Ninguno de los dos se sintió ganador, y por eso rehuyen un nuevo encuentro después del primer encuentro que decepcionó a casi todas las 84 millones de personas que lo vieron. Los debates forman parte de la vida política americana, y au cuando tal vez no cambien la intención de voto, permiten conocer un poco mejor a los candidatos y sus ideas.
El Político
El primer debate político conocido en los Estados Unidos se dio en 1858 cuando Abraham Lincoln, debatía con Stephen Douglas sobre la abolición de la esclavitus. Esta discusión pública no llevó a que Lincoln ganara el escaño en el Senado que buscaba. Sin embargo, las transcripciones se distribuyeron por todo el país y se convirtieron en un trampolín que llevó a Lincoln a la Casa Blanca dos años más tarde.
1976 inicio de los debates contemporáneos
No fue hasta más de un siglo después, a partir de 1976, que se celebrarían debates nacionales para cada elección presidencial.
El primer debate televisado de la historia de las elecciones de EEUU: Kennedy vs. Nixon, 1960. Hubo cuatro debates en TV en esta campaña. En el 1º vimos a un Nixon pálido y sudoroso, frente a un JFK mucho más seguro, gracias a la formación que había recibido sobre cómo desenvolverse ante las cámaras. Comenzaba así una nueva época.
La cuestión de la edad: Reagan vs. Mondale, 1984.
A Reagan le acusaban de ser demasiado mayor para ocupar el Despacho Oval, pero con maestría y sentido del humor desmontó este ataque, produciendo incluso la risa de su rival.
“Usted no es Kennedy”: Quayle vs. Bentsen, 1988.
En el debate vicepresidencial de ese año un “zasca” tremendo se apoderó del escenario cuando Lloyd Bentsen espetó a su oponente: “Senator, you are NO Jack Kennedy”.
Dukakis y la pregunta sobre la pena de muerte: Bush vs. Dukakis, 1988.
Otro momento clave fue cuando Dukakis respondió a la pregunta de si estaría a favor de la pena de muerte si su mujer fuera violada y asesinada. Su respuesta fue tan fría que reforzó aún más los ataques contra él de débil contra el crimen.
Bush mirando la hora: Bush vs. Clinton, 1992.
Imposible no recordar cuando a George H. W. Bush se le escapó durante el debate una miradita al reloj en el turno de preguntas de los espectadores, transmitiendo así su incomodidad.
Gore se acerca a Bush y este le saluda:
Bush vs. Gore, 2000. En medio de una respuesta que estaba dando George W. Bush, Al Gore se levanta y se acerca. Ante la sorpresa de Bush, le sonríe, le saluda y continua con su respuesta, generando la carcajada del público.
“Estarías en la cárcel”: Trump vs. Clinton, 2016.
Este 14 de octubre debería realizarse el segundo debate
Entre los candidatos presidenciales Joe Biden y Donald Trump, la propuesta de realizarlo de manera virtual fue rechazada de inmediato por Trump, pero el propio Biden aceptó de buena gana no realizarlo.
Esta decisión causó una gran frustración en el electorado. Es una catarsis en tiempos del Covid, da una visión de futuro, coloca sobre el tapete los temas más preocupantes y por lo menos da otros temas de conversaciones a millones de personas que todavía permanecen encerradas en sus casas.
Los debates pueden ser más importantes que en las elecciones anteriores porque los candidatos han tenido menos oportunidades para los eventos típicos de la campaña debido a las restricciones de salud pública.
Las diferencias con los debates entre Lincoln y Douglas serán muchas: En lugar de que cada candidato hable durante una hora o más durante su turno durante un espacio de tres horas, los candidatos actuales se turnaron durante una sesión de preguntas y respuestas televisada de 90 minutos de duración dirigida por periodistas. En lugar de transcripciones por telégrafo, decenas de millones de personas vieron los acontecimientos en directo, y los medios de comunicación social y la prensa amplificaron tanto las palabras de los candidatos como las reacciones de los espectadores a las mismas, durante y después de los debates.
