El presidente de Estados Unidos Joe Biden se encuentra ante la encrucijada de Afganistán: tendrá que decidir si sus tropas van a permanecer o irse, en medio de un contexto dramático.
El Político
La opción B, que es defendida por un sector de la opinión especializada, sería reorientar las acciones estadounidenses mediante enfoque basado en priorizar la solución de los problemas de gobernanza.
Se requiere apoyo internacional
Esta posición más compleja requiere de apoyo diplomático, de programas de ayuda, continúa con presencia militar y de la OTAN para consolidar a las fuerzas afganas, sin dar relevancia a sus negociaciones con El Talibán.
La guerra más larga de Estados Unidos
A diferencia de sus antecesor Mike Pompeo, el actual Secretario de Estado Blinken hizo llegar a las partes afganas un borrador de acuerdo, que incluye una tregua de 90 días para dar lugar al desarrollo de un “Gobierno de Paz” con representación de El Talibán.
La idea es compartir el poder mientras se redacta una nueva Constitución que contenga normas de protección para las mujeres y las minorías. También reconoce así como el derecho de los afganos a elegir libremente a sus propios líderes, un permanente y comprensivo cese del fuego y una reorganización de las fuerzas militares y policiales. Pretende, en fin, monopolizar el ejercicio del poder y la seguridad nacional.
Ninguna de esas metas es fácil de alcanzar
Biden en la encrucijada de Afganistan necesitan lograr acuerdos entre dos fuerzas que representan ideologías completamente distintas. Reglas de juego que deben cumplir tanto Gobierno que intenta alcanzar un carácter democrático como un emirato islámico de tenor fundamentalista.
Hasta ahora El Talibán no dio respuesta a tal iniciativa, especulando con la idea de que las acciones militares están a su favor, mientras el Gobierno de Ghani tuvo comentarios negativos.
Una eventual nueva etapa política significaría su alejamiento del poder y el de la elite política que se organizó en Kabul al caer El Talibán. Los distintos “jefes de la guerra”, no son el resultado de un consenso entre los distintos grupos étnicos afganos.
La encrucijada de Afganistán
Las opciones que tiene el presidente Joe Biden en Afganistán se reducen a dos: retira la totalidad de las tropas antes de mayo, como prometió su antecesor, a riesgo de un resurgimiento del extremismo, o se queda y prolonga un poco la guerra para forzar a los talibanes a hacer las paces con el gobierno de Kabul.
Decisiones muy duras
La situación en Afganistán enfrenta al nuevo gobierno de Estados Unidos con una de sus decisiones más duras y urgentes. La opinión pública norteamericana está harta de una guerra que lleva casi 20 años.
Retirarse ahora podría opacar los sacrificios hechos por la coalición de fuerzas liderada por Estados Unidos y por las víctimas civiles afganas.
Biden conoce esa guerra desde hace años
En 2009, como vicepresidente de Obama, perdió una pulseada interna en el gabinete sobre un momento crucial de la guerra.
Biden quería reducir la participación militar de Estados Unidos para enfocarse en combatir a los grupos extremistas, pero Obama, por el contrario, decidió un inmenso aumento del número de tropas, que llegaron a 100.000 efectivos.
La estrategia de Obama no logró forzar a los talibanes a sentarse a negociar la paz.
La estrategia de Donald Trump
Para enero de 2017, cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca, Obama ya había reducido el número total de tropas a 8.500.
Trump fue aumentando de a varios miles por año, y a partir de febrero de 2020, cuando su gobierno llegó a un acuerdo de paz condicional con los talibanes, empezó a retirarse.
Una última reducción que ya estaba prevista y se concretó el mes pasado, que llevó a 2.500 el número de efectivos.
Terminar la guerra responsablemente
Durante la campaña, Biden dijo que tal vez mantendría una fuerza antiterrorista en Afganistán. Señaló que iba a terminar con la guerra “responsablemente”, para asegurarse de que las tropas norteamericanas no tuvieran que regresar.
“Traeré de vuelta a casa a nuestras tropas de combate en Afganistán durante mi primer mandato”, escribió a mediados del año pasado, en respuesta a un cuestionario que le envió el Consejo de Relaciones Exteriores.
Las tropas norteamericanas dejaron de combatir hace años en Afganistán, y desde entonces asesoran a las fuerzas afganas.
