No hubo un anuncio oficial… Pero a los días de que comenzaran las primeras operaciones militares en indicarlo, se supo que estaba en marcha la tan esperada contraofensiva militar ucraniana, hace unas pocas semanas.
Alejandro/El Político
Como se indicó previamente por esta vía, las expectativas inmensas se deben a que el propósito de este proceso es romper con el estancamiento territorial en el que tanto Ucrania como Rusia están inmersas desde hace meses. Para eso hubo mucho tiempo de preparación y apoyo de las democracias aliadas de Kiev, tanto en armas como en adiestramiento.
Sin embargo, en esta primera etapa el avance de las fuerzas ucranianas ha sido bastante lento, al punto de que hay inquietudes de que la contraofensiva no está dando los resultados esperados. ¿Por qué pasa esto? ¿Está condenada la contraofensiva? ¿O, más bien, se verá favorecida por el reciente caos dentro de la propia Rusia? Veamos.
Un terreno más difícil
Ucrania ha tenido éxitos militares espectaculares en su esfuerzo por liberar territorio que cayó en manos del invasor. Por ejemplo, las campañas que expulsaron a los rusos de las regiones de Kharkiv y Kherson. De manera que algunos esperaban avances similares tan pronto como empezara la contraofensiva.
Pero, precisamente porque aprendieron de sus derrotas anteriores, las fuerzas rusas han mejorado su desempeño táctico. Ya no creen tanto en el poder de la pura fuerza bruta contra un Estado más pequeño y que, se pensaba, era mucho más débil. Se organizan mejor.
De hecho, mientras Ucrania preparaba la contraofensiva, Rusia igualmente dedicó meses a prepararse para la defensa de sus posiciones. El territorio en el que las tropas ucranianas están incursionando está lleno de minas, algunas de las cuales han hecho daños a las armas occidentales con las que cuenta Kiev.
No es que Ucrania no haya tenido ningún progreso significativo. Recuperó varias localidades en la región de Zaporiyia, una de las cuatro que Rusia se anexionó recientemente, medida que fue consideraba ilegal por buena parte de la comunidad internacional. Mantener ese ritmo en al menos una de las líneas de combate será crucial si en las otras sigue el estancamiento.
El fin de un enemigo peligroso
Lo que los ucranianos no previeron cuando comenzó la contraofensiva fue que su némesis, los paramilitares rusos del Grupo Wagner, se alzaran dentro de su propio país. Aunque solo lo hayan hecho por un día, de inmediato surgieron expectativas de que Kiev pudiera aprovechar el caos y la distracción inmensa en Rusia para ganar terreno.
Sin embargo, Moscú no tuvo que comprometer fuerzas desplegadas en Ucrania para reprimir la rebelión del Grupo Wagner. Sus operaciones militares continuaron con regularidad, incluyendo el lanzamiento de misiles sobre la capital ucraniana.
Pero la organización paramilitar que se sublevó ahora dejará de existir, al menos como se la conocía. Para detener el alzamiento, Putin hizo un trato con ellos: pueden unirse a las FF.AA. regulares rusas o irse al exilio en Bielorrusia.
El Grupo Wagner fue tal vez el elemento ruso más exitoso sobre el terreno en Ucrania. La captura de la pequeña ciudad de Bakhmut, única victoria rusa en meses, fue en buena parte logro de los paramilitares, infames por su carácter brutal. Probablemente su absorción por el mando militar oficial ruso les quite esa efectividad.