Ha pasado más de un mes desde que representantes del chavismo y la oposición venezolana se reunieron con miras a reanudar el diálogo interrumpido en octubre pasado. A pesar de que el tono del encuentro fue optimista, en público al menos, se desconoce cuándo las conversaciones serán reanudadas.
Alejandro Armas/El Político
Entretanto, el régimen de Nicolás Maduro no ha dado señal alguna de estar dispuesto a permitir cambios que comprometan su hegemonía absoluta. Por el contrario, varios hechos de semanas recientes muestran que su voluntad de sancionar y hostigar el disenso permanece inmutable.
Estos sucesos dificultan el desarrollo de expectativas sobre la posibilidad de que las negociaciones, de ser continuadas, den frutos importantes. Veamos.
Golpes y arrestos
Mientras el diálogo entra en un futuro incierto, Juan Guaidó, quien encabeza el llamado "gobierno interino" desde 2019, recorre el país con miras a fortalecer la alicaída moral de la base opositora. Pese a que Guaidó aprueba el reinicio de negociaciones que el chavismo también dice favorecer, esta gira ha sido objeto de al menos dos agresiones por seguidores del régimen.
El primero ocurrió hace semana y media en el estado Zulia. El intento de un grupo de militantes chavistas por evitar que Guaidó realizara un acto público acabó en una trifulca en la que hasta sillas volaron por los aires. A los pocos días, una turba expulsó a Guaidó a empujones y golpes de un restaurante en el estado Cojedes. No fueron hechos desaprobados por la elite chavista. De hecho, en el segundo participó la diputada oficialista a la Asamblea Nacional Nosliw Rodríguez.
Pero la gran noticia de la semana pasada en Venezuela no tuvo que ver con Guaidó. Fue el arresto de un grupo de jóvenes militantes del partido Voluntad Popular en Caracas. La policías los detuvo por pintar sobre una pared, adyacente a una avenida concurrida, mensajes conmemorando a Neomar Lander, un adolescente caído en las protestas de 2017.
Pasaron dos días sin que se supiera nada de su paradero, lo cual es considerado un delito de desaparición forzada. Finalmente los presentaron en tribunales y les imputaron varios delitos. Aunque los dejaron en libertad condicional, el mensaje fue claro: las expresiones que molesten a la elite gobernante pueden, todavía, conllevar castigos severos en Venezuela.
Cero gestos
Cuando las partes en un conflicto político tratan de resolverlo mediante una negociación, se supone que ambas hagan concesiones. A veces, nadie quiere ceder primero por temor a incumplimiento de la otra parte, lo cual impide avanzar. Puede ocurrir también que, para empezar con buen pie, ambas cedan en algo simultáneamente.
La oposición y su principal aliado, el gobierno de Estados Unidos, han indicado que en una negociación prometedora habrá gestos concretos de su parte. Específicamente, el levantamiento progresivo de sanciones sobre la elite chavista. De hecho, tal vez ya hubo una cesión, en forma del permiso a la exportación de crudo venezolano a Europa como pago de deudas de la estatal Pdvsa. No es algo confirmado por Washington, pero Nicolás Maduro lo indicó en una entrevista reciente.
En cambio, el chavismo no ha dado muestras de cuáles serían sus hipotéticas concesiones en un diálogo. Ni siquiera ha reducido su hostilidad a la oposición, a la que, como se expuso en la sección anterior de este texto, insiste en reprimir con coerción y violencia. Aumentar el historial de arbitrariedades no es una actitud lógica para alguien que está preparado para renunciar a un pretendido derecho al gobierno perpetuo.
Si la elite gobernante mantiene tal actitud, no cabe esperar mucho del diálogo. Lo más probable es que Maduro busque la mayor cantidad posible de concesiones de sus interlocutores, sin corresponderles con propios gestos. Y que cuando considere que ya no puede obtener más nada, se levantará de la mesa.