La felicidad es el estado emocional de una persona feliz. Es la sensación de bienestar y realización experimentada cuando se alcanzan metas, deseos y propósitos. Es un momento duradero de satisfacción, donde no hay necesidades que apremien, ni sufrimientos que atormenten.
María del Carmen Taborcía/ El Político
Como la felicidad es una condición subjetiva y relativa, no existen requisitos objetivos para ser felices: dos personas no tienen por qué ser felices por las mismas razones o en las mismas circunstancias.
Por ello hay individuos que siempre están felices y se sienten a gusto con su vida. Mientras que otros, pese a tener un escenario de vida que les permitiría serlo, se sienten profundamente infelices.
La felicidad depende también de la capacidad que hay en cada persona de dar soluciones a los variados aspectos que conforman su existencia cotidiana.
Para Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, la felicidad es algo utópico. Pues considera que para que sea posible, no podría depender del mundo real. Donde los individuos están expuestos constantemente a experiencias desagradables, como el fracaso y la frustración, y que solo se podría aspirar a una felicidad parcial.
Para Aristóteles, la felicidad estaba relacionada con el equilibrio y la armonía, y se conseguía mediante acciones encaminadas a la autorrealización. Para el filósofo griego la felicidad no viene de recompensas externas o reconocimientos, sino del éxito interno. Al reducir nuestras necesidades, se puede aprender a apreciar los placeres más simples.
Según Platón: “El hombre que hace que todo lo que lleve a la felicidad dependa de él mismo, ya no de los demás, ha adoptado el mejor plan para vivir feliz”.
En el pensamiento de Friedrich Nietzsche: “Cuando comprobamos que hemos superado aquello que nos oprimía, es cuando somos felices”.
En cambio para el filósofo británico Bertrand Russell “el amor ayuda a romper el ego y a superar la barrera de la vanidad que impiden ser felices".
El escritor estadounidense Henry David Thoreau consideraba que: “La felicidad es como una mariposa, cuanto más la persigues, más te eludirá. Pero si vuelves tu atención a otras cosas, vendrá y suavemente se posará en tu hombro”.
Según un estudio realizado durante 12 años sobre el desarrollo de los efectos del entrenamiento mental sobre el cerebro, en las Universidades de Madison-Wisconsin, Princeton y Berkeley, los científicos han afirmado que Mattheu Ricard, un monje budista tibetano, es “el hombre más feliz del mundo”, por lo menos de quienes participaron en la investigación.
En la misma se utilizaron diversas técnicas y herramientas como la resonancia magnética nuclear. Mediante ellas se registró un alto nivel de actividad en la corteza cerebral prefrontal izquierda, lo que se asocia a las emociones positivas.
Para Ricard el factor clave que parece matar la felicidad es la costumbre de compararnos con los demás. Considera que cuando nos comparamos con los demás solo vemos una parte de la vida de los otros.
Generalmente, al compararnos nos enfocamos en la parte exitosa o sobresaliente de las otras personas, sin tener en cuenta que existe otra parte invisible y menos envidiable.
Es como asistir a un espectáculo sin apreciar el tiempo y esfuerzo en los ensayos. Por lo tanto, al compararnos nos quedamos con una sensación de inferioridad que genera insatisfacción.
Proverbio sueco: “Aquellos que quieren cantar siempre encuentran una canción”.
Abogada y Escritora