La prolongada crisis política en Perú pica y se extiende, meses después de que el entonces presidente Pedro Castillo intentara un autogolpe que precipitó su destitución. Ni siquiera hay claridad sobre cuándo serán los próximos comicios generales, que pudieran ser en 2023 o en 2024.
Pero ello no ha impedido que empiecen a sonar nombres de prospectos presidenciales. Uno de ellos es particularmente llamativo por sus, digamos, “coloridas” ideas. Se trata de Antauro Humala, militar retirado y hermano del expresidente Ollanta Humala que encabeza un movimiento político ultranacionalista.
¿Qué representa exactamente este individuo? ¿Tiene oportunidad de llegar a Presidente? Veamos.
Alzamientos, cárcel y un nuevo imperio
Humala se dio a conocer al público en el año 2000 cuando, junto con otros militares retirados, se manifestó en contra de la continuidad de la dictadura de Alberto Fujomri. Luego, en 2005, protagonizó otro alzamiento, pero contra el gobierno democrático de Alejandro Toledo. Hubo varios muertos en la asonada. Por ello, Humala fue condenado a prisión, de la que apenas salió el año pasado. Nunca se arrepintió de los hechos. Al contrario, los sigue reivindicando.
Pero incluso tras las rejas, se las arregló para fundar un movimiento político inspirado en las tesis del “etnocacerismo”. Este es una especie de nacionalismo radical peruano que, según sus seguidores, ha bebido de distintas fuentes ideológicas que convergen en la exaltación de la patria. La lista incluye a dos expresidentes peruanos para nada similares en sus idearios: el conservador Andrés Avelino Cáceres y el izquierdista Juan Velasco.
Como el nombre lo indica, tiene un fuerte componente étnico, pues reivindica el mestizaje peruano, y su herencia indígena, con el concepto de “raza cobriza”. Plantea además la formación de un Estado que incluya territorios que fueron parte del Imperio Inca pero que hoy no son parte de Perú. En el caso de zonas del norte de Chile que este país arrebató a Perú en la Guerra del Pacífico (1879-1883), Humala sostiene que es necesario retomarlas, aunque Perú renunció formalmente a ellas en un tratado bilateral de 1929.
El etnocacerismo se identifica como contrario al capitalismo liberal, al comunismo y al fascismo. Sin embargo, el foco que pone en la raza guarda similitud con los postulados fascistas. Sus propuestas de nacionalización de varias empresas, incluyendo industrias y medios de comunicación, también indica inclinación por el estatismo marcado.
Como es común en líderes populistas, Humala se afinca en el problema de la corrupción de funcionarios públicos. Asegura que a los responsables hay que aplicarles la pena de muerte… Incluyendo a su hermano Ollanta.
Un mundo de posibilidades
Humala ahora recorre Perú, en plan de campaña. Sin embargo, no figura entre los favoritos para las próximas elecciones, sean cuando sean. A finales de enero, una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos le dio una intención de voto de 4,6%.
Eso lo pone relativamente lejos del exdirector del Banco Central de la Reserva del Perú, Hernando de Soto, quien encabezó ese sondeo, con 15,1%. También del segundo lugar, el nuevo alcalde de Lima, Rafael López Aliaga (13,8%).
Pero mientras que De Soto recientemente dejó abierta la posibilidad de una candidatura presidencial, López Aliaga asegura que no es lo que tiene en mente. En una hipotética elección pronta en la que el alcalde no participa, el apoyo de sus partidarios quedaría repartido entre otras opciones. Posiblemente algo de eso termine en el saco de Humala, dado el carácter de outsider y algunas posiciones socialmente conservadoras que comparte con López Aliaga.
Además, en un contexto de descontento profundo, con candidatos que son todos más o menos débiles, no se puede descartar que alguno de ellos consiga el mínimo de respaldo necesario para triunfar. Esa fue la historia de Pedro Castillo, quien saltó de sindicalista del gremio educador a Presidente. Es decir, aunque no parta con mucho impulso, Humala tiene ahora una mejor oportunidad para llegar al poder que antes.