Ni la colocación del 60% de la inversión extranjera de China, incluidas las del prestigioso proyecto la "Nueva Ruta de la Seda” ha logrado calmar a la insurrecta isla que desafía cada vez mas al país continental
"El Político”
La nueva ley contra las máscaras no solo no ha conseguido detener las protestas en Hong Kong; las ha empeorado. Dos días después de su entrada en vigor, decenas de miles de personas han salido a la calle a protestar contra la medida en tres grandes marchas en distintos puntos de la excolonia británica.
La inmensa mayoría, en un gesto de desafío, llevaba máscaras o la cara cubierta de algún otro modo. Pero, tras comenzar de manera pacífica, grupos de manifestantes contra el Gobierno autónomo y contra China se han lanzado a una nueva ola de destrozos. La policía ha respondido con cargas tras las que ha detenido a decenas de personas.
China continental o China comunista, es sin discusión una potencia de gigantescas proporciones, que le disputa a los Estados Unidos el control de los mercados, que hace temblar las bolsas de valores con sus devaluaciones, y con terribles fuerzas militares.
Salieron respondones
Sin embargo, esa poderosísima máquina ha resultado incapaz para frenar el descontento de una isla “suya”, que la mantiene en jaque y ante la cual no sabe cual posición tomar: Enviarle una tropa de ocupación, con tanques incluidos o simplemente permitirle que manifieste hasta que se canse.
Cada 1 de julio hay manifestaciones multitudinarias en Hong Kong porque es la fecha en la que los británicos devolvieron la soberanía a China, en 1997, luego de poseerla desde 1840-. Hoy, la protesta ha ido un paso más allá con el asalto al Parlamento. Esto rompe el carácter pacífico y da a Pekín una excusa para reprimir con fuerza.
¿Qué implica la ley de extradición?
El Gobierno de Hong Kong promueve un proyecto que autorizaría la extradición a China, Taiwán y Macao de criminales acusados por homicidio y violación.
¿Qué reivindican los manifestantes?
Los manifestantes demandan la retirada completa del polémico proyecto de ley de extradición, la dimisión de la jefa del Ejecutivo local, Carrie Lam, y la puesta en libertad de todos los detenidos en los enfrentamientos con la Policía el mes pasado.
China ante un conflicto
China se ha convertido en la segunda economía más grande del mundo y en una parte integral del sistema financiero global. Este aumento ha sido posible gracias a Hong Kong. China aún no ha abordado muchas reformas económicas, razón por la que Hong Kong es vital para Pekín como puerta de acceso al mundo capitalista.
Las consecuencias se podrían percibir rápidamente en la China continental, y esta imagen negativa disuadiría a los inversores y, además, afectaría a la capacidad china para hacer negocios internacionales.
Presión por la disputa comercial con EE. UU
Debido a la disputa comercial y al boicot del gigante de las telecomunicaciones Huawei, Pekín tiene las manos atadas. Las empresas chinas están obligadas a reducir su dependencia del dinero y de la tecnología extranjeros, lo que significa que debe centrarse más en Hong Kong.
La inversión directa china en Hong Kong es de 620 mil millones de dólares, el 70 por ciento más que el PIB de Hong Kong. De las diez nuevas emisiones más grandes en la bolsa de valores desde 1986, nueve provienen de China. Casi la mitad de todas las empresas que cotizan en la bolsa de valores de Hong Kong, procede del continente, incluyendo a 50 de las mayores empresas estatales.
Las compañías continentales recaudaron 47 mil millones de dólares en el mercado de valores y 66 mil millones de dólares en el mercado de bonos en Hong Kong, en 2017.
Medidas de represión pero con cautela
Ante esa realidad económica, y ante la vista del mundo, las autoridades chinas saben que deben parar las manifestaciones pero sin caer en los excesos que llevaron a la matanza de Tianamen
Por eso han tomado algunas iniciativas como la prohibición de acudir a las manifestaciones con máscaras
Pero el remedio ha sido peor que la enfermedad
La jornada había comenzado con una derrota judicial para los opositores a la ley antimáscaras, la segunda en menos de 48 horas. Un tribunal de primera instancia denegó una petición de 24 legisladores de la oposición pandemócrata para que se impusiera una moratoria a la ley mientras se decide sobre su validez. La audiencia para analizar la legitimidad de la medida comenzará el próximo día 18, mientras tanto la prohibición continuará vigente.
Tras la decisión del tribunal, decenas de miles de personas desafiaron a la fuerte lluvia y los problemas de transporte para expresar su repulsa a una medida muy impopular: los manifestantes usan las máscaras para ocultar su identidad, pero también para protegerse del gas lacrimógeno. Con carteles en los que se leían mensajes como “los pacíficos y los bravos (los dos tipos en que se dividen a sí mismos los participantes en las protestas: moderados y radicales) lucharán siempre unidos”, entonaban el himno de las protestas, Gloria a Hong Kong, y gritos como “¡hongkoneses, rebelión!”
Muchos hacían, con una mano, el gesto chino para el número seis, con el puño cerrado y el pulgar y el meñique estirados, una alusión a lo que ya llaman su “sexta demanda”, la reforma o el desmantelamiento de la policía. Se suma así a las cinco previas: la retirada del polémico proyecto de ley de extradición que desencadenó las manifestaciones —la única a la que el Gobierno autónomo ha accedido—, la puesta en libertad sin cargos de los más de 2.000 detenidos, retirar la descripción de “disturbios” para las protestas, abrir una investigación independiente sobre el comportamiento de la policía y un verdadero sufragio universal.
Manifestaciones se tornan violentas
Gradualmente, y como ha venido ocurriendo en los cuatro meses de protestas, la marcha pacífica se fue transformando en una serie de actos de violencia. Como en los últimos días, los bancos de propiedad china o los establecimientos de propietarios percibidos como simpatizantes de Pekín fueron el blanco preferido del vandalismo. Varias estaciones de metro sufrieron destrozos; alguna —la de Mong Kok, uno de los “puntos calientes” habituales de enfrentamientos entre movilizados y policía—- quedó completamente inundada.
Un taxista que golpeó a dos mujeres manifestantes con su vehículo en un barrio periférico fue atacado por los participantes. Un periodista de la televisión pública hongkonesa sufrió quemaduras en la cara cuando un cóctel molotov prendió el poncho de plástico que llevaba para protegerse de la lluvia.
Por primera vez, y después de que hubieran circulado en las redes algunas imágenes en las que antidisturbios hongkoneses parecían entrar en el cuartel de las tropas chinas en Hong Kong, en el acomodado barrio de Kowloon Tong, un grupo de manifestantes intentó acercarse al acantonamiento y apuntarlo con luces láser. Los soldados respondieron con una banderola de advertencia: si los jóvenes no se dispersaban, podrían ser arrestados.
La policía respondió con dureza al giro violento de las protestas, con gases lacrimógenos, balas de plástico y cañones de agua a presión y decenas de personas fueron detenidas. La operación de búsqueda y captura continuó durante la noche: a las nueve, las líneas de metro operativas cerraban definitivamente hasta el lunes. En puestos de control, los antidisturbios paraban los autobuses y registraban a los pasajeros, especialmente a los jóvenes, en busca de indicios de que hubieran participado en las movilizaciones.
En un comunicado en su página de Facebook, la policía acusaba a los manifestantes de intentar tomarse “la justicia por su mano”. “Las atrocidades perpetradas por los autores de los disturbios están por debajo del mínimo aceptable en cualquier sociedad civilizada. La policía advierte a los autores de disturbios que detengan todos sus actos ilegales y expresa su más fuerte condena contra todos los actos violentos de los alborotadores”.