Mientras ejercía como directora de Turismo de la Intendencia de Montevideo, entre 2000 y 2005, Liliam Kechichian debía explicar una y otra vez a los extranjeros que Uruguay no era Paraguay. "Between Argentina and Brazil", era una de las frases que debía utilizar con frecuencia a la hora de intentar promocionar al país como destino turístico. Hoy, varios años más tarde y ya en el cargo de ministra, aquellas aclaraciones son cada vez menos necesarias. Kechichian destaca los aciertos que, a su juicio, Uruguay ha tenido para desarrollar una marca país sólida y atraer cada vez más turistas de todo el mundo. Desde su lugar, opina con firmeza que las plataformas como Airbnb son una forma de competencia "desleal" hacia las empresas autorizadas, pero reconoce que es muy difícil hacer algo al respecto. Lo que sigue es un resumen de la entrevista que la ministra concedió a El Observador.
¿Cuál es la expectativa respecto a la temporada que está a punto de comenzar?
Nosotros cerramos el año pasado con aproximadamente 3 millones de visitantes. El acumulado a octubre de este 2016 nos habla ya de 2.600.000 visitantes y unos
US$ 1.400 millones de ingresos. Eso es un 11% más de visitantes que el año pasado y un 5% menos de ingresos. Con estas cifras, si noviembre y diciembre se comportaran igual que el año pasado, vamos a superar los 3 millones de visitantes. Y creo que vamos a tener una cifra récord en la historia de visitantes argentinos, que van a estar rondando los 2 millones. Estas cifras nos hacen tener expectativas de una buena temporada estival. Como siempre decimos en turismo, si no sucede nada extraordinario.
Puntualmente, ¿cuál es la expectativa respecto a los argentinos?
El comportamiento de ellos durante este año ha sido creciente. En el verano fue más del 30%. Y a lo largo de todo el año vamos a estar llegando cerca al 25% más de argentinos. Tenemos expectativa de que esto se mantenga en los tres primeros meses del 2017.
¿Es posible romper la dependencia del turismo argentino para tener buenos números?
Debemos tener esa estrategia. Cuando nosotros llegamos al gobierno, en 2005, el turismo argentino era el 80% y hoy es el 60%, a pesar de que ha crecido. Diversificar nunca puede estar ausente en una política de turismo. Lo que no parece sencillo en poco tiempo es dejar de tener esa preeminencia que tienen los argentinos en Uruguay. Pero los brasileños, que eran 140 mil, hoy son 450 mil. Nuestra política ha tenido buenos resultados. Hemos hecho cosas, como trabajar más con Europa, tener alguna estrategia con Estados Unidos y con el resto de la región.
Diversificar parece clave teniendo en cuenta que es una actividad muy vulnerable a lo que pasa en la región y en el mundo.
Yo me sonrío cuando algunos dicen que los resultados en Uruguay solo están unidos al viento de cola. En el turismo hemos tenido viento en contra durante muchos años y sin embargo con políticas acertadas logramos salir. Hace 10 años, teníamos cuatro veces menos de ingresos. Teníamos US$ 540 millones (que gastaban los turistas en Uruguay) y hoy vamos a estar cerca de los US$ 2.000 millones. Y tenemos una balanza comercial muy positiva. ¿Qué es la balanza comercial turística? Lo que los uruguayos se llevan al exterior cuando viajan, se lo restamos a lo que nos traen los que nos visitan. Hoy nuestra balanza comercial son US$ 653 millones. Mejoró mucho en 2015 y más en 2016.
¿Cuáles han sido las principales dificultades de ese viento en contra?
Los problemas de la región, la falta de acceso al dólar de los argentinos, la recarga en las tarjetas de crédito o de las oscilaciones en Brasil. Pero también transitamos una crisis financiera internacional, como fue la de 2008. Fue ahí cuando la Organización Mundial del Turismo reconoció que Uruguay fue uno de los pocos países de América Latina que, a pesar de esa crisis y de una región bastante hostil, había seguido creciendo.
¿Cómo explica que haya ocurrido eso?
Posicionamos mucho mejor la marca país. Entre 2000 y 2005, yo fui la directora de Turismo de Montevideo y era muy difícil hablar de Uruguay. Uno tenía que perder mucho tiempo para ubicar a la gente dónde estaba. Que no era Paraguay, que estaba entre Argentina y Brasil. Pero yo creo que en estos últimos años se posicionó muy fuertemente la marca país, no solo por los destinos turísticos. Uruguay es muy conocido en el mundo por el Plan Ceibal o la trazabilidad de la carne. El matrimonio igualitario y la agenda de derechos también fueron un posicionamiento muy bueno para Uruguay. Y en ese mercado LGBT, Uruguay es el país más amigable de América Latina. Hay cosas que no son esencialmente turísticas pero posicionan la marca país y atraen personas. Y, sin ninguna duda, el fútbol. Después del cuarto lugar en Sudáfrica creció 3.000% la búsqueda de Uruguay en Google y la de Forlán. A su vez, creo firmemente que el turismo hoy puede ser considerado una política de Estado. Ese creo que es otro de los éxitos.
