Esta semana comenzó con una importante noticia geopolítica cuyo trasunto no era la guerra en Ucrania. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, expresó públicamente estar dispuesto a intervenir militarmente en defensa de Taiwán, si la isla fuera agredida por China.
Alejandro Armas/El Político
La afirmación no tiene precedente en la historia de las relaciones sino-estadounidenses, desde que la República Popular China estableció vínculos diplomáticos con Washington. Ocurre en un momento en el que dichos vínculos ya acumulan un deterioro considerable. Además, cuando la invasión rusa de Ucrania sacudió la confianza en el orden internacional vigente desde el fin de la Guerra Fría.
¿Qué implicación tienen las palabras de Biden? Veamos.
Mayor contundencia
A diferencia de los países que integran la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Estados Unidos no está obligado a defender militarmente a Taiwán si este es agredido. No existe un acuerdo defensivo formal que estipule tal cosa.
Sin embargo, en la medida en que Pekín ha dejado claras sus intenciones de ser una gran potencia de influencia mundial, Estados Unidos intenta contenerlo. Así, Taiwán se volvió objeto de especial preocupación de cara al expansionismo de la China continental. Pero los predecesores de Biden se inclinaron por una especie de ambigüedad. Advirtieron que tomarán medidas en pro de Taiwán en caso de agresión, pero sin dejar claro hasta dónde irían.
Biden es el primero en manifestar, sin lugar para equívocos, que EE.UU. llegaría a intervenir militarmente. Dijo que iría más allá del apoyo indirecto que le ha brindado a Ucrania en su intento por repeler la intervención rusa.
A los pocos días, Biden reafirmó que mantiene la política de ambigüedad de sus antecesores. Pero ello supone una antinomia o contradicción con respecto a su planteamiento previo. No necesariamente se trata de un error no intencionado. El mandatario pudo haber tratado de convencer a Pekín de que, si bien no hay una decisión irrevocable tomada, la opción castrense es totalmente posible.
Bajar el riesgo
Si bien todavía se ve como una posibilidad remota que China trate de apoderarse de Taiwán por la fuerza, es no obstante mayor que en cualquier momento desde la separación. Xi Jinping, presidente de China, lo ha indicado así, como parte del esfuerzo por reafirmar el ascenso de su país como potencia mundial.
Pero hacerlo implicaría un costo inmenso para China en términos económicos. La invasión de Ucrania ha mostrado a Pekín que las democracias occidentales siguen siendo capaces de unificarse para castigar las agresiones por potencias autoritarias. Xi, por su parte, es más cauteloso que Putin en sus maniobras internacionales.
La advertencia de Biden pudiera contribuir a mantener a raya la ambición china, al mostrar cuán costoso sería atacar Taiwán. Además, Estados Unidos ya está actuando para fortalecer las defensas taiwanesas, según reportó The New York Times esta semana.
Amigos titubeantes
Pero así como logró unificar a sus aliados europeos ante Rusia, Estados Unidos tiene ahora el desafío de hacer lo mismo con sus socios en Asia y el Pacífico. Tal vez por eso Biden hizo su aclaratoria durante una gira en la que se reunió con el grupo conocido como "el Quad". Lo integran EE.UU., Japón, la India y Australia. No es un acuerdo defensivo formal, como la OTAN, sino un diálogo en materia de seguridad.
Pero Australia tiene un nuevo gobierno, que aspira a mejorar las relaciones con China. La India no tiene intereses de primer orden relacionados con Taiwán. Y Japón tendría que deponer su pacifismo oficial, vigente desde su derrota en la Segunda Guerra Mundial, si se compromete a defender a Taiwán junto con Estados Unidos.
De momento, debido a la mencionada poca probabilidad de una guerra en Taiwán, estos países pueden tomarse las cosas con relativa calma. Pero sin duda el anuncio de Biden fue para ellos un llamado de atención.