La política en Estonia, el más pequeño de los tres países bálticos, rara vez es de gran interés para alguien fuera de su casi millón y medio de habitantes. Sin embargo, las elecciones de este domingo arrojan un resultado que pudiera interpretarse como indicio de la opinión pública europea sobre la guerra en Ucrania.
Alejandro Armas/El Político
El gobierno de la primera ministra Kaja Kallas, uno de los aliados más altisonantes de Kiev en su resistencia a la agresión rusa, recibió un fuerte espaldarazo de los votantes. Ello en medio de una situación política y un malestar social muy ligados a los acontecimientos bélicos más al sur. Así que el triunfo de Kallas no era para nada seguro.
¿Qué es lo que nos dice este desenlace comicial sobre Europa? Veamos.
Triunfo pese a la adversidad
El Partidos Reformista, de centroderecha y encabezado por Kallas, fue por amplio margen el más votado, con 31,6% del sufragio. Esto a pesar de que Estonia es uno de los países que más ha sufrido el daño colateral de las sanciones a Rusia.
Al ser especialmente dependiente de los hidrocarburos rusos, que los países de la Unión Europea acordaron dejar de consumir como castigo al Kremlin por su invasión de Ucrania, la economía estonia sufrió como pocas el impacto. Su inflación anualizada subió a 20% el año pasado. Una de las más altas en el Viejo Continente.
El principal rival del oficialismo, el ultraderechista Partido Conservador del Pueblo Estonio (EKRE, por sus siglas en vernáculo), vio una oportunidad en este contexto. Si bien es crítico de la invasión rusa de Ucrania, hizo un llamado a recortar los gastos del gobierno estonio destinados a la guerra y con esos recursos ayudar a los ciudadanos estonios a saldar sus abultadas cuentas energéticas. Estonia brinda alrededor de 44% de sus presupuesto defensivo a Kiev. Pero EKRE quedó en un distante segundo lugar, con 16,1% del sufragio.
Estonia es una república parlamentaria unicameral. Sin una mayoría absoluta, el Partido Reformista deberá formar una coalición con otros partidos para seguir gobernando. Con su cómodo primer lugar, debería partir con buen pie para ese objetivo.
Diferencias importantes
En teoría, las elecciones en Estonia son una gran decepción para la estrategia del Kremlin de socavar el apoyo europeo a Ucrania mediante el desgaste económico. Si el país báltico puede aguantar penurias mayores a las de sus vecinos y a la vez mantenerse firme, ¿por qué naciones más ricas, como Alemania y Francia, no podrán?
Pero este razonamiento debe tener en cuenta que el balance de costos y beneficios varía entre países. Estonia podrá estar afrontando dificultades económicas más grandes. Pero también es un país mucho más vulnerable al expansionismo ruso. Al igual que Ucrania, comparte frontera terrestre con Rusia, fue parte del imperio de los zares y de la Unión Soviética, y tiene una minoría rusa notable (más de 20% de la población).
El Kremlin tiene entonces amplios elementos para justificar en su propaganda un hipotético envío de tropas a Estonia. Claro, a diferencia de Ucrania, el país báltico es parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y eso aminora considerablemente el peligro de agresión. Pero en un mundo de tensiones agravadas entre Occidente y Rusia, la alarma en Estonia es natural. Y supone un estímulo importante para tolerar el costo económico de hacerle frente a Moscú.
Otros países europeos pueden sentirse en menor peligro que Estonia y su disposición a sortear las penurias económicas sería entonces menor. Pero por esa misma razón, si las elecciones estonias hubieran tenido un resultado distinto, quizá hubiera indicado que el apoyo europeo a Ucrania es incluso más vulnerable de lo que se imaginaba. A fin de cuentas, un punto menos para el presidente ruso Vladimir Putin.