Las normas anticorrupción que estableció en Papa Francisco para combatir algunas malas costumbres en El Vaticano sirven de guía para muchas naciones e instituciones.
El Político
El Papa Francisco estableció nuevas normas anticorrupción en Ciudad del Vaticano.
Estas normas para combatir la corrupción son de obligatorio cumplimiento por parte de los directivos y administradores de la Santa Sede, incluyendo los cardenales.
Prohíbe los regalos costosos
En el decreto del Papa Francisco están las nuevas obligaciones que van desde la prohibición a tener activos en paraísos fiscales hasta aceptar regalos con un valor superior a los 40 euros.
Esta última normativa afecta a los cardenales, directivos y al resto de empleados de la Ciudad del Vaticano, a la Curia Vaticana y los organismos afines, para obsequios relacionados con su posición.
Advertencia: Es una normativa para todos
Aunque esto puede estar sujeto a varias interpretaciones, la prohibición está enfocada en acabar con la costumbre de que los altos cargos reciban regalos de ricos benefactores u otros clérigos.
Es una práctica que ha provocado grandes escándalos, como cuando se supo que el excardenal Theodore McCarrick, defenestrado por abuso sexual a menores, enviaba regularmente cheques a personal en el Vaticano.
Declaración cada dos años
No es la primera vez que Francisco pone en el punto de mira la corrupción en la Iglesia católica, que considera "una verdadera lepra que enferma y mata el Evangelio".
En mayo del año 2020 endureció las normas anticorrupción para contratar a los empleados, y ahora se fija en los máximos niveles religiosos y laicos de la Curia Romana.
Los cardenales, a quien recientemente bajó un 10% del sueldo, parecen ser los principales señalados, pero también se incluyen a otros niveles.
Se incluye a todos
En los otros niveles están desde los jefes de dicasterios a vicedirectores con contratos directivos de cinco años, y todos los que tienen funciones de administración jurisdiccional activa o de control y supervisión.
Todos ellos deberán firmar una declaración en el momento de ser contratados y después, cada dos años, en que aseguren que no están sujetos a procedimientos penales pendientes.
También deben confirmar que no están siendo investigados por participar en una organización criminal, corrupción, evasión fiscal, blanqueo de capitales, terrorismo, explotación de menores o tráfico de seres humanos.
Alejados de actividades ilegales
Tampoco podrán tener propiedades o remuneraciones que procedan de actividades ilícitas.
Deben suscribir que no tienen condenas firmes, no se han beneficiado de indultos y no han sido absueltos por prescripción.
El decreto también prohíbe la inversión en paraísos fiscales, así como en empresas que operen en ámbitos contrarios a la doctrina católica.
Nada de negocios raros
Hace unos días se descubrió que el organismo que se ocupa de la gestión del patrimonio de la Santa Sede, había invertido en la empresa farmacéutica Novartis, que produce la píldora del día después.
Escándalos económicos
Esta nueva normativa forma parte de la purga del Pontífice después de los recientes escándalos económicos que implicaron al Vaticano. En la lucha anticorrupción acabaron en un castigo ejemplar al cardenal italiano Angelo Becciu.
Recientes investigaciones han descubierto que la Santa Sede contrató a intermediarios financieros como Gianluigi Torzi, acusado de haber engañado en la compraventa de un inmueble de lujo en Londres. Este "negocio" dejó un agujero ruinoso de casi 400 millones de euros en las arcas vaticanas.
Y serán sancionados
El Papa escribió el decreto en el Motu Propio.Se trata, de un documento pontificio de carácter legal. En el mismo, subraya que quiere que estas reglas eviten "conflictos de interés, los métodos del clientelismo y la corrupción en general".
En caso de declaraciones falsas, la Santa Sede podrá despedir a los empleados que las suscriban.
“El corrupto se cree un vencedor”
Explicó el Papa, que en un ambiente de triunfalismo, el corrupto “se pavone para menospreciar a los otros. El corrupto no conoce la hermandad o la amistad, sino la complicidad y la enemistad”, según aciprensa
Es como el mal aliento
En su discurso, el Santo Padre señaló que “el corrupto no percibe su corrupción”. Es como el mal aliento: “difícilmente quien lo tiene se da cuenta, son los otros quienes se percatan y deben decirlo.
Por tal motivo, difícilmente el corrupto podrá salir de su estado” a través de su conciencia. “La corrupción es un mal más grande que el pecado. Más que ser perdonado, este mal debe ser curado”, expresó Francisco.