Se mueve el continente de nuevo, nuestra América, para diferenciarla de la del Norte. Aunque allí se mueve como los elefantes, estrepitosamente y quizá, para mayores cambios estructurales dolorosos para sí y para la comunidad mundial.
Juan José Monsant A./El Político
En lo cultural, en el sentido civilizatorio, se acercan como los elefantes, hacia la alta Edad Media cuando se quemaban en la hoguera a sabios, pensadores, científicos y disidentes por su cercanía con el demonio, que es la ignorancia de sus verdugos, dado que la intolerancia es una dolorosa expresión de la ignorancia.
Colombia: Gustavo Petro
Más, regresemos a la intención de esta reflexión que anuncia el título. El primer caso, es el del actual presidente de Colombia Gustavo Petro, a quien observo más perdido que el “hijo de Lindbergh”, como se decía antes.
Su discurso de investidura fue impecable para un demócrata (entendiendo como demócrata a cualquier persona que asume que en democracia, cualquiera puede expresarse libremente sin ser perseguido, excluyendo el delito de difamación o injuria, y el derecho a disentir del presidente, sin que se le tome como un ataque a su investidura, cual es la ser el Primer Servidor público, no un monarca del tiempo del absolutismo.
Discurso que hizo al mismísimo Álvaro Uribe Vélez, su némesis político, solicitar una cita de cortesía para expresarle su apoyo en todo aquello que fuere en beneficio del todo social. Al igual que lo hizo su rival electoral, el impensable y coloquial empresario Rodolfo Hernández.
Colombia no puede esperar
Mejor comienzo de gestión gubernamental que ese, en un país fracturado por la violencia política doméstica, emparentada con el narcotráfico y el secuestro, no podía tener y esperar Gustavo Petro; a pesar que ya era un político conocido por haber integrado el movimiento guerrillero M-19, concejal en Zipaquirá, parlamentario, candidato presidencial por dos veces y alcalde de la ciudad capital Bogotá.
Hasta los terratenientes cafetaleros y ganaderos, conversaron con el recién electo presidente, por jugarle una carta ganadora a la paz social.
Y llegando como llegó al poder público, de uno de los movimiento guerrilleros del país con afinidades con las FARC y el ELN, a lo menos en su oferta de cambio social radical, le otorgaron el beneficio de la duda.
No dio la talla
Petro no dio la talla, no estaba a la altura de ejercer tan alta magistratura, como no lo estuvo como alcalde de Bogotá. Una cosa es ser oposición y otra gobierno.
Los primeros en colocarlo en situación comprometida fueron sus propios aliados tradicionales, divididos y subdivididos desde los Acuerdos de Paz firmados con Juan Manuel Santos, bajo la bendición de la nomenclatura cubana; y una de esas alas disidentes de las Farc se refugió en Venezuela, donde campea libremente compitiendo con los delincuentes autóctonos, ejerciendo el secuestro, la extorsión y expandiendo su irregular presencia y dominio en el territorio venezolano.
Tampoco ha podido Petro entenderse con el ELN, que nunca firmó la paz con Santos; pero sí altamente comprometido con el Clan del Golfo que no ha cesado en sus asesinatos selectivos ni en la producción y distribución de drogas.
¡Que familia la de Petro!
Hasta la familia ha hecho de las suyas. Uno de sus hijos, Nicolás Petro, le salió casquivano y se quedó con un dinero procedente de la droga que debía ir a otra parte, cuando prometió intermediación empresarial con el gobierno.
Hasta que su mujer Day Vásquez (hoy divorciada) lo denunció cuando en la ebriedad del dinero inesperado a base de promesas, adquirir lujosos autos, inmuebles y damiselas de compañía (Sin tetas no hay paraiso, titula una telenovela de éxito), le concedió una entrevista a la conocida periodista Viky Dávila, directora de la prestigiosa revista Semana, en la cual denunció al detalle el origen de la repentina riqueza de su marido !Hay de las mujeres traicionadas!.
Y no quedó allí lo de la familia, hasta un tío ahora se encuentra envuelto en tropelías monetarias indebidas. Y para mayor bochorno la Vicepresidenta Francia Márquez, afroamericana, originaria del Cauca, abogada, ecologista, decidió viajar en helicóptero desde su residencia hasta su lugar de trabajo, alegando razones de seguridad; y al tiempo proclama segregación racial en Colombia, obvia el hecho que fue electa Vicepresidenta por el electorado colombiano.
El fracaso
De modo que el señor presidente Gustavo Petro fracasó como líder de una república que prometió cambiar para bien.
