La inteligencia artificial está a un paso de tener la capacidad de predecir el futuro electoral de las naciones y también de manipular los mensajes políticos de formas insospechadas. Su estreno en grande llega justo en 2024, cuando a la mitad del mundo le toca decidir por medio del voto.
Por Gaby Perozo
2024 nos trae una avalancha electoral sin precedentes. 4.200 millones de personas tendrán la oportunidad de votar, de expresarse en las urnas y escoger a sus líderes en 75 países alrededor del mundo. Las elecciones siempre tensan los hilos del poder y en esta ocasión el titiritero podría ser uno: La inteligencia artificial ¿Esta poderosa mano digital será capaz de derrocar o llevar al trono a los próximos mandatarios?
Para el grueso de la población mundial, en el presente la inteligencia artificial ha sido simplemente un chat, donde haces preguntas, se cean impecables correos electrónicos que jamás escribirías, o se hacen imágenes inéditas para compartir entre amigos. Estamos en presencia de la misma transición que vivimos con internet, donde realmente no entendíamos mucho la utilidad y solo coqueteábamos un poco con investigar en una enciclopedia en línea hasta que sin darnos cuenta el internet lo era todo.
Partiendo de esa premisa, de que es una tecnología ilimitada, desconocida y que aún su magnitud no es medible, nos preguntamos entonces ¿cómo la inteligencia artificial cambiará las campañas políticas alrededor del mundo?
El estreno es ya, en 2024 votará la mitad de la población mundial un fenómeno que no se repetirá hasta el 2048. La inteligencia artificial ya es herramienta efectiva y está siendo utilizada en los laboratorios políticos. Ya en el 2023 la vimos debutar con las imágenes de Trump huyendo para no ser arrestado o las caóticas imágenes presentadas por el partido Republicano para responder al anuncio oficial de la campaña de reelección del presidente Joe Biden. En elecciones locales se ha utilizado de la manera más antiética, trucando la voz de candidatos para engañar al electorado con mensajes que más fueron pronunciados.
La campaña de Barack Obama fue uno de los ejemplos más exitosos de contienda política potenciada por el mundo digital. Los demócratas usaron las redes sociales como nunca y ampliaron las vías de difusión de mensajes de manera efectiva. 16 años después, estamos en el mismo punto, con una nueva autopista cargada de posibilidades y elecciones en algunas de las naciones más influyentes del mundo entre ellas Estados Unidos, India, Rusia, Indonesia, Taiwán, México y Reino Unido.
Imaginen lo que podrían hacer los rusos utilizando la inteligencia artificial para hacer girar esa ruleta de desinformación y seguir expandiendo mentiras para justificar la cruenta invasión a Ucrania. O con qué vendrán demócratas y republicanos en sus videos de propaganda, golpeando con todo a sus contrincantes. Lo que imaginamos no está ni cerca de lo que veremos pero, sin duda será más entretenido y feroz que nunca.
Los desafíos geopolíticos y de seguridad son inmensos, a través de la inteligencia artificial se pueden alentar guerras y atentados para que se suspendan elecciones o cambie la tendencia política. A pesar de que las grandes potencias llevan años hablando de legislar y regular los alcances de mundo digital, eso no va a ocurrir para esta campaña política, así que caminaremos desnudos y sin escudos a votar luego de un bombardeo mediático que esperemos preserve los fundamentos democráticos.
La inteligencia artificial no solo puede procesar, sino que puede interpretar la Big Data, ese conjunto de técnicas que permiten gestionar datos extremadamente grandes para revelar patrones de la conducta humana y las interacciones de los usuarios, algo crucial para los partidos políticos. Antes se hacía, pero ahora casi que en segundos se puede segmentar en grupos de edad, clase social, residencia, raza, etc. Por ejemplo, se pueden identificar con mayor rapidez los votantes indecisos y una vez identificados se puede construir el mensaje que los movilizará y hará que decidan entre uno y otro.
El futuro de las encuestas
Durante la última década se han registrado, cada vez con más frecuencia, fallos profundos en las predicciones electorales basadas en los sondeos de opinión pública. La afirmación “el sistema de encuestas ya no funciona, ‘polling is irrevocably broken’, es común entre expertos y ciudadanos. Quizá no se trate de todo el sistema, sino de la forma y el dónde se recoge la data. Ya lo de hacer preguntas por email o puerta a puerta a un pequeño grupo de personas y que luego esa muestra sea la representación de las opiniones de toda la población, parece tener una pieza faltante. Los jóvenes ya no conectan con este tipo de entrevistas, son individuos móviles y la gente se ha cansado de que le toquen el timbre para responder cuestionarios interminables.
Es aquí donde volteamos la mirada de nuevo hacia la inteligencia artificial y hacia las redes sociales, donde, en cada segundo de interacción, estamos siendo encuestados. Hoy en día, las personas expresan sus opiniones y hábitos sin darse cuenta a través de sus dispositivos móviles y de Internet. Toda esa avalancha de información está haciendo posible nuevos métodos para explorar lo que el público piensa sobre sus políticos.
Aquí aún no hemos llegamos al punto en el que las máquinas gobiernan a los humanos, pero esas mismas maquinas sí pueden ser los videntes del futuro al recabar con mayor exactitud el sentir de la ciudadanía. La inteligencia artificial está a un paso de tener la capacidad de predecir el futuro electoral de las naciones.
En países como Canadá se ha utilizado la tecnología como una herramienta guiada por humanos para canalizar e interpretar volúmenes masivos de datos en las redes sociales y así adivinar quién será el ganador de los comicios. Si bien hay muchas cosas que perfeccionar en esta nueva manera de hacer sondeos de opinión, esta metodología por ejemplo mide al elector en su entorno natural. El método tradicional de encuestas supone una interferencia, con preguntas dirigidas o sesgadas que condicionan la respuesta del encuestado. Con la inteligencia artificial se puede descubrir a ese elector que sorprende el día de la elección porque su opinión es consultada de manera fortuita. Un ejemplo de todo lo que se está haciendo en este campo es la encuestadora de inteligencia artificial Polly, presentada en 2020 en Canadá, este super cerebro fue construido para predecir elecciones usando las redes sociales
Desafíos de cara al 2024
Los llamados Deepfakes, vídeos generados por inteligencia artificial que crean representaciones creíbles pero falsas de personas reales son cada vez más comunes en línea. Los expertos han alertado de que la carrera de 2024 podría ser la primera “elección profundamente falsa” porque los votantes podrían ver videos de desinformación política en línea y no poder determinar qué es real y qué es falso. La legislación federal parece una utopía y es por lo que este año Minnesota, Michigan y Washington promulgaron leyes que intentaban regular a la inteligencia artificial y su uso específico en campañas políticas, las iniciativas fueron aprobadas con apoyo bipartidista, pero siguen siendo iniciativas aisladas, a nivel local. En otros siete estados presentaron proyectos de ley diseñados para abordar el problema, pero esas propuestas se estancaron o fracasaron.
Otro reto para este 2024 en esta convivencia entre las campañas electorales y la inteligencia artificial será el respeto a nuestra privacidad, cómo van a conseguir todos esos datos los partidos políticos y cómo los usarán. Ya hay experiencias previas como la de Cambridge Analytica pero eso no es lección suficiente para frenar lo que viene ¿Si ya las plataformas están vendiendo su alma a los anunciantes por qué no hacerlo a los partidos políticos? Amanecerá y veremos, pero de que estamos viviendo el futuro, sin nadie que contenga lo que viene, de eso no hay duda.