Emmanuel Macron logró el año pasado convertirse en el primer Presidente de Francia en obtener un segundo mandato en dos décadas. Constitucionalmente, no puede optar por otro más. Así que el Presente pudiera concentrarse en consolidar su legado, sin la presión de afrontar otros comicios.
Alejandro Armas/El Político
Una ambición que ha manifestado en tal sentido es que Francia cuente en los próximos años con una economía competitiva y en forma. Para lograrlo, argumentó que es necesario subir la edad de retiro para el cobro de pensiones, de 62 a 64 años. Ello debido al problema, en Francia y otros países, de una población más longeva en la que habría que gastar más durante su vejez.
Pero la medida es terriblemente impopular. Ha desatado manifestaciones y huelgas en las calles de Francia. También dos intentos desde el poder legislativo para derrumbar su gabinete, que no prosperó. ¿Cuán grave es esta crisis política gala? ¿Qué consecuencias puede tener para Macron? Veamos.
Sacudida parlamentaria
En medio de un fuerte clima de protesta que ya se venía desarrollando, Macron esperaba que algunos partidos aparte del suyo en la Asamblea Nacional le dieran el visto bueno a su reforma. Pero en los últimos días, varios diputados del partido Los Republicanos (representantes de la centroderecha tradicional francesa), con los que contaba, le dieron la espalda.
Prefiriendo evitar una derrota legislativa, Macron optó por recurrir a un recurso constitucional que permite al Presidente hacer ley ciertas medidas, sin la aprobación del Parlamento. Esto produjo un fuerte rechazo entre los legisladores, que intentaron pasar dos mociones de censura contra el gobierno.
La primera, impulsada por el llamado grupo “Libertades, Independientes, Ultramar y Territorios” (LIOT) contó con amplio respaldo a lo largo del espectro político. Sin embargo, de los 287 votos necesarios para aprobarla, le faltaron 9. A la segunda moción, planteada por Agrupación Nacional (el partido de extrema derecha encabezado por Marine Le Pen, némesis de Macron), le fue mucho peor: solo obtuvo 94 votos.
Cabe recordar que Francia es un régimen semipresidencial. De haber prosperado alguna de las mociones de censura, se hubiera desplomado el gabinete que encabeza la primera ministra Élisabeth Borne, aliada del Presidente. El propio Macron no se hubiera visto obligado a dimitir. Pero sí hubiera forzado el retiro de la reforma de pensiones y propinado un duro golpe a la agenda presidencial. De eso Macron se salvó por muy poco.
Dificultades en el porvenir
Pero el dolor de cabeza del Presidente no termina con este lío parlamentario. Continúan las protestas masivas a lo largo y ancho de la nación. Francia no se ha paralizado del todo, pero las manifestaciones son tal vez las más grandes desde el caótico movimiento de los “chalecos amarillos” en 2018. Algunas protestas se han vuelto violentas. La basura se amontona en las calles de París por una huelga de recolectores que acumula semanas.
La concreción de la reforma de pensiones sin voto parlamentario dio un nuevo impulso a las manifestaciones. Aunque se trata de una medida legal, el que Macron haya procedido así con un cambio tan impopular resulta para muchos inaceptable. Lo consideran incluso como una erosión de la democracia francesa.
Ese descontento con el statu quo pudiera en última instancia comprometer el legado por el que Macron tanto se empeña. Tal vez allane el camino a Le Pen o algún otro populista en las próximas elecciones presidenciales. Será complicado para los partidarios de Macron hallar un sucesor competitivo, dado que el movimiento se centra en la figura del Presidente actual.
Además, Macron cimentó sus victorias electorales de 2017 y 2022 en parte gracias al apoyo de los partidos tradicionales de centroderecha y centroizquierda. Los mismos que ahora, total o parcialmente, le están dando la espalda con la reforma de pensiones, acaso descontentos porque el Presidente les arrebató buena parte del voto moderado.
Todos los diputados del Partido Socialista (centroizquierda) votaron a favor de la moción de censura de LIOT. También casi la mitad de Los Republicanos. De manera que no es para nada seguro que el delfín de Macron, sea quien sea, cuente con el respaldo de estas organizaciones en una segunda vuelta electoral. Los extremistas seguro ya tomaron nota de ello.