La ira inicial dio lugar a la calma, o, por lo menos, al cálculo frío sobre los beneficios de una relación armónica por encima del enojo y los deseos de revancha. Menos de una semana después de congelar la reforma política en el Congreso, la mayoría de los gobernadores peronistas en Argentina llegará hoy, a las 18, a la quinta de Olivos para firmar un convenio con el presidente Mauricio Macri, quien escenificará una tregua con los mandatarios en un momento difícil de la relación.
En principio, la convocatoria para firmar un convenio de lucha contra las adicciones corrió por parte de la Sedronar; la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, y el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis. Varios de los gobernadores consultados por LA NACION reiteraron que el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, les avisó que no se hablará allí -al menos no está previsto- del proyecto para subir el piso del impuesto a las ganancias, que el Gobierno negocia con el massismo. Tampoco de la rechazada reforma electoral, un punto que la Casa Rosada aún no se resignó a dejar de tratar en las sesiones extraordinarias, que comenzarán el mes próximo.
"No está previsto tratar Ganancias ni antes ni después de la reunión", afirmaron a LA NACION en la Jefatura de Gabinete. De todos modos, en la Casa Rosada ven la presencia de los mandatarios como un gesto de distensión en medio de los chisporroteos.
Ayer, Frigerio recibió en su despacho al gobernador socialista Miguel Lifschitz (Santa Fe) y habló por teléfono con otros mandatarios. Su par de Modernización, Andrés Ibarra, presidió una reunión con ministros provinciales en el Salón de los Pueblos Originarios de Balcarce 50. "La relación es cordial, nunca se cortó y va a continuar", dijo con una sonrisa el ministro a LA NACION cuando salía de la Casa Rosada. Cerca de Macri, de todos modos, se notaban algunas heridas abiertas. "No estuvieron bien, nos prometieron apoyo después de todo lo que les dimos y nos respondieron de la peor manera", se quejaban cerca del Presidente.
El enojo presidencial, como el de la primera plana del Gobierno, está centrado en cuatro gobernadores: los kirchneristas Alicia Kirchner (Santa Cruz) y Gildo Insfrán (Formosa); la catamarqueña Lucía Corpacci, y el pampeano Carlos Verna. "No sólo no apoyaron, sino que militaron contra la reforma política", expresaron en el ministerio que conduce Frigerio. Otros gobernadores que comenzaron con buenos vínculos con el Gobierno, como el tucumano Juan Manzur y el riojano Sergio Casas, se distanciaron por el apoyo de la Casa Rosada a sus opositores locales y la "falta de solución" a sus pedidos de fondos. El secretario de Asuntos Políticos, Adrián Pérez, apuntó contra el titular de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado, Marcelo Fuentes, por "bloquear" el tratamiento no sólo del proyecto oficialista, sino también el del mismo kirchnerismo. "De todos modos, vamos a intentar tratar el proyecto y que los veinte senadores que no quieren hacerlo queden en evidencia", reiteraban en Balcarce 50.
Casas y Lifschitz son sólo dos de los opositores que confirmaron que estarán hoy en Olivos. La tregua está en marcha.
Con información de La Nación