¿Por qué ha sido tan difícil trascender la oferta turística fuera del verano?
Uno de los orgullos que tenemos como equipo en el ministerio es que hoy en Uruguay se dejó de hablar de turismo solo en la costa atlántica, como fue la tradición por 30 o 40 años, y se habla de turismo en los 19 departamentos del país. Las termas son el primer destino tradicional desestacionalizado. Hay un nivel de desestacionalización importante a nivel de todo el país. Lo que falta es cómo desestacionalizamos los destinos de sol y playa, como pueden ser Punta del Este o Piriápolis. Ahí aparecen algunas políticas como el centro de convenciones de Punta del Este. De esa manera, podemos captar público de abril a noviembre. Vamos en el buen camino. Montevideo, por ejemplo, recibe turismo todo el año, pero hay que seguir trabajando.
El turismo también tiene sus Ubers y el más claro es Airbnb, una plataforma online que permite reservar hospedaje en todo el mundo. Pero hay otros. ¿En qué línea va a ir el gobierno respecto al avance de esas tecnologías?
El turismo es una de las actividades más altamente impactadas por las nuevas tecnologías. Mucho antes que surgiera Airbnb, el turismo ya estaba impactado. Las primeras afectadas en Uruguay fueron las agencias de viaje porque cualquier persona armaba un paquete. El turismo viene conviviendo con esa competencia que podríamos llamar desleal, porque nosotros tenemos una forma de trabajar que exige registrar a las personas, a los hoteles, a las inmobiliarias, a las agencias de viaje y a las rentadoras de autos. Además, pedimos garantías y una cantidad de requisitos que sin duda estas plataformas no los tienen. Airbnb vino para mover la columna vertebral del turismo. Hoy tiene 5.000 o 6.000 camas en Punta del Este y ofertas en todo el Uruguay. Hasta en Nuevo Berlín hay una oferta de Airbnb. Parece difícil. No se ha podido parar en ninguna parte del mundo.
¿El ministerio ha tenido contactos con Airbnb?
Nosotros tuvimos una reunión con ellos a mediados del año pasado. Vino un estadounidense que estaba representando a la empresa Airbnb en San Pablo. Dijo que Uruguay les interesaba, porque efectivamente un país que tiene tantos turistas como habitantes siempre es atractivo. Dijo que querían tributar y que nos pedían 15 días para hacer una propuesta. Nunca más volvieron. El gobierno quiso mandar una señal a través de este proyecto de ley que se está discutiendo en el Parlamento, que es un poco generalista, pero que puede empezar a ser una herramienta de ver cómo trabajar con algo que vino para quedarse. Parece difícil cerrar los ojos y decir "no existe". América Latina tiene una historia de trabajo en negro terrible y así también era la historia de Uruguay, que ha ido mejorando notablemente en estos años. Entonces, a nosotros nos duele la precariedad del trabajo. No así de los servicios brindados, sobres los que no hay demasiados quejas, pero sí sobre la precariedad de una actividad. Si vos tenés un problema hoy con una agencia de viaje, el ministerio puede actuar. Tiene una garantía.
¿Y si te pasa con Airbnb?
No tenés adonde dirigirte. Hoy ya empiezan a haber algunos problemas en el mundo. Lo que está claro es que es un mecanismo que los turistas del mundo van a seguir utilizando y nosotros tenemos que ver cómo los incorporamos al sistema, pero no es fácil. Le pasa a todas las ciudades: Barcelona, París, Bruselas… Le pasó a los Juegos Olímpicos de Río, donde Airbnb fue uno de sus espónsores. Y le pasa a la Organización Mundial que acaba de aceptarlos como socios. Es bastante contradictorio. Por lo tanto, a veces uno no puede ser más realista que el rey, pero yo creo que nosotros tenemos que defender mucho el trabajo formal y el de los uruguayos.
Hablemos de política. Vázquez provino del Partido Socialista, Mujica del MPP. ¿Es la hora de un presidente del ala astorista?
Yo me he sentido muy representada por nuestros presidentes. He sido ministra de los dos, del presidente Mujica y del presidente Vázquez. Obviamente con improntas muy diferentes. Si tú me preguntas a mí, seguramente yo me siento más cómoda con una impronta como la de Vázquez. En las últimas cosas que hemos dirimido mediante elecciones ha habido una presencia muy fuerte: Mónica (Xavier) ganando la primera interna como presidenta del Frente Amplio; Javier Miranda ganando la segunda, y Daniel Martínez ganando la Intendencia de Montevideo. Ahí yo creo que hay una parte del Frente ese que podemos decir Frente Líber Seregni. Creo que nosotros le hemos hecho un aporte muy importante a los gobiernos del Frente Amplio. Si uno mira para adelante, hay personas que hoy son parte de ese Frente Líber Seregni, o de ese espacio construido en muchos casos con los compañeros del Partido Socialista, que son indispensables para el Frente Amplio y para el gobierno.
