Cuando falta un mes y medio para que Donald Trump llegue a la Casa Blanca, el gobierno de Mauricio Macri potenció todos sus contactos con dirigentes clave del partido Republicano con vistas a un objetivo central: profundizar las relaciones bilaterales y evitar que la llegada del nuevo presidente norteamericano signifique un cambio traumático para la Argentina.
Instruida por Macri, la canciller Susana Malcorra pidió a sus funcionarios de confianza y al embajador en Washington, Martín Lousteau , que avancen con todos los contactos posibles del equipo de Trump. "Es importante seguir profundizando la agenda común que tenemos ambos países", explicó a LA NACION un funcionario.
En el Gobierno confían en que el vínculo personal que Macri tiene con Trump ayudará mucho a mantener las relaciones bilaterales y evitar el aislacionismo que planteó el presidente electo de Estados Unidos en su campaña. Macri ya habló por teléfono con Trump, quien le aseguró que ambos países construirán "las mejores relaciones bilaterales de la historia". Ese gesto aplacó los nervios en el Gobierno, pero no creen que esa actitud sea suficiente para mantener unas relaciones diplomáticas estables en el tiempo. Aún habrá que trabajar mucho en términos de estructuras y diplomacia.
En este sentido, la canciller Malcorra admite que las relaciones personales de Macri y Trump ayudarán mucho para apuntalar el vínculo bilateral, pero "no será suficiente". Para ello, la canciller cree que se debe poner énfasis en un fuerte trabajo de la diplomacia para acercar a los actores clave en el entramado de gobierno de ambos países. La indefinición del nombre del secretario de Estado de Trump frena la política de acercamientos.
No obstante, el embajador Lousteau empezó a desplegar todos sus contactos con los futuros actores relevantes del equipo de Trump y con la diplomacia amiga de Washington. Hoy dará una cena de valid pares con 17 embajadores de diferentes países en la embajada argentina para intercambiar opiniones sobre el equipo de Trump.
A la vez, Lousteau estuvo esta semana con Rudolph Giuliani, el ex alcalde de la "tolerancia cero" de Nueva York que sonó como eventual secretario de Estado de Trump. Según pudo saber LA NACION, en esa cena Lousteau logró un buen vínculo con Giuliani. Por otra parte, el embajador argentino se contactó con Chris Christie, el abogado y dirigente del Partido Republicano que es muy allegado a Trump.
Y cayó muy bien en la Casa Rosada la designación de John Kelly, el ex militar que dirigirá el Departamento de Seguridad Interior de los Estados Unidos. Este marine retirado conoce la Argentina y tiene buenos lazos con Pro.
El embajador Lousteau también tomó contacto personal con más de cuatro candidatos a secretarios de Estado del próximo presidente de Estados Unidos. A todos les envió la misma señal: la Argentina busca profundizar los lazos con Washington en el futuro inmediato.
No obstante, la decisión del Gobierno de que Macri no viaje a la asunción de Trump, el 20 de enero, se mantiene. Esto generó cierto ruido hacia dentro de la Cancillería y afuera también. Si bien el protocolo de Estados Unidos establece que no se invita a jefes de Estado para la asunción del presidente, es costumbre de muchos países enviar a sus máximas autoridades.
En el Gobierno confirmaron a LA NACION que Macri no estará en Washington para la ocasión. En su lugar irá la vicepresidenta Gabriela Michetti. En la Casa Rosada creen que la presencia de Macri en la Casa Blanca ese día "no sumará mucho"; apuestan a un encuentro más adelante.
Algunos diplomáticos recomendaron que Macri se haga presente en la asunción de Trump para dar una señal positiva. Fuera del Gobierno piensan igual. El presidente del Centro de Estudios Americanos, Luis Savino, dijo a LA NACION que "para profundizar las relaciones bilaterales con Estados Unidos sería necesaria la presencia activa de Macri en Washington desde el 20 de enero". Pero esto no sucederá.
Con información de La Nación