Sin ayuda de la comunidad internacional será imposible superar el hambre y la violencia en un país aislado, sin producción y sin fuentes de riqueza. Al borde de una crisis humanitaria los jóvenes haitianos exigen la renuncia del presidente Jovenel Moise, quien cumple dos años en el poder y está implicado en un grave caso de corrupción.
El Político
Los reflectores del mundo están apuntando a otros lados de América; Amazonía, Perú, Ecuador, Argentina, Bolivia o Chile y a este país pionero en la lucha por la independencia nadie lo ve, tal vez y precisamente por eso. En Las venas abiertas de América Latina el escritor uruguayo Eduardo Galeano afirmó que Haití “nació en ruinas y no se recuperó jamás”.
En medio de la anarquía un grupo de organizaciones sociales y religiosas y la oposición tradicional tratan de conducir la furia popular hacia un espacio en el que pueda abrirse paso un proyecto nacional capaz de dar respuestas eficientes a la persistente crisis política, económica y social.
“Estamos viendo una rebelión de las masas en la que no hay líderes claros”, dice a Proceso el politólogo y economista haitiano Joseph Harold Pierre.
Ya son más de dos semanas de manifestaciones, bloqueos de calles y carreteras, de negocios y automóviles que arden en llamas y de violencia. La oposición habla de 50 muertos.
“Hay mucha tensión y siguen las protestas. Esto va a continuar porque la gente está muy inconforme con el gobierno y quiere la renuncia del presidente”, dice vía telefónica, desde Puerto Príncipe, el director ejecutivo de la Red Nacional para la Defensa de los Derechos Humanos, Pierre Esperance.
De acuerdo con el activista, “la violencia está latente y probablemente crecerá, porque el gobierno está enfrentando a balazos y con represión las manifestaciones”.
Esperance relata que en las principales ciudades hay barricadas de jóvenes y niños que cierran vías con llantas encendidas, lo que dificulta el abasto de productos de primera necesidad.
La Oficina de Protección Ciudadana reportó que en distintas áreas del país no hay agua, alimentos ni atención médica y que muchas embarazadas se ven obligadas a dar a luz en sus viviendas.
La protesta estalló el jueves 7, día en el que se cumplieron dos años de la llegada de Moise a la Presidencia y 33 del fin de la dictadura de Jean-Claude Duvalier. Y las movilizaciones y disturbios mantuvieron paralizado al país hasta el domingo 17 y se han reactivado
Durante 11 días permanecieron cerrados comercios, escuelas, oficinas públicas, gasolinerías, el transporte público y varios hospitales. La gente se refugió en sus casas.
Un símbolo de la parálisis nacional fue la salida de circulación, durante ese periodo, del diario Le Nouvelliste, el mayor del país, que se volvió a imprimir hasta el lunes 18.
Haití se quema
“Haití está en ebullición y en cualquier momento se puede incendiar. La gente está cansada y hay muchas demandas insatisfechas que avivan el fuego de las protestan”, asegura Esperance.
Se han encontrado evidencia de la participación de mercenarios para reprimir manifestaciones, los detenidos norteamericanos alegaron que estaban en funciones de custodia a empresarios. El cese de “la intromisión” de Washington en los asuntos internos de Haití se incorporó como una demanda más en las movilizaciones callejeras.
El gobierno de Moise cuenta hasta ahora con el respaldo de Washington y un cauteloso apoyo del Core Group, integrado por un representante de la ONU, un delegado de la OEA y los embajadores de Alemania, Brasil, Canadá, España, Francia y Estados Unidos.
Nación en ruinas
Según todos los estudiosos del tema, el drama de la nación caribeña tiene su origen en su Independencia, consumada en 1804 por un ejército de esclavos de origen africano tras una sangrienta guerra contra los colonizadores franceses.
Ha pasado por dictaduras militares, invasiones extranjeras, masacres, epidemias y desastres naturales, como el terremoto del 12 de enero de 2010, que dejó 222 mil muertos y pérdidas materiales superiores al PIB de un año, y el huracán Matthew, de octubre de 2016, que provocó 600 muertes y daños equivalentes al presupuesto público anual.
