El papa Francisco calificó de inaceptable que las personas se acostumbren a saber del sufrimiento de los excluidos, quienes son descartados porque la sociedad prefiere "las cosas que pasan".
La mañana de este domingo el Papa celebró, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, una misa con pobres y sin techo con motivo del Jubileo de los Marginados, uno de los últimos actos públicos del Año Extraordinario de la Misericordia.
En su homilía, el líder católico denunció la "trágica contradicción" de la época actual: cuanto más aumenta el progreso y las posibilidades, lo cual es bueno, tanto más aumentan las personas que no pueden acceder a ello.
"Es una gran injusticia que nos tiene que preocupar, mucho más que el saber cuándo y cómo será el fin del mundo", apuntó.
Lamentó que se haga caso a los "profetas de desgracias, a la "frivolidad de los horóscopos" y a las predicciones que generan temores, distrayéndose de lo que sí importa.
Aseguró que "hace mal" fingir que no se ve al excluido y rechazado, porque hacerlo es tanto como "darle la espalda a Dios".
"Cuando el interés se centra en las cosas que hay que producir, en lugar de las personas que hay que amar, estamos ante un síntoma de esclerosis espiritual", estableció.
"Y es grave que nos acostumbremos al descarte; es para preocuparse, cuando se adormece la conciencia y no se presta atención al hermano que sufre junto a nosotros o a los graves problemas del mundo, que se convierten solamente en una cantinela ya oída en los titulares de los telediarios", añadió.
Sostuvo que no puede existir tranquilidad en la casa de quien sabe que afuera, en la calle, yace postrado el descartado, ni puede existir paz en la casa del que está bien, cuando falta justicia en la casa de todos.
Por eso pidió a todos rezar para ser apartado de los "oropeles que distraen", de los intereses y los privilegios, del aferrarse al poder y a la gloria, de la seducción del espíritu del mundo.
Con información de Terra