Comenzó oficialmente el mes que para muchos es el más hermoso del año. En lo personal es profundamente significativo por muchas razones que prefiero mantener para mí.
Éste es un mes sin discusión, de inmensa importancia para la población cristiana y católica del mundo, es el mes donde las 7 religiones principales del mundo, tienen motivos para celebrar y juntarse en familia.
Y así como inició diciembre, inició un fenómeno que debo confesar no me agrada mucho que digamos. El buenismo instantáneo que a casi todos les brota, al punto de aborrecer en algunos casos.
De la nada, todos fueron nefastos de enero a noviembre, pero en diciembre se convierten en los más castos y santos.
Al final cada quien en su viaje, pero coherente, no lo es para nada.
De la misma forma, encuentro poco creíble la bondad con fecha de caducidad que muchos manifiestan. Lo que no hicieron todo el año, en 31 días lo hacen posible.
De pronto la generosidad se hace presente, y se empiezan a acordar de los niños, de los ancianos y de todo eso con lo que fueron negligentes de enero a noviembre.
Las redes sociales, magníficos conectores que acortan distancias con la magia e instantaneidad de un click, han servido de vitrina para conocer obras sociales emocionantes, necesarias y plausibles.
Sin embargo y perdonen la crudeza apta para pocos, las necesidades no conocen de fechas y esto es algo en lo que no quito el dedo del renglón.
Los ancianos son ancianos todo el año, por tanto, todo el año necesitan amor, cuidados y compañía. Los niños tienen la “mala costumbre” de comer todo el año -perdonen los ultra sensibles el cinismo- por ello necesitan una nutrición acorde con su proceso de crecimiento, estudios y demás cuidados propios de las edades diferentes que van viviendo durante su desarrollo, y así pudiera seguir enumerando cosas. La vida no se circunscribe a diciembre, por eso, tengo problemas con los tiempos de la bondad navideña.
De repente la gente está más educada, respetuosa, civil y empática. Pero ¿Qué pasa que por arte de magia el primero de enero esta estela de amor y paz se nos acaba? ¿Cómo es que nos convertimos en los gremlings sobrevivientes de la jungla de concreto tan rápido?
Es cierto que el calendario es solo un papel que tiene continuidad con el transcurrir de los días y que esa ingenua idea que muchos se siguen planteando mentalmente de que la vida cambiará a partir del 31 de diciembre, es solo una fantasía que a finales del mes de enero termina con aquello del blue monday.
Sin embargo, no nos puede nublar de tal forma el entendimiento las prisas y la cotidianidad, como para no hacer matemáticas simples y comprender que se tienen necesidades y se requieren de cuidados y gestas, durante todo el año.
Y con esto no quiero ni por error, desmeritar los grandes esfuerzos genuinos que hacen muchos en brindar un poco de calor y atenciones a tantas personas en situaciones vulnerables donde aquello de la ¡Feliz navidad! Por sus circunstancias, pues no es tan feliz. Me preocupa y mucho como queriendo y sin querer, nos olvidamos de 11 meses del año de la gente que más nos necesita, pero, sobre todo, de ser gente, y no meras personas.
La educación, la bondad, la civilidad, pero por sobre todo la calidez y humanidad es algo, que sobre todo en estos momentos, requiere con urgencia que lo activemos y pongamos en práctica las 24 horas del día y los 365 días del año.
A medida que transcurra el tiempo, la hostilidad se hará más presente y regirá de facto nuestras vidas.
Que no se nos olvide que los más desvalidos existen más allá de un mes, que no se nos olvide ser gente hoy, mañana, siempre y toda la vida.
¡Hasta la próxima!