El Gobierno aumenta las pruebas y aloja a los enfermos leves en hoteles para que pasen la cuarentena ante el aumento de los contagios en las casas más humildes. Mientras, Argentina caerá en default el próximo viernes 22
El Político
Flor Cruzado y su marido salen del estadio de San Lorenzo con pequeños bolsos pero grandes sonrisas. No han visto a su equipo ganar sino que se alegran por otro resultado muy favorable: ambos han dado negativo por la Covid-19.

Pero son minoría porque cerca del 60% de los análisis realizados a sus vecinos de la Villa 1-11-14, una de las zonas más pobres de la ciudad de Buenos Aires, han dado positivo.
“Hay un incremento de casos porque el virus entró en las barriadas humildes”, observa Ginés González García, el ministro argentino de Salud. La semana pasada, el país sudamericano superó por primera vez los 300 contagios diarios y el número de víctimas fatales ascendió a 24, cifra récord desde el inicio de la pandemia. Para frenar su propagación, el gobierno ha comenzado a realizar exámenes en los dos barrios más afectados.
Buscan Covid-19 en los barrios más pobres de Buenos Aires
En toda Argentina, más de tres millones de personas viven en asentamientos informales. En la Villa 1-11-14, situada a pocos metros del estadio de San Lorenzo, residen cerca de 60.000. “Gran parte de la pandemia nos la jugamos acá”, asegura Gabriel Battistella, subsecretario de Atención Primaria del gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
“Por el número de casos y por las condiciones de las viviendas de las villas. Al dormir tres o más personas por habitación y ser familias que comparten espacios comunes como el baño y la cocina con otras, la propagación de la Covid-19 es más rápida que en otros barrios de clase media o alta”, detalla.
“Estamos realizando una búsqueda activa de personas con Covid-19” porque el objetivo es cortar la cadena de transmisión en el barrio”, añade Battistella.
Un estadio de fútbol convertido en consultorio médico
Mientras habla, llega un autobús escolar con una docena de habitantes de la 1-11-14, que bajan y forman fila para entrar. Con el fútbol paralizado por la emergencia sanitaria, el espacio bajo las gradas ha sido reconvertido en una sala de atención médica.
Los recién llegados pasan primero frente a una administrativa que les toma los datos y les abre una historia clínica electrónica. Después, una médica los examina. En caso de tener síntomas compatibles con la Covid-19, pasan a una unidad móvil sanitaria en la que se realizan los hisopados. Deben aguardar entre cinco o seis horas para tener los resultados.
Los positivos son enviados a distintos lugares según su estado de salud: los pacientes leves quedan aislados en hoteles hasta recibir el alta y los moderados y graves son enviados al hospital. Como no se sabe de antemano cuál será el resultado del test, todos llegan al estadio con un pequeño bolso cargado con lo que consideran necesario por si la vuelta a casa se retrasa 14 días o más.
El hijo de Cruzado, uno de los primeros de la 1-11-14 en contagiarse de coronavirus, tardó tres semanas en regresar, hace solo dos días. “Su hijo, mi nieto, nació el 26 de abril y no lo conocía”, dice la abuela. Superado el periodo de incubación de la enfermedad y con el resultado negativo en la mano, Cruzado se alegra de que nadie más de la familia se infectase y asegura que toma todas las precauciones posibles para evitar otro caso: “Me paso todo el día limpiando y desinfectando”.
Escraches vecinales
Contagiarse no supone solo un riesgo para la salud sino que implica en muchos casos la estigmatización por parte de los vecinos, advierte Cruzado. Los vecinos han escrachado las casas de varios enfermos del barrio y se han registrado también episodios violentos, informa un trabajador social, quien cree que el miedo a quedar señalados hace que algunos enfermos leves nieguen los síntomas o los intenten ocultar.
De los 3.706 contagios detectados hasta el momento en la ciudad de Buenos Aires, 1.201 corresponden a barrios vulnerables, pero su porcentaje es mayor a medida que pasan los días. El sábado, de los 188 nuevos casos, 113 se registraron en villas, según datos del gobierno porteño.
