El gigante estadounidense de juguetes Mattel renunció a comercializar un altavoz con control vocal destinado a los niños tras las críticas de parlamentarios y de organizaciones de defensa de la vida privada. AFP
El grupo presentó el aparato, llamado "Aristotle" (Aristóteles), a comienzos de año en el salón de electrónica de Las Vegas como alternativa a otros altavoces activados por inteligencia artificial, de moda en Estados Unidos, como ‘Echo’ de Amazon o ‘Home’ de Google.
Dotado con una cámara, el juguete estaba destinado a "ayudar a los padres (…) a proteger a sus hijos y a contribuir a su desarrollo", informó entonces el grupo.
Sin embargo, varias organizaciones de defensa de la vida privada y por lo menos dos parlamentarios estimaron que podría atentar contra la vida privada y exponer a los niños a la publicidad, a los piratas informáticos y a otros riesgos.
Según un mensaje de Mattel a la AFP, el grupo "llevó a cabo un examen completo del producto y decidió que no encajaba completamente con la nueva estrategia de Mattel en materia de nuevas tecnologías".
La compañía decidió entonces "no comercializar Aristóteles", explicó el fabricante de la muñeca Barbie, que tenía previsto venderlo a 299 dólares a partir de este verano.
Dos parlamentarios habían escrito recientemente a la empresa para manifestar su inquietud por el producto, y una campaña en defensa de "una infancia sin publicidad" recogió 15.000 firmas para pedir a Mattel que abandonara Aristóteles.
El año pasado, el regulador estadounidense de comercio, la Federal Trade Commission, indicó su intención de exigir a los fabricantes de juguetes que respeten la ley sobre la protección de la vida privada y datos de los niños.
El FBI había juzgado también que aparatos como la muñeca conectada "Hello Barbie" de Mattel "ponían en peligro la vida privada y la seguridad de los niños a causa de la gran cantidad de datos personales que podían obtenerse sin su consentimiento".
En Alemania la muñeca conectada "Mi amiga Cayla" fue prohibida en febrero ya que las autoridades estimaron que el juguete podía espiar a los niños.