Los debates en Estados Unidos suelen incluir a los candidatos republicanos y demócratas, pero no a los candidatos que representan a otros partidos. Sin embargo, los candidatos de terceros partidos o independientes aparecerán en las papeletas de votación.
La organización no partidista Liga de Mujeres Votantes dirigió los debates durante años, pero en 1988 los líderes de los partidos tomaron el control. Desde entonces, sólo se ha permitido debatir a los candidatos con un apoyo sustancial en las encuestas públicas. Por ello en general sólo dos candidatos suben al escenario en el otoño, aunque el independiente Ross Perot fue incluido en 1992.
¿Harán cambiar de opinión a los votantes?
Analizar la influencia exacta de los debates en los votantes es difícil, pero es evidente que “importan”, dice Kathleen Hall Jamieson, directora del Centro de Política Pública Annenberg de la Universidad de Pennsylvania. “Es la única oportunidad de la elección para contrastar los candidatos [de los principales partidos] en el mismo lugar respondiendo a las mismas preguntas. Se tiene una idea de su temperamento y su capacidad de anticipar lo inesperado”.
Además de dar a los votantes una idea de la personalidad y el carácter de los candidatos, los debates educan a los espectadores estadounidenses sobre los temas y la posición de los nominados, dice Bill Benoit, profesor de estudios de comunicación de la Universidad de Alabama en Birmingham.
“Los debates han cambiado la intención de voto de algunos votantes pero más comúnmente refuerzan las actitudes existentes”, dice Benoit. “El debate no gana o pierde una campaña por sí mismo, pero ciertamente fortalece o debilita una campaña”.
Otra cosa muy distinta a los días de Lincoln es el reciente hábito de ver un debate mientras se siguen las opiniones de otras personas en las redes sociales, lo que puede interferir con la audición de lo que los candidatos están diciendo, dice Benoit.
Los debates en Estados Unidos son diferentes a los de otras democracias porque el sistema político está más ligado al candidato individual que a la plataforma de un partido, dice Stella M. Rouse, profesora adjunta de gobierno y política en la Universidad de Maryland.
“El debate en este país es algo muy individualista”, comentó.
Los elementos curiosos y los errores en los debates a menudo dominan las noticias posteriormente, pero a veces las reacciones pasan por alto la verdad. Lloyd Bentsen asestó un golpe a Dan Quayle, de 40 años, en el debate vicepresidencial de 1988, cuando Quayle dijo que tenía tanta experiencia en el Congreso como la que tenía John F. Kennedy antes de ser presidente.
“Serví con Jack Kennedy. Conocí a Jack Kennedy. Jack Kennedy era amigo mío. Senador, usted no es Jack Kennedy”, replicó Bentsen. Pero Jamieson dice que la verdad, que Quayle habló con precisión sobre sus años de experiencia, se perdió en el intercambio.
Aun así, los debates dan a los votantes información sobre cómo gobernaría un candidato. Aunque los escépticos a veces se quejan de que los políticos no cumplen sus promesas de campaña, Jamieson dice que la evidencia demuestra lo contrario. En promedio, los presidentes intentan promulgar el 60 por ciento de sus propuestas de campaña.
En los debates, “se puede ver una diferencia bastante drástica en lo que harían”, dice Jamieson.
El debate de 1980 es un buen ejemplo, según Jamieson. El presidente Jimmy Carter, que tenía una formación en ingeniería, conocía muchos hechos pero era incapaz de comunicar un panorama más amplio. Ronald Reagan era todo lo contrario: bueno en contar historias que conectaran con el público pero corto en detalles.
Ambos terminaron gobernando con esas respectivas fortalezas y debilidades, dijo.
Reagan era un maestro de memorables líneas de debate y ganó las elecciones después de preguntar: “¿Están mejor que hace cuatro años?”
Aunque gran parte de la cobertura de noticias se centra en estas frases con pulso, los votantes conocen más sobre los asuntos que escuchan. Benoit indica que las encuestas muestran que las personas que observan los debates conocen mejor los asuntos después de estos que antes de haber escuchado y mejor que las personas que no observan los debates.
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