¿A quién imagina?
Me imagino un Frente Amplio para adelante con el aporte de Óscar de los Santos. Lo veo absolutamente. Creo que es muy importante para el Frente. O un Pablo Ferreri. Compañeros en Asamblea Uruguay hay por todos lados. Tenemos mucho para aportar. No me gusta hacer futurología, pero estoy convencida de que finalmente vamos a tener un candidato. Con Mujica y Vázquez, con diferentes improntas, se ha logrado mantener una línea de conducción del país que nos ha llevado a tener el crecimiento más grande de la historia. En los últimos 60 años, el Uruguay nunca había crecido más del 1%. Hoy la noticia es que vamos a crecer un poco menos del 1%, pero estuvimos 10 años creciendo a tasas chinas. Ha habido responsabilidad en la conducción económica, que ha sido un factor fundamental del triunfo y de la confianza de la gente. En un mundo globalizado, las aventuras no están permitidas.
Usted nombró a dos personajes. ¿Qué se imagina respecto a Rodolfo Nin Novoa? Fue vicepresidente, hoy es canciller y ha logrado bastantes consensos en la política internacional, más que nada en el inicio de su gestión.
Rodolfo es una persona que le ha hecho un aporte extraordinario al Frente Amplio. Es de los compañeros que llegó al Frente dejando la comodidad de un partido que le ofrecía muchas cosas para que se quedara. Vino al Frente Amplio sin pedir nada. Estuvo muchos años sin ningún cargo y se mantuvo con una gran fidelidad. Tabaré siempre lo destaca y le tiene una extraordinaria confianza. Hoy, es uno de los ministros más importantes y ha logrado consensos. No quiero quedar concentrada en algunos nombres porque también hay mujeres en este espacio.
¿Y usted misma? Tiene experiencia de gestión de varios años.
Yo creo que el Frente probablemente tenga que discutir seriamente si no incorpora alguna vez en su vida a una mujer en su fórmula. Y si puedo trabajar para eso, lo haré. No estoy hablando de lo personal para nada. Estoy hablando de que el Frente se merece tener en su fórmula una mujer.
¿Usted alguna vez pensó en presentarse como una persona presidenciable?
Juro que no. En absoluto. Me he sentido realizada. Me siento más que orgullosa y satisfecha con ser parte del gobierno y haber sido reafirmada por más de un presidente. Hay una frase tan políticamente correcta que ya nadie la cree, pero yo no encuentro otra para expresar lo que yo verdaderamente siento: siempre estaré donde mis compañeros digan. Nunca tendré una actitud individualista.
Un debate eterno del Frente es cómo trascender a sus líderes viejos: Mujica, Vázquez y Astori. Vázquez está fuera de carrera por ser presidente. Mujica dijo a Búsqueda que apostaría U$S 500 mil a que no va a ser candidato. Astori tiene sus años, ¿pero se imagina que puede estar en la conversación?
Yo creo que siempre hay que buscar lo nuevo, pero no hay nada nuevo que no se haga sin lo mejor de lo viejo. Yo creo que la experiencia, la lealtad de Danilo con el Frente Amplio, su profundo seregnismo, hacen que sea una persona sobre la que mucha gente piensa que efectivamente puede cumplir un papel. La vida dirá. Él no está trabajando para eso. Así como algunas mujeres deberían aparecer porque tienen mucho para aportar, creo que Danilo es una persona que puede seguir aportando mucho.
¿Cómo observa la actualidad del Frente Amplio?
Creo que hay que volver a algunos preceptos que Seregni nos inculcó. Eso de decir lo que se piensa y hacer lo que se dice siempre me pareció una enseñanza de coherencia y ética muy grande. Por otro lado, el asunto de la mirada estratégica, de pensar siempre en la mañana siguiente.
¿Qué significa volver a esos valores de Seregni?
Trabajar por los consensos, defender ante todo al Frente Amplio, a ese frenteamplista que nos permitió transitar los peores años. La dictadura llegó apenas un año y medio después de que el Frente Amplio se había constituido. Es volver a esa mirada estratégica, a esa responsabilidad política y a la fraternidad.
¿En qué observa que se ha perdido eso?
En el Frente Amplio habría que trabajar más en la fraternidad y en la mirada estratégica.
¿Por qué dijo que se siente más cómoda con la impronta de Vázquez respecto a la de Mujica?
Me siento más cómoda con alguien más ordenado, con una impronta de cabeza científica, como tiene Tabaré. Me sentí muy bien trabajando con Mujica y creo que le ha hecho un aporte muy importante al Frente, para ganar, para conquistar determinados sectores.
Con información de El Observador