Esta suma de tragedias ha hecho de Haití, país que comparte la isla La Española con la República Dominicana, el más pobre del hemisferio occidental. Mientras República Dominicana encontró las vías para mejorar sus ingresos, Haití se hunde y muere de hambre ante la indiferencia del mundo.
Según un estudio de la ONU realizado en 2012, 59% de la población vivía en la pobreza y el 24% en la extrema pobreza. Organizaciones humanitarias estiman que hoy, ocho de cada 10 haitianos son pobres y tres de cada 10 son extremadamente pobres. La tasa de mortalidad en menores de cinco años es de 68.3 por cada mil, índice que triplica al promedio de América Latina.
De los 10.9 millones de habitantes del país, sólo la mitad tiene acceso a la salud y 4.4 millones carecen de internet. Y el acceso a la educación es tan limitado, que uno de cada dos mayores de 15 años es analfabeto.
Protestas sin orientación
“Hay urgencia. Los haitianos somos pobres y estamos hambrientos, y esto es mortal. Nuestras crisis políticas, económicas y sociales nos están asfixiando. También vemos que el gobierno y la oposición están en un mismo barco que no va a ninguna parte”, señaló un editorial de Le Nouvelliste.
Para Joseph Harold Pierre, la pobreza y la falta de una élite que pueda conducir una transformación democrática “son los dos factores que explican la situación que estamos viviendo”.
De acuerdo con el especialista en democratización y gobernabilidad en América Latina, Haití requiere hoy una “solución estructural” que pasa por la dimisión del presidente Moise, la disolución del Congreso, la creación de un gobierno provisional y la convocatoria a una Asamblea Constituyente que elabore una Constitución que prevea una reforma a fondo del Estado.
“El sistema semipresidencialista y semiparlamentario que tenemos (con un presidente y un primer ministro) no nos ha dado gobernabilidad. Tenemos que transitar hacia un régimen presidencial y acabar con la atomización de partidos políticos (hay más de 200)”, considera el académico haitiano.
Buen empresario, mal presidente
Jovenel Moise, un empresario bananero sin experiencia política previa, llegó al cargo luego de dos reñidas elecciones en octubre de 2015 y noviembre de 2016, que estuvieron ensombrecidas por enfrentamientos entre los diferentes bandos políticos y denuncias de fraude.
En julio de 1974, la familia de Moise se mudó a Puerto Príncipe, donde asistió a la Escuela Nacional Don Durélin, el Liceo Toussaint Louverture, y el Centro Cultural del Collège Canado-Haïtien. Estudió ciencias políticas en la Universidad Quisqueya. Se casó con Martine Marie Étienne Joseph, una compañera de clase, en 1996. Ese año dejó la capital y se trasladó a Port-de-Paix con el objetivo de desarrollar zonas rurales.
En 2008, ayudó a fundar la Empresa Haitiana de Energía SA, que tiene como objetivo llevar energía solar y eólica a 10 comunas en el Departamento del Noroeste. En 2012, en Trou-du-Nord, fundó Agritrans, S.A. y ayudó a crear la primera zona de libre comercio agrícola de Haití. Esto llevó a más de una docena de proyectos agrícolas que crearon casi 3.000 empleos directos y 10.000 empleos indirectos.[cita requerida]
Con un pequeño capital de inversión, Moïse creó su primer negocio en Puerto Príncipe, todavía en operación. También instaló una plantación de bananos en 10 hectáreas de tierra (25 acres) en el Departamento Nordeste.
Poco después, comenzó un proyecto para proveer agua limpia a las áreas rurales. En 2001, se asoció con Culligan, una compañía con sede en Puerto Príncipe. Con préstamos de instituciones financieras y particulares, abrió una planta de agua que servía a los departamentos del Noroeste y del Noreste.
Viven de las remesas
Salir de Haití no es fácil, la mayoría emigra a República Dominicana donde abundan los controles para los haitianos. Por mar no pueden llegar a los Esados Unidos, y los que pueden intentar ir a naciones donde son rechazados. La discriminación racial también los afecta.
Desde 2015, un año de convulsión política, el crecimiento del país está estacado en 1.3% anual, en promedio, y el ingreso per cápita incluso se redujo a 701 dólares anuales, cifra menor en 92% al ingreso promedio en América Latina.
