Se trata de acercarnos al conocimiento del origen y significado de una misma religión en sus dos vertientes históricas. Nos referimos al cristianismo católico practicado en Occidente. La iglesia latina asentada en Roma, y la Iglesia oriental u ortodoxa primeramente asentada en Constantinopla, cuyas cabezas visibles son el papa y los patriarcas.
Juan José Monsant / El Político
No se trata de la historia actual de dos pontífices, papas, primados o patriarcas. Pero nos iniciaremos con el papa Francisco, jefe de Estado del Vaticano y cabeza de la Iglesia católica latina (antigua católica romana) y, de Cirilo I ( Kirill) patriarca actual de la Iglesia ortodoxa de Moscú y toda Rusia.
Uno y otro son la consecuencia de la conversión al cristianismo del Emperador Constantino I en siglo II de nuestra era. Lo que pudo haber sido una decisión de estado, una jugada política al reconocerle a los cristianos el derecho a practicar libremente su fe.
Cualesquiera que fuere la realidad, lo cierto es que fue quien convocó el primer Concilio de Nicea en el 325, donde se adoptó el credo o dogma de la Iglesia católica, el de Santísima Trinidad. Lo que ahondó las diferencias con las interpretaciones de los cristianos asentados en Constantinopla.
500 años excomulgados
Lo cierto es que desde del siglo II y antes, se habían venido produciendo contradicciones y rivalidades entre los cristianos de Oriente y Occidente.
Contradicciones de fondo y forma que culminaron en el 1054 con el primer cisma de la iglesia cristiana. Cuando el papa de Roma León IX y el papa de Constantinopla Miguel Ceruliano se excomulgaron mutuamente.
Enemistad que duró más de mil años, hasta que el papa Juan XXIII, en el Concilio Vaticano II intercedió por un acercamiento entre ambas iglesias, y con las cristianas en general.
La última vez que un papa y un patriarca se encontraron fue en el Concilio de Florencia celebrado en 1452, entre el papa Eugenio IV de Roma y el patriarca de Constantinopla José II.
Solo fue hasta el 5 de enero de 1964, cuando Paulo VI visitó a Jerusalén y allí se encontró con el patriarca Atenágoras de la Iglesia Ortodoxa griega. Rompieron así un silencio que había durado más de 500 años, levantándose simbólicamente la excomunión que se habían impuesto en 1054.
14 patriarcas
Una de las diferencias, formales si se quiere, es la figura del Papa como cabeza única de la Iglesia. Debido a que en las iglesias ortodoxas la figura del Patriarca, del Obispo primado, es meramente moral.
En las 14 iglesias orientales existentes el Patriarca es solo un “primus inter pares”, todos de igual jerarquía, cuyas decisiones doctrinarias deben ser tomadas por los 14 primados.
La excepción pudiera ser la Iglesia Ortodoxa rusa, cuyo patriarca Cirilo I, Kirill, lleva el título de Patriarca de Moscú y de toda Rusia.
Kirilll el patriarca de Putin
La importancia de Kirill en el contexto político actual, no solo es por ser la iglesia ortodoxa más numerosa existente (unos cien millones de feligreses), sino su relación directa con el poder público. Relación que data de la misma época de los zares.
Prácticamente es la religión oficial de la “madre Rusia”, y la más conservadora de todas ellas. Su influencia en las decisiones ha sido determinante. Incluso ahora con Putín, quien entendió desde su primer mandato la importancia de contar con la Iglesia para influir en la población.
Kirill ha apoyado a Vladimir Putín en su invasión a Ucrania, pero ha despertado voces contrarias entre los obispos y diáconos de su Iglesia que la ha condenado y, en el resto de las iglesias ortodoxas.
El papa Francisco que ha cultivado como sus antecesores Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI la relación con la iglesia rusa, ha sido prudente al enfrentar abiertamente la postura de Kirill.
No obstante, ante la crueldad inmisericorde generada por Putin en su invasión a Ucrania, optó por condenar la guerra, pidiendo un cese inmediato de ella.
El patriarca Kirill no ha respondido, pero es obvio que se encuentra atrapado entre su postura y la de su propio clero, a la par que lo aleja del Vaticano. Ya Putin perdió la guerra ante la opinión pública, habrá que ver si Kirill perderá su investidura y su clero.