La narcomilicia neopentecostal se instaló en Brasil. Narcotraficantes, paramilitares y neopentecostales se asociaron para librar una "guerra santa" contra grupos rivales y religiones afrobrasileñas.
El Político
En Río de Janeiro se unieron narcotraficantes, grupos paramilitares e iglesias neopentecostales para lanzar una “guerra santa” contra grupos criminales rivales y contra las religiones afrobrasileñas.
Guerra Santa inicia el Complejo de Israel
A la sombra de la pandemia de Covid-19, grupos criminales tomaron el control de cinco barrios marginales en las periferias de Río de Janeiro y establecieron el autoproclamado Complejo de Israel.
Para esta “guerra santa” establecieron el Complejo de Israel, el cual representa un fenómeno sin precedentes, incluso en un Río de Janeiro acostumbrado a todo tipo de actividad criminal.
Así, se izaron banderas israelíes en los puntos más altos de la favela Cidade Alta, en la Zona Norte de Río de Janeiro, en Brasil.
Un lujoso ejemplar de la Torá
Además, levantaron barricadas para contener la entrada de policías y grupos rivales. En estas barricadas, el símbolo de la Estrella de David advierte a los transeúntes sobre el territorio al que están ingresando.
Mientras que en un búnker utilizado por narcotraficantes, las fuerzas policiales encontraron municiones para ametralladoras antiaéreas, chalecos antibalas y un lujoso ejemplar de la Torá, el libro sagrado del judaísmo.
Alianzas de delincuentes neonazis
Rivales históricos en la disputa por el control territorial, narcotraficantes y paramilitares se han unido para impulsar sus negocios ilegales.
El Complejo Israel está dirigido por el narcotraficante Álvaro Rosa, conocido como Arão (Aarón en portugués), el hermano bíblico de Moisés.
También lo dirigen ex policías vinculados al grupo paramilitar Oficina del Crimen, un notorio escuadrón de la muerte, declarado responsable de varios delitos, incluido el asesinato concejala Marielle Franco en 2018.
Actualmente, el grupo ejerce el control sobre al menos 130.000 residentes.
Eliminan la libertad de religión y circulación
Los habitantes de la región denuncian la pérdida de la libertad de circulación y religión, así como la destrucción de los terrenos de Candomblé, lugares de culto de afrodescendientes brasileños.
La narcomilicia expulsó de su territorio a Los padres y madres oficiantes de Candomblé. Además, a los residentes se les prohibió usar ropa blanca, el color asociado con los practicantes de las religiones afrobrasileñas.
El narcotráfico y las religiones afrobrasileñas
Caracterizadas por el abandono del Estado y la pobreza crónica, los grupos armados se han establecido en las favelas y periferias urbanas de Río desde la década de 1980.
Siempre han recaudado la mayor parte de sus ingresos a través del tráfico de drogas. Controlando más del 50% de las zonas más violentas de la ciudad en 2005, el Comando Vermelho representa desde hace tiempo al grupo con mayor poder en el tráfico de drogas de Río de Janeiro.
Los neopentecostales persiguen a los babalaos
Durante las décadas de 1980 y 1990, los traficantes se identificaron principalmente con religiones afrobrasileñas, como Umbanda y Candomblé, cuyos lugares de culto estaban ampliamente disponibles en sus territorios ocupados.
Los traficantes frecuentemente expresaban su fe construyendo altares y grafitis dedicados a deidades afrobrasileñas.
Operativos policiales
Dado el vínculo bien establecido entre el narcotráfico y la religiosidad afrobrasileña, muchas de estas operaciones policiales fueron acompañadas de conversión simbólica.
Para evitar persecusiones, reemplazan los símbolos religiosos afrobrasileños y lugares de culto por expresiones de fe cristiano-evangélica.
Los evangélicos son los más poderosos
Las iglesias evangélicas han expandido significativamente su influencia desde finales de 1990, formando una red religiosa que promueve una "guerra contra el mal", anclada principalmente en las periferias.
Solo entre 2000 y 2010, el número de evangélicos aumentó en más del 60% en el país.
Surge el narcopentecostalismo
Desde 1980, las iglesias evangélicas han expandido sus actividades misioneras a las cárceles. Actualmente, el número de presos convertidos al neopentecostalismo en las prisiones brasileñas es significativo.
Las cárceles siempre han sido un espacio clave para la formación de organizaciones criminales. De hecho, todas las principales facciones del narcotráfico, se fundaron en las prisiones.
