Según los expertos en el tema la orden de repatriar a la velocista olímpica Krystsina Tsimanouskaya a Bielorusia habría salido directamente del Presidente Alexander Lukashenko. ¿Porqué el régimen reaccionó con esa medida tan extrema?
El Político
La velocista olímpica bielorrusa Krystsina Tsimanouskaya, de 24 años, criticó la semana pasada a los responsables deportivos de su país.
El episodio comenzó cuando Tsimanouskaya dijo en Instagram durante el fin de semana que le dijeron que corriera en el relevo de 4×400 metros porque otros atletas bielorrusos no se habían sometido al número requerido de pruebas de dopaje.
Luego de lo cual las autoridades deportivas de su país le notificaron que debía regresar de inmediato a casa.
En una entrevista con AP el martes por la noche, Tsimanouskaya dijo que los funcionarios "dejaron claro que, al volver a casa, me enfrentaría definitivamente a algún tipo de castigo". También hubo insinuaciones poco disimuladas de que me esperaría algo más".
Este lunes Tsimanouskaya salió de Tokio en un vuelo con destino a Austria a primera hora del miércoles. Se espera que se dirija a Polonia, que le ofreció una visa humanitaria.
Para Lukaschenko es personal
Los expertos afirman que Lukashenko, amante del deporte, no podía permitir que las críticas de la velocista quedaran impunes. Su hijo dirige el comité olímpico nacional y heredó el cargo de su padre.
Lukashenko "es realmente muy sensible en lo que respecta a los deportes. Más aún cuando hay críticas: le gusta actuar como si fuera un deportista que cuida de los deportistas", dijo Veronica Laputska.
Laputska es cofundadora del Centro de Investigación de Estados Euroasiáticos en Transición. Un think tank con sede en Varsovia. "Aquí hay un elemento personal. Le habrá irritado".
Esta es la última señal de lo que, según los observadores de Bielorrusia, es la nerviosa inseguridad de un líder que ha gobernado con celo autoritario durante 27 años, pero que teme que el tiempo se le esté acabando.
Según Elena Korosteleva, profesora de política internacional en la Universidad de Kent (Inglaterra), el público al que iba dirigida la acción contra Tsimanouskaya era en gran medida el bielorruso de a pie.
"Se puede ver cómo lo han exagerado: una breve crítica de un velocista a la burocracia bielorrusa se ha convertido de repente en un escándalo internacional. Es otra demostración de poder", dijo.
"Lo que Lukashenko pretende es ‘proyectar miedo’, para demostrar que incluso en estos Juegos en Japón puede llegar y castigar a todos los que no están de acuerdo o que se atrevan a criticarlo".
Un Lukashenko muy sensible
Tsimanouskaya huyó de Tokio casi un año después de que Lukashenko se adjudicara la victoria en unas disputadas elecciones, lo que desencadenó un movimiento de protesta contra su gobierno.
Decenas de miles de personas se unieron a las marchas que pedían su dimisión y el traspaso del poder a la líder de la oposición, Sviatlana Tsikhanouskaya, que huyó a la vecina Lituania y se reunió la semana pasada con el presidente Joe Biden y el primer ministro británico Boris Johnson.
Lukashenko aguantó el movimiento de protesta -miles de personas fueron detenidas y muchas permanecen en la cárcel-, pero los observadores afirman que le ha dejado más beligerante y sensible a las críticas.
Lukashenko "se siente muy vulnerable en este momento porque sabe que depende mucho de Rusia, que parece ser el único protector de Bielorrusia en este momento", dijo Korosteleva. "Sabe que sigue siendo muy vulnerable frente a su propio pueblo y, por supuesto, frente a la comunidad internacional".
Aunque Lukashenko ha dicho que dimitirá cuando el país apruebe una nueva Constitución, los expertos afirman que hay pocas posibilidades de que esto ocurra pronto. Mientras tanto, el resentimiento latente de los bielorrusos que sienten que robó las elecciones de 2020 parece fortalecerse silenciosamente.
Fuente: NBCNews