Las protestas que agitaron Chile entre 2019 y 2020 expusieron un enorme descontento que hasta entonces había sido latente. Las manifestaciones fueron aplacadas con el compromiso gubernamental de organizar un plebiscito para que los ciudadanos decidieran si quieren una Constitución nueva. La propuesta fue aprobada.
Alejandro Armas/El Político
Ahora, la nueva Carta Magna va camino a su evaluación por la misma ciudadanía… Y sus probabilidades de éxito lucen pocas. Desde hace varios meses, todas las encuestas proyectan que habrá más votos de rechazo que aprobatorios en el plebiscito de septiembre.
¿Qué pasó? ¿Cómo es que la opinión pública dio ese giro conservador? Veamos.
Las cifras
El último sondeo de Pulso Ciudadano, difundido esta semana, halló que 41,9% de los ciudadanos rechaza el borrador constitucional. 29,7% lo aprueba, y 28,4% está indeciso.
El mes pasado, otra encuesta, de la firma Cadem, detalló las razones por las que el nuevo texto legal genera tanto rechazo. 55% de los consultados manifestó desconfianza hacia los integrantes de la Convención Constitucional a cargo de la redacción. Aunque no ejercen un control total, las fuerzas de izquierda son las más influyentes en esta asamblea. Influencia que han empleado para introducir grandes cambios.
De hecho, en el estudio de Cadem, 40% de los encuestados está en desacuerdo general con las propuestas aprobadas. Más específicamente, destaca que 22% está en contra de planteamientos políticos como la eliminación del Senado.
Las motivaciones no estrictamente relacionadas con instituciones políticas fueron menores: 19% en el caso de inquietudes por el futuro del derecho de propiedad. 13% en cuanto a propuestas socioculturalmente polémicas, como el aborto y la eutanasia.
"Se les fue la mano"
Puede que la izquierda que ocupa una pluralidad de curules en la Convención Constitucional haya sobreestimado la necesidad de cambios en la ciudadanía. Es decir, sí había un deseo de reformas, pero probablemente no tan amplio como se pensó.
Después de todo, el apoyo al cambio de Constitución medido solo por el resultado de la consulta de 2020 puede ser engañoso. Si bien casi 80% de quienes fueron a las urnas ese día votó a favor, la participación fue de 50% del electorado. Es decir, menos de la mitad de los electores se expresó a favor del cambio.
Eliminar el Senado, por ejemplo, visiblemente genera escepticismo. Se trata de una institución histórica, parte de un Congreso que tradicionalmente ha sido más fuerte que sus pares en Latinoamérica. Y que en ocasiones ha plantado cara a los excesos del Ejecutivo.
También es posible que a la Convención Constitucional le hayan contagiado el rápido desencanto con el gobierno de Gabriel Boric. El proyecto de ley fundamental no es idea de Boric, y su desarrollo se lleva a cabo de forma autónoma del gobierno. Pero esa izquierda predominante en la convención es la que Boric también encarna.