Cómo cumplir el acuerdo de Doha
“Toda presencia militar residual de Estados Unidos en Afganistán estará abocada exclusivamente a tareas de antiterrorismo.”
En la Casa Blanca dicen estar analizando el llamado acuerdo de Doha de febrero de 2020, por el cual los talibanes acordaron dejar de atacar a las fuerzas estadounidenses y de la coalición.
Es necesario dar inicio a conversaciones de paz con el gobierno de Kabul, a cambio de una retirada completa de las tropas extranjeras antes del 1 de mayo de 2021. Un tiempo que luce muy corto.
Los talibanes incumplen los compromisos
Los altos mandos militares de Estados Unidos afirman desde hace meses que los talibanes incumplen por completo esos compromisos de Doha. Washington tiene sobrados argumentos para extender la presencia de tropas más allá del 1 de mayo.
Los aliados norteamericanos en la OTAN
Una de las fortalezas de Estados Unidos es que no está solo en este proceso. Muchos miembros de la Otan parecen preparados para que Estados Unidos se quede en Afganistán más allá del 1 de mayo.
Turquía acogerá una conferencia en Estambul sobre el proceso de paz entre el Gobierno de Afganistán y los talibán en el mes de abril con la participación de Naciones Unidas y países como Estados Unidos y Rusia
Rusia también busca una salida
Por otro lado, el Gobierno ruso confirmó la asistencia de todos los invitados a la cumbre sobre el mismo proceso de paz que se celebrará en Moscú el próximo día 18.
Por parte de Estados Unidos, asistirá el representante especial para la Afganistán, Zalmay Khalilzad, según ha señalado el enviado especial para Afganistán de Rusia, Zamir Kabulov.
La encrucijada de Afganistán requiere soluciones
La urgencia es un problema en la encrucijada de Afganistán. El tiempo es corto para sacar ordenadamente a las 10.000 tropas estadounidenses y de la OTAN antes del 1 de mayo.
La semana pasada, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, dijo haberles asegurado a los aliados y socios de Estados Unidos en Afganistán que no será una retirada “a las corridas”, pues Washington apuesta al abordaje diplomático.
Un camino hacia la paz
“Queda claro que actualmente hay demasiada violencia y es necesario lograr más avances en las negociaciones lideradas por Kabul, así que aliento a todas las partes a que elijan el camino de la paz”, dijo Austin.
Esto significaría que acudirían las dos partes del conflicto afgano, representantes de los países antes mencionados y Qatar, anfitrión de las conversaciones de paz en Doha.
Por parte de Estados Unidos, asistirá el representante especial para la Afganistán, Zalmay Khalilzad, según el enviado especial para Afganistán de Rusia, Zamir Kabulov.
El objetivo de estar allí es lograr un acuerdo negociado, y para eso hace falta estar en situación de ventaja”, dijo Biddle, experto en el área.
La única ventaja que le queda a Estados Unidos es su presencia militar y en su promesa de ayuda financiera una vez que se consiga el acuerdo de paz.
El fin del Talibán
Cuando el 11 de septiembre del 2001 los aviones comerciales guiados por terroristas se estrellaron contra las torres del World Trade Center en Nueva York, empezó la caída simultánea de las moles de acero y del régimen que lo permitió.
Estados Unidos, con pruebas concretas sobre la culpabilidad de Osama Bin Laden, decidió emprender una lucha a fondo contra el terrorismo internacional. Contó con el apoyo de casi todos los países del mundo, sin distingos de clase o de religión.
Para dar caza a Osama Bin Laden decidió sacar del poder al gobierno talibán de Afganistán el cual cobijaba en su territorio a Bin Laden y a sus seguidores. El país era, además, base para entrenamiento de terroristas.
Un gobierno depuesto
Después de un mes de intensos bombardeos aéreos a las fuerzas del talibán, con los cuales se destruyó toda su capacidad bélica, el gobierno talibán fue depuesto.
Tomó el control del país, en diciembre del 2001, un gobierno interino, propiciado por las Naciones Unidas y elegido por cuatro de las más importantes etnias de Afganistán.
Estados Unidos, prosiguió su búsqueda de Osama Bin Laden quien había perdido todo el apoyo logístico que le brindaba el régimen talibán , el mulá Omar.