El gran salvavidas de la economía haitiana son las remesas de los migrantes, las cuales llegaron el año pasado a unos 2 mil 900 millones de dólares, equivalente a 33.9% del PIB.
Ningún otro país en el mundo es tan dependiente de las remesas, pero estas son sólo un paliativo para una economía básica y precaria.
El presidente de la Cámara de Diputados, Gary Bodeau, estimó que las pérdidas económicas por la agitación social que vive el país llegan a unos 50 millones de dólares, lo que anticiparía una desaceleración en el PIB este año y un mayor desequilibrio en las finanzas públicas.
Petrocaribe involucrada en la corrupción
Aun cuando los haitianos se quejas de que la ONU y la OEA ayudan más a Venezuela que a Haití, Venezuela siempre ha ayudado a esta nación debido a su apoyo en el proceso de independencia en el cual el general Petión fue un factor de apoyo al libertador Simón Bolívar.
Esta iniciativa fue lanzada por el ex presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en 2005 para ayudar a otros países en el suministro de petróleo a precios blandos y financiar proyectos de infraestructura social y energética.
Una de las demandas de los manifestantes es investigar y sancionar a los responsables del desvío de unos 3 mil 800 millones de dólares de Petrocaribe –un programa venezolano de suministro de petróleo en condiciones preferenciales que destina fondos al desarrollo social– durante el periodo 2008-2016.
Según una investigación del Tribunal de Cuentas, al menos 15 exministros y funcionarios del actual gobierno están involucrados en el caso, así como una empresa que dirigía Moise antes de llegar al cargo.
De hecho, una de las organizaciones que ha liderado las movilizaciones de las dos últimas semanas es el Movimiento para el Juicio del Caso Petrocaribe, que aglutina a miles de jóvenes en todo el país.
Estamos salvando a Haití
De acuerdo con Harold Pierre, coordinador de la plataforma de profesionistas Estamos Salvando a Haití, esta es una oportunidad “para dejar que muera este sistema que genera miseria y construir uno nuevo que resuelva los problemas estructurales y nos encamine a la modernidad”.
Tras debatir durante el sábado y domingo en Puerto Príncipe, la capital de Haití, representantes y referentes de partidos y organizaciones políticas y sociales de la oposición consensuaron un documento que propone una serie de medidas en caso de que renuncie el actual mandatario Jovenel Moïse.
En el encuentro estuvieron presentes las organizaciones Foro Patriótico, Mache Kontre, Pasarelle y la Alternativa Consensual para la Refundación de Haití, así como la Oposición Institucional. Estas fuerzas a su vez conforman la Mesa de Concertación para una Entendimiento sobre la Transición.
El documento elaborado propone la preparación y votación de una nueva Constitución, la creación de una conferencia nacional soberana, llamado a elecciones, una reforma judicial y organizar juicios por malversación de fondos públicos.
Falta lograr que los reflectores del mundo se posen en Haití, subestimado por estados unidos , olvidado por los europeos y desconocidos para los africanos.
Sobreprecios, sub ejecuciones, contratos yuxtapuestos, obras fantasmales, liquidación precoz de fondos, evasión fiscal y nepotismo son algunas de las denuncias que involucran a los miembros del Ejecutivo.
Uno de los puntos donde hubo diferencia en el debate fue sobre quién será el presidente del gobierno provisional. Finalmente se acordó que éste sea un juez de Casación que estará acompañado por un primer ministro de la oposición.
“Tras la partida del presidente de la República, será sustituido por un juez del Tribunal de Casación. Y el parlamento quedará automáticamente obsoleto”, afirma el texto.
Son varios los desafíos que enfrenta la oposición en Haití para mantener una unidad heterogénea, tanto social como políticamente y a su vez avance en organicidad como en acuerdos programáticos. Los une el objetivo de sacar a un gobierno al que califican como “neoliberal, antipopular, ilegítimo y antidemocrático”. Mientras tanto, el próximo 15 de noviembre se cumplirán dos meses de insurrección popular en una situación económica y social de 20% de inflación, 70% de desempleo y más de 60% de la población por debajo de la línea de la pobreza.