Hay muchas expectativas sobre lo que la economía en América Latina puede esperar de un gobierno de Joe Biden: Convertirse en socios interesantes para Estados Unidos es el reto que tienen los países latinoamericanos, pero esta situación luce muy difícil con ciudadanos golpeados por el coronavirus, poco integrados y además dependientes.
El Político
Estados Unidos necesita claridad y rapidez, porque su terreno otrora seguro al sur del continente, está siendo ocupado por China que ha desplegado una agresiva penetración en el continente, seguida por Irán que aprovecha el eje Venezuela, Cuba, Bolivia, y Rusia que primeró llenó a los países socialistas de armas y ahora los atosiga con vacunas y medicamentos.
“Los próximos años serán extremadamente difíciles para América Latina, particularmente para los países con una alta dependencia de Estados Unidos, sea en forma de exportaciones, flujos de capital, inversión o remesas. Esto presenta un reto a los gobiernos latinoamericanos, para que profundicen sus lazos económicos entre ellos y diversifiquen globalmente sus mercados de exportación", explicó Thomas O’Keefe, profesor del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Stanford, consultado por Infobae.
Incorporarse a las cadenas productivas globales es el gran reto, algunas ya existen en la manufacteras de partes, alimentos y materias primas, algo que podría impulsar un resurgimiento de la integración económica regional, pero con el fin de facilitar la inserción de América Latina.
"Algunos países latinoamericanos pueden convertirse en socios interesantes para el gobierno de Biden, que siempre estará en busca de colaboradores que asistan en la reactivación de la economía estadounidense”, insiste el profesor O’Keefe.
Estados Unidos venía perdiendo protagonismo económico en América Latina desde que Trump asumió la presidencia, pero la tendencia se profundizó en estos años. Desde el principio estuvo claro que no iba a ser una prioridad para él intensificar los lazos interamericanos. En sus cuatro años como presidente, solo una vez visitó la región: durante la cumbre del G-20, que se realizó en Buenos Aires, en 2018. Obama había visitado cinco veces América Latina, haciendo giras por varios países. George W. Bush fue solo a México seis veces, además de visitar a cerca de una docena de países en otras ocasiones.
El mejor conocedor de latinoamérica
Hay buenas razones para creer que Biden le prestará más atención al continente. La más importante es que lo conoce y le interesa, y por eso durante la presidencia de Obama ofició como su representante en la región. Pero no se puede perder de vista que hay razones estructurales que impiden cambios demasiado importantes.
“Considero que el gobierno de Biden no significará un cambio rotundo para América Latina, aunque sí un cambio en el tono y el estilo con respecto a Trump. Conoce mucho más la región: como vicepresidente la ha visitado 16 veces y como senador trabajó en temas de Colombia y narcotráfico, y también abordó la cuestión migratoria. Biden pondrá en el centro de su agenda los temas de medioambiente, derechos humanos, promoción de la democracia y el retorno al multilateralismo que había abandonado Trump”, dijo Cintia Quiliconi, profesora del Departamento de Estudios Internacionales de la FLACSO sede Ecuador.
Más allá de la vocación multilateral de Biden y de su conocimiento de América Latina, hay que entender que mutó el papel de Estados Unidos en la economía latinoamericana. Décadas atrás, era el principal socio comercial de muchos países de la región, pero desde hace tiempo ese lugar lo ocupa China. Sobre todo en Sudamérica, donde solo Colombia y Ecuador lo tienen como principal asociado.
“El presidente electo será más cercano en la superficie a América Latina, pero no creo que veamos nuevos acuerdos comerciales ni iniciativas para integrar mejor a la región. Tampoco que la política económica estadounidense cambie tanto como para impactar enormemente a los países latinoamericanos”.
“Habrá más cercanía con la región, pero nada especial ni espectacular —dijo Edwards—. Habrá preocupación por los avances de China en el control de infraestructura y recursos naturales, y se harán esfuerzos para que nuestros países no acepten sus inversiones en forma libre y cuantiosa. Pero lo importante es entender que la ayuda no será ni generalizada ni abundante”.
