Al asomarse por la escotilla del sumergible que llevaba 1,202 kilos de cocaína a alguna playa desolada en Centroamérica, en medio del mal tiempo y con los motores averiados, Jaime Valencia Mina vio un helicóptero de la Guardia Costera de Estados Unidos volando exactamente sobre su cabeza.
El Político
El pescador del empobrecido puerto de Buenaventura, Colombia, ya sabía lo que le esperaba esa tarde de julio de 2018 en medio del Pacífico.
Lo había vivido en el 2011 en el Caribe, en otro sumergible más grande y aparatoso que hoy adorna un museo naval de Honduras. En esa ocasión cumplió seis años de prisión en Estados Unidos, ahora está pagando 27.
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"Siempre la necesidad de vivir mejor, la esperanza de comprar una casa grande, de pagar la universidad a mis hijos y me gusta la buena vida", explicó. "Ya tenía una casita pequeña, quería una casa más grande, eso fue lo que me presionó, pero no valió la pena", agregó.
Valencia, de 53 años, es solo uno de cientos de humildes pescadores de Colombia, Ecuador y México que languidecen en cárceles de Estados Unidos condenados a penas superiores a las que cumplieron los dueños de la droga que transportaron. Ellos son el factor residual de la nueva bonanza de exportación de cocaína de Colombia en sumergibles claustrofóbicos e inseguros que llegan a puertos de Centroamérica y México sorteando toda clase de peligros.
"Es una experiencia suicida, una tragedia", advierte Valencia. "La gente no sabe si va a sobrevivir o no".
De acuerdo con la Armada Nacional de Colombia, este año se batió récord de capturas de este tipo de embarcaciones. Según la portavoz de la institución, hasta octubre se habían capturado 29, en comparación con 26 en el mismo mes del año pasado.
En el trasfondo hay una realidad menos debatible: Colombia sigue siendo el mayor exportador de cocaína del mundo y el 90% del producto sale por vía marítima.
El verano pasado, las imágenes de una patrulla de la Guarda Costera de Estados Unidos persiguiendo un semisumergible, mientras uno de los oficiales grita en un español improvisado “Altow tu barcow’’, se volvieron virales y revelaron la extraordinaria capacidad mercante de los narcos: el valor de la cocaína incautada superó los 200 millones de dólares, una cifra equivalente a un 20% del presupuesto anual de defensa de todos los países de Centroamérica. En un solo barco.
Otro extripulante entrevistado por Univision, y quien pidió no ser identificado por temor a represalias, aseguró que la posibilidad de burlar la vigilancia en el mar es más alta cuando los narcotraficantes, dueños de la mercancía, sobornan a autoridades para obtener la información confidencial de la ubicación de las fragatas de los servicios guardacostas de Colombia y Estados Unidos.
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