Chile celebró la primera ronda de sus elecciones presidenciales el domingo pasado. Como se esperaba, ninguno de los candidatos obtuvo más de la mitad de los votos. El resultado se decidirá en un balotaje el 19 de diciembre. Los contendientes serán dos políticos ajenos al statu quo y que tienden hacia el radicalismo. Por la derecha, José Antonio Kast. Por la izquierda, Gariel Boric.
Alejandro Armas / El Político
Aunque inicialmente Boric encabezó las encuestas para la primera ronda, luego fue desplazado por Kast. En efecto, el domingo Kast se hizo con 27,91% de los votos, mientras que Boric obtuvo 25,83%. Es un margen bastante ajustado que no permite tener ninguna certeza sobre el resultado del balotaje. Cualquiera puede ganar. Todo dependerá del reparto de apoyos por terceros.
Pero el domingo también hubo elecciones parlamentarias. En el próximo Congreso chileno habrá un balance entre fuerzas que pudiera complicar que cualquiera de los nominados presidenciales, de ganar, impulse cambios extremos.
El gran reacomodo
Cuando una elección nacional se decide entre dos políticos ajenos a los partidos tradicionalmente dominantes, pero solo uno de ellos es antisistema, lo común es que dichos partidos tradicionalmente dominantes apoyen al más favorable. Es lo que ocurrió en Francia en 2017, cuando la centroderecha y la centroizquierda llamaron a votar por Emmanuel Macron en lugar de Marine Le Pen. Y a menos que esas elites se hayan vuelto inmensamente impopulares, su apoyo es una ventaja importante.
Pero cuando los dos candidatos son opuestos al establishment, es mucho más difícil saber cómo se distribuirá el apoyo de las elites tradicionales y quién se verá más favorecido. En el caso chileno, el reacomodo se está dando siguiendo un patrón de afinidades ideológicas. La centroizquierda para Boric. La centroderecha para Kast.
Yasna Provoste, miembro del Partido Demócrata Cristiano que fue la abanderada de la coalición de centroizquierda Nuevo Pacto Social, le dio un espaldarazo a Boric ayer. También lo hizo la presidente de su partido, Camen Frei. Sin embargo, hay algunas reticencias en esta tolda.
Mientras tanto, Sebastián Sichel, un independiente que encabezó en primera vuelta el bloque de centroderecha Chile Podemos Más, descartó votar por Boric y dijo que prevé “conversar” con Kast, sin apoyarlo expresamente. Por su parte, uno de los miembros de la coalición, la Unión Demócrata Independiente (de la que Sichel no es parte), sí respaldó inequívocamente a Kast.
Rara vez el traspaso de votos de un derrotado en primera vuelta a un candidato en la segunda se da de forma completa. Ni Boric puede contar con todos los votos de Provoste, ni Kast con todos los de Sichel. Pero, solo para tener una idea de cuál es el panorama, los votos combinados de Kast y Sichel darían un total de 2.859.632 sufragios. Los de Boric y Provoste suman 2.630.367.
Pero resulta que Sichel quedó de cuarto y Provoste de quinta. ¿Quién quedó de tercero? Un hombre llamado Franco Parisi que condujo toda su campaña desde el extranjero. Una muestra más del hartazgo de la ciudadanía chilena con la clase política tradicional. Cuesta prever qué harán en el balotaje los votantes que apoyaron a Parisi. Sin embargo, el politólogo Javier Sajuria, consultado por la BBC, adujo que es más probable que se decanten por Kast.
Un Congreso difícil
En sistemas presidencialistas como los de Latinoamérica, las legislaturas y sus elecciones generan mucho menos interés que la presidencia. Y aunque estos comicios presidenciales chilenos son ciertamente muy llamativos por el perfil de los candidatos, no se debe omitir que el domingo también hubo parlamentarias.
El nuevo Congreso entrará en funciones en marzo de 2022. Tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes habrá una amplia gama de organizaciones de derecha y de izquierda. Evidencia de la relativa debilidad de los partidos chilenos individuales.
De todas formas, como reseña el diario El País, el equilibrio definitivo entre izquierda y derecha es en general igualitario en ambas cámaras. Pero es esta última la que tiene mayor potencial de cohesionarse, a pesar de la división entre múltiples partidos.
Con un Congreso así de fragmentado, quienquiera que gane las elecciones presidenciales lo tendrá difícil concretando una agenda de cambio radical. Las fuerzas conservadoras dificultarían a Boric desarrollar varias de sus regulaciones económicas más ambiciosas. A Kast le sería difícil revertir políticas progresistas hacia las cuáles ha expresado antipatía (como la autorización del aborto en ciertas circunstancias).
Una de las razones por las que las legislaturas en Latinoamérica llaman poco la atención es porque históricamente han sido débiles de cara al poder presidencial. No obstante, el Congreso chileno pudiera ser lo único que evite que a un Presidente radical se le vaya la mano.