me interesa porque esas pocas personas importantes son las que tienen que encargarse de dar una buena calidad de vida a todas las personas de un país”, responde.
Lo primero que se le ocurre es el dibujo, antes que la frase que lo acompaña. “Cuando tengo la idea, me tardo como 40 minutos. A la semana suelo hacer una o dos caricaturas, inclusive tres si me inspiro. Sé que no soy el mejor dibujante del mundo, pero cuando dibujo siento que le doy vida a lo que estoy pensando, porque primero viene el lápiz y después el color”. Sus padres, según dice, son su control de calidad.
¿Y cómo quisiera que fuera su país?, ¿cuál es la Venezuela que Gabo imagina? “A mí me gustaría una Venezuela próspera, libre, con un buen gobierno, con un bolívar que valga algo, donde pueda salir a las calles sin miedo a que te roben o inclusive te quiten la vida, donde no te puedas morir de hambre, donde los anaqueles de las tiendas siempre estén llenos y la gente siempre esté feliz porque lo tiene todo”.
Frente a la ineludible pregunta sobre qué le gustaría ser cuando sea grande, contesta sin titubear que biólogo marino. “Las caricaturas creo que me las voy a tomar como un hobbyo quizá como un segundo empleo, nadie sabe”.
Vía theobjective