Raúl Isaías Baduel, el militar venezolano por el que Hugo Chávez retornó al poder tras el golpe de Estado en 2002 ¿era en realidad un estorbo para el "Chavismo"?
El Político
Según el reconocido periodista, escritor y político cubano, Carlos Alberto Montaner, para Fidel Castro sí lo era y por eso estuvo detrás de la caída de Raúl Baduel dentro del chavismo.
Aquí dejamos el artículo de opinión que Montaner escribió referente al tema, publicado en el portal El Nuevo Herald.
El delirio fue escalando por décadas. Una mañana fría de diciembre de 1982 cuatro iluminados se reunieron bajo la sombra generosa de un “Samán de Güere”, un árbol muy frondoso. Eran jóvenes oficiales graduados a mediados de los 70. Se trataba de Hugo Chávez, Jesús Urdaneta, Felipe Antonio Acosta Carlés y Raúl Isaías Baduel. Obviamente, todos eran oficiales de baja graduación, como les correspondía por razones de edad. Los cuatro imitaron el ejemplo de Simón Bolívar en el Monte Sacro romano, desempolvando un viejo juramento muy de la época y muy dentro del romanticismo del Libertador: “Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por mi honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas por voluntad del poder español”.
Los cuatro, como aquello no tenía hoy ningún sentido, la emprendieron contra “los poderosos” y “la oligarquía”, sin percatarse de que Bolívar pertenecía a una de las familias más ricas y oligarcas de Venezuela. En todo caso, dos personas –el 50% del grupo fundacional– no estuvieron presentes en ninguno de los dos intentos de golpes dados por Hugo Chávez contra Carlos Andrés Pérez en 1992:
Felipe Antonio Acosta Carlés había muerto sospechosamente en 1989, durante “el caracazo”, defendiendo la república que supuestamente abominaba bajo las órdenes del general Ítalo del Valle Alliegro. Fue una de las pocas bajas de las Fuerzas Armadas en esa inexplicable insurrección. El otro que no estuvo presente fue Baduel. Ni en el golpe que trató de dar Chávez en febrero del 1992, ni en la secuela que se forjó en septiembre de ese mismo año “contra Carlos Andrés Pérez y su neoliberalismo”.
De manera que, 10 años más tarde, Hugo Chávez estaba en el poder, pero había sufrido un golpe de Estado y Baduel vio la posibilidad de reivindicarse ante su amigo, compadre y jefe. ¿Cómo? Devolviéndole el poder. Restaurando su presencia en la casona presidencial de Caracas.
Esa sería su sentencia de muerte. ¿Por qué? Porque Fidel Castro se había adueñado de la figura de Hugo Chávez haciéndole creer que él era el único responsable de que siguiera vivo “y ahora venía este sujeto, Baduel, un nacionalista con ridículas creencias esotéricas, a joderme el punto”, como solía caracterizarlo el Comandante cubano. Lo dijo ante un escritor que tenía acceso a él. (A mí me tocó explicarle al escritor el significado de esa frase tan cubana de “joderme el punto”).
Contra el criterio de Fidel Castro, Hugo Chávez convirtió al general Baduel en Jefe de las Fuerzas Armadas. En ese momento las relaciones entre los dos dictadores se habían enfriado ligeramente. Fidel Castro, que fue muy racista (en privado se quejaba del “negrito parejero” que se colocaba a la misma altura, “parejo” al Comandante), y buscando un pretexto baladí, les había entregado las llamadas constantes de Chávez, a Carlos Lage, primer vicepresidente del gobierno, y al joven ingeniero Felipe Pérez Roque, canciller de Cuba.
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