La decisión de Donald Trump de subir hasta 200.000 millones de dólares a los productos chinos, y la respuesta de Xi Jin Ping al contrarrestar con medidas similares que hicieron desplomarse las Bolsas de Valores de todo el mundo y amenazan a la economía real
Apolinar Martínez/El Político
“Cuando China despierte el mundo temblará”, afirmó hace dos siglos Napoleón Bonaparte, la afirmación cobra mayor validez en momentos en los cuales las dos grandes economías mantienen un encontronazo,y, aun cuando niegan que sea una “guerra comercial”, la caída de las bolsas de valores activa la alarma universal.
Trump, un proteccionista por excelencia, piensa que las medidas tomadas pueden contribuir a reducir el gigantesco déficit comercial de Estados Unidos con China, calculado en 419.000 millones de dólares, y poner en práctica su permanente sueño: Ampliar los mercados para las nuevas tecnologías de las empresas estadounidenses.
China el gigante despierto
En la actualidad China es el segundo mayor consumidor de petróleo del mundo, después de Estados Unidos, y se prevé que la demanda se incremente con el aumento del poder adquisitivo de la población.
"La región de Asia-Pacífico superó a América y Europa en consumo de crudo. China es el segundo mayor consumidor mundial e importó el año pasado 420 millones de toneladas, más que ningún otro país", refiere la agencia Xinhua.
La creación de petroyuan con el que pretende combatir la influencia del dólar lo convierte en un competidor terrible.
La llamada “nueva ruta de la seda”, en la que China se afianza para entrar en Europa y América Latina es un elemento que preocupa y obliga a tomar decisiones extremas al presidente Trump
La economía mundial se paraliza
Si la disputa entre los dos gigantes fuera sólo de ellos, bien, seríamos espectadores, pero los especialistas coinciden en que la guerra comercial entre Estados Unidos y China es una de las causas, quizá la principal, de las débiles perspectivas de crecimiento de la economía mundial; Y en que, por lo tanto, un acuerdo comercial que ponga fin al conflicto sería la primera condición para estabilizar las perspectivas del comercio global y alejar los temores a una desaceleración.
La necesidad de ambas economías dictará la pauta final, pero, mientras ellos se resfrían el mundo no tiene otro camino que estornudar.