Desde hace exactamente tres años a la fecha, el término inclusión se encuentra en todas partes. Fue cuando la Agenda 2030 tuvo su momentum en una situación planificada a dedillo con la que sometieron al mundo entero a encierros, productos experimentales y una larga lista de abusos como parte del proceso de aceleración e implementación de esta agenda.
Término éste, que ha sido usado en exceso, en despropósitos y manoseado de todas las formas existentes.
Sin embargo, al menos para mi, éste no es un tema nuevo.
Para mi la inclusión fue parte de mi vida desde siempre, es lo normal en mi manera de ver la vida, así me educó mi padre y es lo que aplico en cada pensamiento y decisión de mi vida.
La inclusión de verdad, no la progresista.
Me enseñó mi padre desde niña, siempre con amor, que debía amar y respetar a todos por igual, que nadie era menos que nadie, que a nadie se le debía discriminar o maltratar, y que tampoco aceptara vejaciones de nadie.
Este tema estuvo muy presente en mi hogar, y ha sido centro de mi vida.
Por mi peso y mis cejas he sido objeto desde niña de vejaciones y discriminaciones, que pasan desde el plano familiar, escolar hasta el personal. Algo tan inocuo como mi peso y cejas, han sido el cheque en blanco que muchísima gente se ha atrevido a tomar a motus propio, para hacer cosas tan indeseables como amenazas de muerte, todo lo tengo registrado.
No he sido la única en el mundo afectada por este tema, pero sí la más vocal.
Y así como me han discriminado, vejado y hecho cosas irrepetibles por mis cejas y peso, existen personas sordas, ciegas, más bajas que el promedio, afrodescendientes, con discapacidades de toda índole, y cualquier otro tópico que los haga resaltar de las masas, que puede verse perfectamente espejeadas en mis palabras.
La energía, atención y el tiempo en estos recientes tres años, se nos ha ido entre asombros y condenas a las verdaderas barbaridades que ha propuesto el progresismo en nombre de la inclusión.
Locuras desde borrar términos sagrados como madre y padre, hasta sustituir mujeres por hombres que se autoperciben como tal.
Y esto apenas empieza…
Estudiando el tema con mucha cabeza fría y profunda observación, me temo que en esto se ha fallado considerablemente y que por no prestar atención a estos temas, hacer mofa y/o minimizarlos, el progresismo encontró el nicho perfecto por donde entrar, hacer de las suyas y adueñarse de la conversación.
Si hoy el progresismo se ha salido con la suya en imponer un tema que debería ser de estricta voluntad e iniciativa personal de cada quien, es porque existe una evidente necesidad que no está siendo cubierta y tratada.
Siempre se habló de esto por cumplir con cuotas o calendarios sociales, pero no con el verdadero convencimiento y comprensión de que se debe tratar a todos con respeto, brindar oportunidades e involucrarlos socialmente por igual. Si tenemos dos centavos de honestidad en el cuerpo, aceptaremos nuestra mea culpa.
Echemos un vistazo solamente en la región. Nuestros países son bastante hostiles en todo sentido con personas con discapacidades, aquí cabría una larga lista de cosas que pudieran señalarse.
La situación la capitalizó estupendamente la mafia arcoiris, tomando de bandera el pretender aceptación e inclusión y ¡voilá! se cierra el ciclo.
Encontraron la excusa perfecta para victimizarse más y usar a otros en su carrera, la cual marcha estupendamente gracias al miedo de la gente y la poca resistencia que han encontrado, pero de esto hablaré en otra oportunidad.
Se instrumentalizó este tema con la suma y ayuda de muchas manos y factores. Imposiciones, manipulaciones y miedos fueron la mezcla perfecta para hacer de algo que debe ser enseñado en casa, y aplicado o no de forma espontánea y natural, como una política obligatoria para todos.
El tema de la inclusión, fue la ejecución de una manera bastante sencilla, de la teoría que explica y propone la Ventana de Overton, el umbral perfecto por donde se pretende regular y normalizar aberraciones como un padre que da a luz, o un menor de edad cambiando de sexo, entre otras de las muchas “peculiaridades” de esta propuesta de amor con garrote.
El comportamiento de carácter obligatorio y sumiso que pretende el progresismo, es inaceptable como aberrante
Por combatir todo esto, cosa que es extremadamente necesaria, nos hemos deshumanizado mucho, al punto de que ya atrás quedaron conversaciones civiles donde la gente disentía sin mayor problema, inclusive con gente afin ideológicamente hablando, muchos tienen miedo y cuidado de hablar por las consecuencias que esto puede tener. Entonces, y permitanme el cinismo, no vamos por el mejor camino que digamos.
Es imperativo crear estrategias en lugar de mantener el constante responder reaccionario que hemos tenido a la fecha.
Mofarnos de un problema o minimizarlo, no hará que desaparezca, y por mantener esa actitud, el progresismo ha capitalizado absolutamente todo, sin la mínima obstaculización de sus gestas. Nos tienen medidos a dedillo, nos conocen.
Me atrevo a tocar este tema de forma sencilla para el entendimiento de todos, que tanto he postergado en tocar, sabiendo que seré leída o escuchada con atención, y es por ello que me tomo el riesgo a traer a la sensatez a la mesa.
Y si bien es cierto que los conservadores no hemos tenido un mecanismo de defensa preventivo con la agenda de “diversidad e inclusión” y que hemos hecho lo que buenamente hemos podido, también debo decir, que bajo ninguna circunstancia debemos permitir que esta propuesta impuesta bajo métodos estalinistas, se termine de instaurar en sociedad o en nuestras vidas.
Que aquello de respetar y amar al prójimo como a uno mismo salga de casa, se aplique porque lo escogemos, y sea coherente con esa misma boca y manos con las que hablamos de Dios.
Porque a la fuerza ni el amor, que es de las cosas más hermosas que tenemos los seres humanos.
Obligado nada, y que se entienda esto bien.
¡Hasta la próxima!
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