El principio de Peter le fue demoledor. Así que decidió gobernar hacia afuera y decidió viajar a Perú, Venezuela, Francia, México, Egipto, Brasil, Argentina, Chile, Estados Unidos y España donde fue recibido por máximos honores por los reyes, el Presidente del país, la Comunidad de Madrid y El Congreso, donde pronunció un discurso fuera de lugar sin saltarse el estribillo de la leyenda negra del conquistador español, más solicitándolo a Pedro Sánchez ayuda para levantarle al ELN su cualificación de organismo terrorista.
Y arropado como estaba del boato real, las condecoraciones y trajes de gala, se mimetizó en el absolutismo del siglo XVI para arremeter contra el Fiscal General de Colombia Francisco Barboza, al exigirle le rindiera cuenta porque era la máxima autoridad del país.
No se quedó callado el Fiscal al precisar al atolondrado presidente, que en Colombia existía separación de poderes, y él había sido nombrado a esa alta investidura por la Corte Suprema de Justicia
Junto con Macrón se ideó una conferencia internacional sobre Venezuela, para encontrarle una salida política y sin trauma mayor a su país vecino, secuestrado como está por Cuba, el narcotráfico y el terrorismo internacional.
El fracaso de una Cumbre
Y lo logró, 20 Cancilleres asistieron a la Cumbre de Bogotá. Nadie conocía la agenda a tratar, México pensaba que Petro se llevaría el diálogo a Bogotá, lo cual le sería un alivio, pero una afrenta a su ego mesiánico.
Al día siguiente la noticia no fue Petro ni su Cumbre, sino la llegada inesperada del defenestrado Juan Guaidó y su paso a los Estados Unidos, huyendo de una inminente detención en una de esas tenebrosas cárceles venezolanas, de los servicios militares de inteligencia o de la policía política, con un billete de avión comprado por funcionarios de los Estados Unidos de Norteamérica.
Si me preguntan qué hará ahora Gustavo Petro, al tener que regresar a su propia realidad, diría, sin tener que acudir a las cartas del Tarot, que radicalizarse hacia la izquierda extemporánea, intensificar el lenguaje populista encendido; recostarse a un caduco Díaz Canel, a un esquizofrénico Maduro, a los cárteles dominantes colombianos de la droga, cuadrarse con un derrotado pero peligroso Vladimir Putin, y endurecer un desactualizado lenguaje antiimperialista.
Paraguay: Santiago Peña
El otro caso, no es tan enigmático como el anterior, y llega a ser, en principio, una buena noticia para el continente; quizá enigmático porque se espera mucho de él, en vías de modernización de sus estructuras republicanas, y en el tejido social paraguayo, que pudiéramos decir guaraní, para escribir con propiedad.
Porque el guaraní es más que un idioma aborigen, es una manera de pensar, actitud, ver, vivir, relacionarse con el prójimo y con la naturaleza.
Me refiero a la reciente elección presidencial de Santiago Peña Palacios del pasado domingo 29 de abril, donde salió electo representado al Partido Colorado, de corte llamémoslo conservador, con el 43% de los votos; 15 puntos por encima de su más cercano contendiente Efraín Alegre, que obtuvo un 27%, en una amalgama de movimientos y partidos políticos de diferentes signos que denominaron Concertación Nacional, pero cercanos al peronismo, petrismo y hasta madurismo.
El radical Frente Iguazú del ex obispo y ex presidente Fernando Lugo, de 8 representantes que tenía se quedó con uno, no logrando retener tan siquiera, su propia investidura parlamentaria.
El presidente Santiago Peña es fundamentalmente un profesional de la economía con postgrado en el exterior (Universidad de Columbia), fue presidente del Banco Central, ministro de Hacienda, economista del Fondo Monetario Internacional, director del Banco Basas (sector privado).
Inscrito de joven en el tradicional Partido LIberal, hace apenas unos ocho años lo abandonó para integrarse a la filas del no menos tradicional Partido Colorado, en el poder desde hace unos 70 años, incluyendo el período del General Stroessner.
¿Parecido a Bukele?
No dudo que este joven paraguayo, tendrá entre sus objetivos normalizar las cuentas fiscales, abrirse en lo posible al mundo globalizado e iniciar un proceso de “aggiornamiento” nacional en todo sentido, cuidando sus valores e independencia, sin alineaciones automáticas.
Algunos amigos me lo han comparado con el presidente Bukele de El Salvador, y les he dicho que en cierto modo sí; ambos son millennials generacionalmente hablando, no dogmáticos y decidios a modernizar en lo posible sus respectivos países; rompiendo tabúes, serán gobiernos incluyentes, de libre economía y altamente nacionalistas en el buen sentido, pero que son diferentes en su devenir histórico y realidad sociocultural.
Lo demás, sólo la historia lo dirá.