PDVSA, la estatal petrolera venezolana, atraviesa uno de sus peores momentos, según los analistas solo el apoyo prestado por Rusia, China y la India le ha permitido sobrevivir, al sortear las sanciones impuestas por los Estados Unidos.
Por Redacción MiamiDiario
La situación para el sector petrolero de Venezuela estaba mal al inicio de 2020 y se agravó con los efectos que está teniendo el desplome en la demanda mundial de combustibles, por la pandemia del COVID-19 y la guerra de precios que desde principios de marzo mantienen Arabia Saudita y Rusia.
De acuerdo a un reportaje de Hispanopost, la producción petrolera de Venezuela cayó en más de 1,7 millones de barriles diarios –un desplome de 64%- en los siete años que Nicolás Maduro lleva en el poder.
"Hasta diciembre del año pasado, la data oficial reportaba un nivel cercano a 1 millón de barriles aunque las fuentes secundarias indicaron un nivel más cercano a los 700.000 barriles", apunta el reporte firmado por Andrés Rojas Jiménez.
Durante los dos primeros meses de 2020, el gobierno de Maduro informó de un nivel de producción del orden de 865.000 barriles diarios. El dictador venezolano se se vio obligado a suministrar una data más creíble de la producción en un intento por levantar la producción y atraer inversiones con capitales foráneos –sobre todo China y Rusia-.
La idea era revertir la caída y aprovechar la estabilidad de los precios del crudo registrado en 2019 y 2020, para superar los problemas que afrontó la industria petrolera nacional con la caída en los precios del crudo en el 2014.
“La productividad del sector petrolero venezolano disminuyó 70% entre 2006 y 2014”, sentencia el economista Ramón Key, coordinador del Centro de Energía y Ambiente del IESA en Caracas.
“A partir del año 2006 se continúo con una inversión, que fue cuantiosa pero ineficiente porque no permitió compensar la declinación de los yacimientos; y para el año 2014 tuvimos el efecto de la caída de esa productividad más la baja en los precios del petróleo que significó una disminución en las inversiones”, sostiene Ramón Key .
Según el reportaje Andrés Rojas Jiménez, ese descenso ha continuado, aunque no se tiene la data "porque PDVSA lleva tres años sin presentar sus resultados financieros y operacionales", y lo único que se conoce son las cifras de producción, las cuales no indican mejoras, tomando en cuenta que en 2017 los flujos de inversión hacia Venezuela pasaron a enfrentarse a las primeras sanciones que el gobierno de Donald Trump impuso al gobierno de Maduro y tocaban directamente al sector petrolero.
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Dolarización una bocanada de aire
De acuerdo al planteamiento de Andrés Rojas Jiménez , la dolarización de facto que se estableció en Venezuela durante 2019 generó un cierto alivio económico, y el optimismo se extendió al sector de los hidrocarburos cuando se vio que el mecanismo de “compras prepagadas”, que Rosneft mantenía con PDVSA desde 2014, podía utilizarse para evadir las sanciones que impuso Estados Unidos.
Gracias a dos empresas filiales de la empresa rusa –ambas establecidas en Suiza- se comercializó crudo venezolano al punto de anotarse un promedio de exportación de 400.000 barriles diarios entre agosto de 2019 y enero de 2020, pero con un inconveniente para PDVSA porque tuvo que otorgar una rebaja de al menos 20 dólares por cada barril, señala el reportaje de Hispanopost .
"El mercado petrolero lo permitía porque el precio promedio del crudo venezolana estaba sobre los 50 dólares y el costo de producción de cada barril –sin impuestos- está en 15 dólares, pero la situación cambió con la debacle que está ocasionando el COVID-19, el cual ha llevado el crudo venezolano a 13 dólares por barril, lo que implica que se produce a pérdida y no hay espacio para rebajas", puntualiza Andrés Rojas Jiménez.
Incluso, una nota de la agencia de noticias Reuters mencionaba que uno de los crudos de referencia de Venezuela como el tipo Merey se estaba ofreciendo a 6 dólares por barril en los últimos días de marzo.
“La restricción ha dejado de ser la capacidad de producir y es más la capacidad de vender, sobre todo la capacidad de obtener un precio de mercado porque los descuentos son tan grandes y severos que afectan significativamente el flujo de caja de PDVSA”, comenta el economista Francisco Monaldi, investigador del Instituto Baker en la Universidad Rice.
“Los socios que han estado operando las pocas empresas mixtas que están produciendo de manera importante, al menos han evitado una caída mayor pero no creo ninguna de las empresas haya ayudado a aumentar la producción. Si se ve como cayó la producción que forma parte del esfuerzo propio de PDVSA, se ve una declinación mayor a la de empresas mixtas como las que tiene PDVSA con los chinos, los rusos o Chevron”, añade.
Andrés Rojas Jiménez presenta un dato adicional: Venezuela por los problemas que afronta con sus refinerías llegó a ser uno de los principales importadores de combustibles desde Estados Unidos. PDVSA se valía de su propiedad con Citgo pero también de su buena relación comercial con la empresa refinadora Valero Energy. En el último año, esas transacciones se han hecho sobre todo con el apoyo de Rusia.