El domingo pasado se llevaron a cabo elecciones regionales y locales en Ecuador. Los resultados son bastante favorables para la izquierda afín al expresidente Rafael Correa, quien gobernó la nación andina entre 2007 y 2017 y hoy es prófugo de la justicia de su país.
Alejandro Armas/El Político
Ello representa un severo revés para el gobierno conservador de Guillermo Lasso. Pero no es el único. El Presidente también había hecho una propuesta de reforma constitucional que fue rechazado por los votantes.
Veamos a continuación en detalle los resultados y sus implicaciones para la política de la nación andina en general.
Triunfo histórico de la izquierda
Los ecuatorianos acudieron a las urnas para elegir a 23 prefectos (gobernadores de provincias) y 221 alcaldes. A nivel regional, el partido Revolución Ciudadana, que Correa encabeza pese a su exilio en Bélgica, fue el más beneficiado, con nueve prefecturas.
Entre sus conquistas están las provincias de Pichincha y Guayas, las dos más pobladas del país. Abarcan respectivamente las dos ciudades más grandes de Ecuador, Quito y Guayaquil. La primera, capital nacional, concentra el poder político, mientras que la segunda es el principal centro financiero del país.
Pero es que además, el triunfo se replicó en esas urbes. En Quito se impuso, aunque con tan solo un cuarto de los votos, Pabel Muñoz. Es el primer abanderado del correísmo en hacerse con la alcaldía de la capital desde 2009.
Más notable aún es la victoria del también correísta Aquiles Álvarez en Guayaquil, con alrededor de 40% del sufragio. Derrotó a la alcaldesa actual, la veterana dirigente Cynthia Viteri. La urbe portuaria ha sido un bastión tradicional del conservadurismo ecuatoriano. El Partido Social Cristiano ha gobernado la ciudad sin interrupciones desde 1992.
El tiro por la culata
El presidente Lasso, cuyo gobierno es bastante impopular, pudo haber asimilado la victoria de sus adversarios izquierdistas sin sufrir un golpe directo. Pero en vez de eso convocó para el mismo día de los comicios regionales y locales un plebiscito para reformar varios aspectos de la Constitución.
Entre los cambios propuestos estaba la posibilidad de extraditar a ecuatorianos señalados por crímenes internacionales. También disminuir el número de integrantes de la Asamblea Nacional, la legislatura unicameral de Ecuador. Asimismo, crear mecanismos para la protección ambiental de fuentes de agua.
Luego de un lento conteo de votos, el resultado arrojó que la propuesta fue rechazada. El propio Lasso hubo de reconocerlo.
Algunos especialistas consideran que la verdadera motivación de la reforma no era introducir cambios relevantes. Más bien era someter a juicio la mismísima gestión de Lasso, con la expectativa de que aumentara su popularidad. Esto es lo que la politóloga Nadia Urbinati denomina “plebiscitarianismo”. Llevado al extremo constituye un peligro para la democracia al centrar la atención en un líder individual.
Sin embargo, a Lasso no le salió bien la jugada. Entre eso y el resurgir de la izquierda correísta, se le complica al Presidente su contienda por la reelección, que anunció recientemente.