Las elecciones de medio término en Estados Unidos tenían a los demócratas nerviosos. El estado delicado de la economía, un repunte en la criminalidad y la impopularidad del presidente Joe Biden auguraban una posible gran victoria de los republicanos.
Alejandro Armas/El Político
Pero la "marea roja" finalmente no se dio. De hecho, contraviniendo tendencias históricas, los demócratas obtendrían el mejor resultado de unas elecciones de medio término en décadas. Por lo general, estos comicios son desfavorables al partido presidencial.
¿Por qué a los republicanos les fue peor de lo esperado? ¿Cómo incidirá el desenlace en la política norteamericana a partir de ahora? Veamos.
Números bajos
En las elecciones de medio término, siempre está en juego toda la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y varias gobernaciones regionales. Como había ocurrido en veces anteriores, la oposición esperaba obtener una amplia victoria en la cámara baja. También tomar el control del Senado, aunque fuera por unas pocas curules.
Al momento de redactar estas líneas, el resultado final sigue siendo incierto, pero los propios republicanos admiten que es un tanto decepcionante. Siguen siendo los favoritos para hacerse con la cámara baja, pero tal vez no se sepa por días y la conservación de la mayoría demócrata actual es una probabilidad mayor que hasta ayer. De todas formas, si los republicanos obtienen la mayoría, será por un margen estrecho, menor al que esperaban.
La imagen final en el Senado es menos segura aún. Los candidatos republicanos en estados sin lealtad partidista fija han tenido un desempeño pobre. Los demócratas hasta lograron arrebatarles un escaño en Pennsylvania. Para ganar una pequeña mayoría en la cámara alta, los republicanos tendrían que ganar curules en al menos dos de los siguientes estados con comicios reñidos: Arizona, Nevada y Georgia. En este último estado pudiera incluso haber una balotaje en diciembre.
Aunque pierdan el control de ambas cámaras, la votación representó un relativo alivio para los demócratas y un presagio de que no necesariamente les espera la desgracia. Sus resultados fueron mejores que los de los comicios de medio término de 1994 y 2010, a pesar de que Bill Clinton y Barack Obama, respectivamente presidentes en esos años, eran más populares que Biden. Ambos obtuvieron la reelección después.
Factores discretos
Los republicanos tenían varios elementos a su favor para lograr su tan deseada "marea roja". La inflación en Estados Unidos es la más alta en décadas y provoca grandes molestias y temores entre el público. También hay inquietudes por un alza en el número de delitos en varias ciudades. El gobierno de Biden tiene poco respaldo.
En efecto, la expectativa era que estas fuentes de descontento con los demócratas propiciarían una derrota amarga. Pero al final hubo otros factores que influyeron en el voto. Sobre todo entre la base demócrata, que acudió a las urnas en amplio porcentaje. Pero también algunos independientes.
Entre ellos, el temor suscitado por el radicalismo de muchos candidatos republicanos, y especialmente aquellos apoyados por el expresidente Donald Trump. Recordando el esfuerzo por revertir la derrotas de este en 2020, y el bulo de que Trump ganó, los demócratas sistemáticamente caracterizaron a este grupo como una amenaza para la democracia. Aparentemente ello dio resultado.
Otro factor pudo haber sido el rechazo a una sentencia de la Corte Suprema que más temprano este año eliminó el derecho constitucional del aborto a nivel nacional. Dado que los republicanos casi siempre son favorables a la restricción del aborto, el fallo quizá movilizó el voto por los demócratas.
Lo que viene
Con una mayoría ínfima en ambas cámaras del Congreso (mejor escenario posible actualmente para ellos), los republicanos no podrán impulsar su agenda como les plazca. Buena parte de dichos planes consiste en desmantelar las políticas de Biden. Los demócratas podrán bloquearles los intentos con el requerimiento de una mayoría calificada de sesenta senadores, o con el veto presidencial del propio Biden.
Lo que los republicanos sí podrán hacer es obstaculizar considerablemente lo que el gobierno demócrata tiene pendiente. También emprender investigaciones en contra de Biden y su entorno, que a duras penas se traducirían en sanciones legales, pero que tendrán incidencia en la opinión pública que dependiendo de sus resultados.
Para obtener forzosamente concesiones de los demócratas en cuanto a su agenda, tendrían que amenazar con el rechazo a subir el techo de la deuda nacional, lo que generaría un default y, posiblemente, una crisis económica global.
Por otro lado, una votación mejor que la esperada para los demócratas será un menor aliento para un cambio de rumbo. Tanto en el liderazgo de Biden como en las políticas del partido en general. Cabe suponer que insistirán con sus planes, aunque implique un mayor choque con los republicanos en el próximo Congreso.