Organizaciones sociales denuncian que la intervención estatal ha llegado demasiado tarde, y exigen que los test se extiendan a todos los barrios, no solo a los dos más afectados, para ir por delante y no detrás del virus.

Argentina asume que caerá en ‘default’ el viernes,
Mientras tanto, ya nadie confía en que Argentina pueda evitar el default (incumplimiento de las obligaciones legales o condiciones de un préstamo). El viernes 22 hay un vencimiento de bonos por 503 millones de dólares y los acreedores saben que no cobrarán. Sin embargo, tanto el gobierno como los tenedores de bonos se declaran dispuestos a seguir negociando más allá de esa fecha. Si los acreedores no recurren a los tribunales neoyorquinos y mantienen el diálogo con las autoridades argentinas, el default, el noveno en la historia del país, puede ser reversible.
Martín Guzmán, el ministro de Hacienda, dice que la pandemia ha complicado la renegociación de la deuda argentina. Según él, no es lo mismo hablar mediante videoconferencia que hacerlo en persona. En cualquier caso, se acaba el tiempo y aún falta casi todo por acordar.
Los contactos formales comenzaron en marzo con el 8 de mayo como fecha límite. No hubo resultados. El horizonte se desplazó in extremis hasta el 22 de mayo. Pero el próximo viernes, al vencimiento de 503 millones de dólares, no habrá ni acuerdo ni pago. Parece inevitable el default, al menos desde el punto de vista técnico.
Los grandes grupos inversores se muestran tan deseosos de evitar un auténtico default como el gobierno del presidente Alberto Fernández. Y eso mantiene las esperanzas, reflejadas el lunes en los mercados financieros: subieron los bonos argentinos y el riesgo-país siguió bajando.
Los acreedores han creado tres grupos distintos (Bondholders, Ad Hoc y Exchange), según las características de la deuda en poder de cada uno, y han presentado sus propias propuestas. Aunque están todavía lejos de la oferta gubernamental, se vislumbra la posibilidad de un acuerdo en cuestión de semanas. Los mercados apuestan por un default breve y sin pelea en los tribunales.
Ofertas que hace el gobierno
Sobre una deuda global de 66.238 millones de dólares, el gobierno argentino propone una quita (remisión o liberación que de la deuda o parte de ella hace el acreedor al deudor) de 3.600 millones sobre el principal; una reducción del interés promedio desde el 7% anual al 2,3% y un periodo de gracia de tres años en los que no se pagaría ni principal ni intereses.
Ad hoc, el grupo encabezado por Black Rock, el acreedor más duro, y en el que participan otros gigantes como Fidelity, solo está dispuesto a aceptar una quita simbólica en el capital (inferior al 1%); a bajar el interés medio del 7% al 4,4% y se niega a aceptar un periodo de gracia superior a un año.
El grupo Bondholders se declara dispuesto a asumir una quita en el principal del 2,3% y no rechaza frontalmente un periodo de gracia, pero exige intereses medios del 5% y una amortización cercana, a partir de 2027. En Exchange no quieren ningún periodo de gracia ni quita de capital, aunque proponen bajar el interés medio al 4,7%.
Las distintas ofertas pueden parecer irreconciliables. No deberían serlo, si se alcanza un compromiso sobre el valor de cada bono. La deuda argentina llegó a rozar una cotización apenas superior al 30% del nominal de cada bono, un precio que implicaría default duro e irrupción de los fondos buitre (aquellos cuyo negocio consiste básicamente en litigar).
La cotización ha aumentado en las últimas semanas. El gobierno argentino valora los bonos en una media del 47%. Los acreedores, con pequeñas variaciones, apuntan entre el 55% y el 57%. Los analistas consideran verosímil un acuerdo en torno a un porcentaje cercano al 52%.
El periodo de gracia, al que Alberto Fernández y su ministro Martín Guzmán no quieren renunciar porque Argentina lleva tres años en recesión, registrará este año una contracción económica del 7% y necesita tiempo para acumular reservas en divisas, podría ser digerible para los acreedores si durante el mismo se contabilizaran intereses a pagar más adelante. Hay opciones de entendimiento, según gobierno y acreedores. Pero no dará tiempo a alcanzarlas antes del 22 de mayo.
(Con información de El País)