Con México será diferente
Con México la relación es diferente, porque las economías de los dos países están muy imbricadas. Pero la obsesión de Trump con maximizar las ganancias comerciales de corto plazo y con restringir la llegada de inmigrantes lo llevó a tensionar el vínculo, como se vio en la difícil renegociación del NAFTA, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, rebautizado Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
“En términos generales, América Latina sigue siendo una región de poca importancia estratégica para la política exterior de Estados Unidos, tanto para republicanos como para demócratas. No es esperable un cambio sustancial en la relación con México, por lo que seguirán las dificultades históricas que enfrentan a los dos vecinos, si bien se espera un mejor tono, que es el que caracteriza a Biden. Sí podrían darse algunos cambios en el T-MEC, porque allí se negociaron cláusulas muy polémicas que la nueva administración podría estar abierta a revisar”, sostuvo Ignacio Bartesaghi, director del Departamento de Negocios Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay, en diálogo con Infobae.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador puede ser optimista con la posibilidad de una mejora de las relaciones bilaterales. Más allá de que pueda haber un intercambio más fluido a partir de la política comercial menos beligerante que va a tener Biden, lo más importante es que probablemente disminuya la presión para que las fuerzas de seguridad mexicanas destinen tantos recursos a evitar el ingreso ilegal de personas a Estados Unidos.
El cambio del enfoque migratorio puede tener consecuencias económicas especialmente positivas para América Central, de donde proviene la mayor parte de las familias que tratan de entrar a Estados Unidos por la frontera sur. Como vicepresidente, Biden trabajó especialmente con los países centroamericanos e impulsó en el Congreso un paquete de ayuda de USD 750 millones.
Ahora tiene un plan para invertir hasta USD 4.000 millones en la región para promover programas sociales y estimular la inversión privada. La idea es que si mejoran las condiciones de vida en esas naciones, menos personas van a sentir la necesidad de emigrar. De todos modos, necesitará aprobación del Congreso para avanzar.
Cuba y Venezuela, la incógnita
Será interesante ver qué sucede con Cuba y Venezuela, los vínculos más conflictivos de Estados Unidos en la región. En ambos casos, el enfrentamiento escaló durante el gobierno de Trump. Con Cuba, se revirtió parte de la flexibilización impulsada con Obama. Con Venezuela, se apeló a una estrategia de presión total con sanciones inéditas. Es evidente que Biden tiene una mirada diferente, pero no está claro cuánto puede llegar a cambiar en la práctica.
“Cuba podría verse beneficiado con un alivio en las restricciones de viaje y del envío de remesas, aunque un retorno a la política abierta que llevó adelante Obama no parece posible —dijo Quiliconi—. En cuanto a Venezuela, probablemente se proponga una vuelta a los canales diplomáticos, pero Biden no tendrá un posición blanda en este tema. Y se espera que Brasil enfrente presiones de parte del gobierno en el tema del cambio climático”.
Brasil, recomponer relaciones
El país que más puede sufrir las consecuencias de la alternancia en Estados Unidos es Brasil. Durante el primer debate electoral, Biden dijo que el gobierno de Jair Bolsonaro debía comprometerse a cuidar la selva amazónica, amenazada por los incendios y el desmonte. El entonces candidato presidencial dijo que si Brasil no cooperaba podría enfrentar “consecuencias económicas”, sugiriendo que podría llegar a haber sanciones.
“El cambio más importante puede darse con Brasil, ya que Bolsonaro apostó por Trump y defiende una agenda que difiere de la de Biden en los principales asuntos internacionales. Si bien Brasil es un actor muy importante para Estados Unidos, reconstruir esa relación llevará un tiempo y eso afectará la relación con toda en América Latina. Mucho más si se tiene en cuenta que al menos durante el primer año o más de su gobierno, Biden deberá focalizarse en los asuntos internos”, afirmó Bartesaghi. “Otros países de la región como Chile, Perú o incluso Argentina, que atraviesan crisis políticas, sociales y económicas de consideración, están lejos de poder generar vínculos fuertes en el corto plazo con Biden”, agregó.
Bolsonaro, que es un admirador de Trump y que, al igual que él, no cree que el cambio climático sea un problema, es uno de los pocos líderes que aún no felicitó a Biden por su triunfo. De hecho, dijo que “hubo muchos fraudes” en las elecciones. Meses atrás, tras conocer las declaraciones de Biden sobre la Amazonía, le respondió con su tono habitual: “¿Cómo podemos hacer frente a eso? Solo con la diplomacia no es suficiente porque cuando se acaba la saliva hay que tener pólvora.
La apuesta es económica
América Latina no es un continente homogéneo pero hay dos tendencias, una democratica y aliada natural de los Estados Unidos y otra de izquierda que quiere mayores cuotas de poder incluso dentro de los Estados Unidos, país que tendrá que comprener que cada vez que mira para otro lado hay otras naciones que ven hacia América, China, Irán, y Rusia. incluso India y Turquía cada vez más tienen negocios importantes. justo cuando Biden está pensando en aumentar el consumo norteamericano y el regreso de dos generales mu importantes, General Motors y General Electric.
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