Faltan menos de tres meses para las elecciones presidenciales de Brasil y las cosas no lucen bien para el presidente Jair Bolsonaro, quien busca un segundo mandato. El repunte en las encuestas del que gozó más temprano este año se desvaneció. Una vez más su mayor contrincante, el expresidente Luiz Inácio “Lula” da Silva, es el claro favorito.
Alejandro Armas/El Político
Lo cierto es que el gobierno de Bolsonaro rara vez ha sido muy popular desde sus inicios. Así llegó a la temporada electoral, y desde un principio de la misma el mandatario ha alegado que el sistema electoral está amañado para garantizar su derrota. Una declaración reciente suya, con tono amenazante, dejó claro que no ha cambiado su actitud.
¿Está Brasil a las puertas de una crisis constitucional por la negativa de Bolsonaro a reconocer un hipotético resultado adverso? Veamos.
Advertencias peligrosas
“Va a llegar un punto final. En algún momento va a acontecer una tragedia que nadie quiere. No estamos dando aviso. Todo el mundo sabe lo que está pasando”. Estas palabras corresponden a una alocución reciente de Bolsonaro. Recogidas por el diario Folha de São Paulo, fueron ampliamente interpretadas como una advertencia de que “la tragedia” no precisada ocurriría tras una derrota electoral que Bolsonaro denunciaría como “fraudulenta”.
Para cualquier observador de la política urbi et orbi, la historia de Bolsonaro suena familiar. Es muy parecida a la de Donald Trump en Estados Unidos. Trump también pasó meses cantando fraude por adelantado. En efecto, el populismo conservador de Bolsonaro guarda no poca similitud con el de Trump, hacia quien el mandatario brasileño nunca ocultó sus simpatías.
Se puede entender entonces por qué las declaraciones de Bolsonaro generan consternación. Trump llegó increíblemente lejos en su intento de desconocer una elección que perdió. Hizo decenas de maniobras legales y no tan legales para revertir el resultado. Cuando eso no sirvió, alentó a una turba de sus seguidores a detener la certificación del triunfo de su rival. El resultado: un ataque sin precedentes al Congreso de EE.UU, con saldo de varios muertos.
Si algo así pudo ocurrir en Estados Unidos, no hay razones para descartar que suceda en Brasil. O algo peor, dado que las instituciones del país sudamericano son considerablemente más débiles que las de EE.UU. Brasil, a diferencia de Estados Unidos, tiene en su haber histórico varios golpes de Estado y gobiernos autoritarios.
¿Alcanzarán los números?
Por otro lado, hay una diferencia entre los casos norteamericano y brasileño. De estar en lo correcto las encuestas, la brecha de votación entre Lula y Bolsonaro sería considerablemente mayor que la que hubo entre Joe Biden y Trump.
El último sondeo de la firma FSB proyectó que 58% de los votantes se inclinaría por Lula en una segunda vuelta electoral, mientras que el 42% restante lo haría por Bolsonaro. El más reciente estudio de PoderData pone a Lula con 60% y a Bolsonaro con 40% (en ambas encuestas, se descuenta a los indecisos). En cambio, el margen entre Biden y Trump fue de menos de cinco puntos porcentuales.
¿Por qué esto importa? Si Lula es declarado ganador de los comicios, entre menor sea la brecha, más margen de maniobra tendrá Bolsonaro para denunciar fraude (aunque realmente no lo haya). Es más fácil legitimar una narrativa en la que unos pocos miles de votos fueron manipulados, que una en la que el número asciende a millones. Efectivamente, Trump cantó fraude en aquellos estados norteamericanos en los que el margen entre él y Biden fue más ajustado.
Ergo, si Lula aplasta a Bolsonaro con una diferencia de diez puntos porcentuales o más, al Presidente le será muy difícil desconocer con éxito el resultado. Le costará persuadir a las masas y, más importante aún, a factores clave de poder (como las FF.AA.) de que hubo una trampa tan grande. Eso no quiere decir necesariamente que no cuestionará el resultado. Pudiera de todas formas cantar fraude, pero sin consecuencias importantes, como hizo el hoy presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador tras perder las presidenciales de su país de 2006.