La Unión Europea espera que Bélgica dé durante la cumbre de líderes de este jueves y viernes en Bruselas su apoyo al acuerdo de libre comercio negociado con Canadá, CETA, después de que a nivel de ministros no fuera posible este martes el consenso por el veto que mantiene la región belga de Valonia.
"Si hay una decisión final, se tomará en el Consejo Europeo", zanjó la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, en una rueda de prensa al término del Consejo de Ministros extraordinario del ramo celebrado en Luxemburgo con el propósito de dar luz verde a la firma del tratado.
Esto no ha sido posible debido a que el Parlamento de Valonia, la región de algo más de 3,5 millones de habitantes que conforma la mitad sur de Bélgica, votó el pasado viernes en contra de que el Gobierno federal de Bélgica dé su conformidad a firmar el acuerdo.
El Gobierno federal de ese país tendrá constitucionalmente las manos atadas hasta que la región francófona dé su visto bueno, con lo que la presión de los Estados miembros recae enteramente sobre Bélgica.
"Podemos decir que hoy apoyan el CETA algo más de 27 Estados miembros y medio", declaró hoy el propio ministro belga de Exteriores, Didier Reynders, quien confió en que el apoyo definitivo de su país al CETA llegue en la cumbre de líderes.
El jefe de la diplomacia belga aseguró que "ya no hay reservas" de otros países y que hasta Rumanía y Bulgaria, que solicitaban a Canadá levantar la necesidad de visados que persistía para sus ciudadanos, verán "satisfechas sus demandas con la firma".
"La buena noticia es que estamos más cerca de nuestro objetivo", consideró el ministro eslovaco de Economía, Peter Ziga, cuyo país preside este semestre la UE y quien pidió "no olvidar las ventajas" de un acuerdo que "respeta los estándares europeos" y es "uno de los más equilibrados y ambiciosos logrados hasta ahora" por la UE.
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La Comisión Europea viene "trabajando día y noche en las últimas semanas" para tener el visto bueno de todos los países y poder firmar el tratado con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, el día 27 en una cumbre que, en cambio, será pospuesta si no se consigue el consenso, dijo Malmström.
Para que "todos los países se sientan cómodos firmando" el documento, destacó que han desarrollado una "declaración interpretativa adjunta que tendrá valor jurídico y será publicada en el "Diario Oficial" de la UE.
Ese documento, solicitado por Austria, Holanda, Luxemburgo, Alemania y Polonia, y sobre el que Bélgica ha pedido más claridad, "destacará lo mejor del CETA con un lenguaje llano que los ciudadanos también podrán entender", dijo la comisaria, quien precisó que "no está en la agenda" la posibilidad de reabrir la negociación del texto.
En concreto, el anexo subraya que no se rebajarán "estándares" ni se obligará "a ningún nivel a privatizar servicios".
"Las conversaciones intensas continúan" con Bélgica y sus entidades regionales, indicó la comisaria, quien confió en que la declaración adjunta aplaque las preocupaciones belgas, "similares" a las que planteaban otros Estados miembros.
En opinión de Malmström, con el CETA "está en riesgo la credibilidad de la UE para poder concluir acuerdos comerciales en el futuro".
Ziga, por su parte, confió en que "el pragmatismo abrirá el camino al consenso".
Organizaciones como Greenpeace convocaron este martes protestas ante el edificio donde se reunían los ministros para denunciar un tratado que "antepondrá los intereses de las multinacionales a los de la población", según indicó en un comunicado la asesora política de esa ONG Shira Stanton.
Señaló que la mayor preocupación es la inclusión en el acuerdo de un sistema de tribunales al margen del derecho de los países que intervendrá en caso de disputas entre Estados e inversores, así como que el tratado garantice acceso a licitaciones de servicios públicos básicos como la provisión de agua a empresas canadienses.
La portavoz de Izquierda Unida en el Parlamento Europeo, Marina Albiol, declaró en un comunicado que "nadie debe confiarse" y que la presión en la calle debe ser "de tal magnitud", que los líderes de la UE se vean obligados a "enterrar en un cajón de forma definitiva" el CETA.
Con información de EFE