En ocasiones, la abundante presencia evangélica en los establecimientos penitenciarios ha tenido como resultado la conversión de narcotraficantes.
La conversión de los traficantes
Este fue el caso de Terceiro Comando Puro, el principal rival del Comando Vermelho. Mientras cumplían condenas varios líderes se convirtieron a la religión neopentecostal.
Poco después, se fundó el primer grupo narcopentecostal conocido como una subfacción del Terceiro Comando Puro: el Bonde de Jesus.
Además de controlar el tráfico en el barrio Parque Paulista en Río de Janeiro, el Bonde de Jesus atacó y depredó varios templos de Candomblé y Umbanda, expulsando a los sacerdotes de sus territorios.
Ahora persiguen a los católicos
Desde entonces, la persecución no solo de las religiones afrobrasileñas, sino también de los sacerdotes católicos, se ha reportado en varias favelas dominadas por el Terceiro Comando Puro.
Los neopentecostales aliados con las milicias
Otra fuerza importante en el equilibrio de poder en Río de Janeiro son las llamadas "milicias" de paramilitares.
Desde la dictadura militar, en 1985, los escuadrones de la muerte formados por paramilitares y parapoliciales han tomado el control de barrios enteros.
La milicia obtiene sus principales ingresos de la “gestión de la violencia” en los territorios bajo su control, lo que obliga a la población local a pagar tarifas de protección para sus hogares o negocios.
El control del barrio
En algunos barrios, los milicianos también controlan otras ramas de la infraestructura, como la distribución de gas, la televisión por cable y el transporte alternativo.
Entendiendo a la milicia como un aliado estratégico en la lucha contra el narcotráfico, varios representantes del Estado apoyaron abiertamente a estos grupos paramilitares.
El actual alcalde de Río, Eduardo Paes, declaró que las "fuerzas de autodefensa" formadas por policías y bomberos frenaban a los narcotraficantes y traían la paz a ciertos barrios.
Extensión de la policía
También es común en las policías percibir a la milicia como una extensión de sus propias corporaciones. Ya que, están integradas en gran parte por ex policías y soldados del ejército.
Contrariamente a esta reputación, existen asociaciones entre grupos de milicianos y traficantes vinculados al Terceiro Comando Puro.
Para fortalecer su posición en relación con su enemigo común: el Comando Vermelho, los grupos criminales lanzaron una nueva estrategia de negocios. En los territorios recién conquistados, el Terceiro Comando Puro es responsable del narcotráfico, mientras que la milicia administra y cobra por TV por cable y gas.
El papel de las iglesias evangélicas
Las iglesias evangélicas, por su parte, no solo ofrecen la justificación ideológica para la guerra contra el demoníaco Comando Vermelho, sino que también han sido utilizadas para el lavado de dinero.
Dado que las iglesias están exentas de pagar impuestos, los fondos ilegales se canalizan fácilmente a través de ellas, lo que hace imposible rastrear la fuente de ese dinero.
Una exitosa asociación
A pesar del peligroso enfoque, la triple alianza entre los traficantes del Terceiro Comando Puro, la milicia y las iglesias evangélicas parece funcionar bien.
En enero de este año, el Complejo Israel expandió su territorio a otros barrios de Río de Janeiro, por invitación de los propios traficantes locales.
La Policía Civil de Río también investiga un supuesto acercamiento con delincuentes de otras regiones.
Aumenta el poder de la alianza
También fuera del Complejo de Israel, el poder de esta alianza está aumentando. El Terceiro Comando Puro logró expandir su territorio yconquistó importantes baluartes del Comando Vermelho en la ciudad.
El mayor ganador de esta nueva alianza es la milicia: en 2020, el 57% de la ciudad de Río estaba dominada por milicianos, poniendo a 5,7 millones de habitantes a merced de organizaciones paramilitares.
Las autoridades no son inocentes en este desarrollo. Los territorios controlados por las milicias rara vez son el objetivo de operaciones policiales.
La población paga los abusos de la triple alianza
Desde 2018, solo el 3% de las operaciones militares y policiales se han irealizado en territorios ocupados por la milicia.
El precio que paga la población de Río secuestrada por la narcomilicia neopentecostal es muy grande.
Además del terror propagado por los grupos armados, está la pérdida de la libertad religiosa y la persecución de las religiones afrobrasileñas y sus practicantes.
Fuenteopendemocracyneopentecostal
El Solidario, con información de Opendemocracy