Pedro Sánchez ha llegado al llegadero. El dirigente, mandatario en funciones de España, está a pocos metros de la que podría ser la más alta de sus cimas.
El Político
Aunque no es primerizo en las lides de escalar los riscos políticos (gobierna España desde 2018), la remontada de esta oportunidad podría suponer su consagración.
No es sólo cosa de permanecer en La Moncloa, que ya es bastante. Es la presteza con la que convirtió en triunfo la derrota.
Tras resultar vapuleado en elecciones municipales y autonómicas, Sánchez supo leer su realidad.
El presidente en funciones, secretario general de Partido Socialista Obrero Español (PSOE), no podía permitirse que los cronogramas corrieran según lo pautado.
Actuar de esa forma hubiese permitido a su rival, el Partido Popular (PP), consolidarse en las regiones y hacerse fuerte de cara a los comicios generales.
Sin dilatar los procesos – y como quien juega en posición adelantada para marcar el gol de su vida – Sánchez asumió la derrota, disolvió las cortes y adelantó elecciones.
La votación, prevista para diciembre, se efectuó en julio de este año. El resultado lucía adverso y, aun así, Pedro Sánchez sacó ventaja.
Tras las parlamentarias de mediados de año, el PP obtuvo 137 escaños. El PSOE, entretanto, terminó por detrás con 121 asientos en el Congreso de los Diputados.
Desde esa perspectiva, la mesa parecía servida para que los populares depusieran a sus rivales socialistas.
El alcance de los primeros fue, sin embargo, bastante limitado. Alberto Núñez Feijóo, secretario general del Partido Popular, logró asociarse con VOX.
A esa alianza con los conservadores, Feijóo sumó los apoyos de organizaciones minoritarias como Unión del Pueblo Navarro (UPN) y Coalición Canaria (CC).
Al intentar la investidura, el líder popular se quedó corto. Cuatro votos (obtuvo 172 de 176 necesarios) le arrebataron la posibilidad de conformar un nuevo Ejecutivo.
Tras el paso en falso del adversario, Pedro Sánchez se envalentonó. El 03 de octubre recibió el mandato de Felipe VI para formar Gobierno. Fue allí cuando empezó el trabajo… De araña.
No se puede hablar de labor de hormiga porque lo que Sánchez consiguió fue tejer una red de alianzas que, ha de decirse nuevamente, le elevarán a la cúspide.
Los socialistas ya venían trabajando con la izquierda, de modo que el pacto con Sumar (la organización heredera de Unidas Podemos) no fue novedosa.
Las destrezas de Sánchez – y de su grupo político – quedaron en evidencia cuando logró concertar una coalición en la que hacen vida ultranacionalistas e independentistas.
Tal bloque fue edificado ladrillo por ladrillo, a través de concesiones.
Al Partido Nacionalista Vasco (PNV) garantizó más autonomía en el País Vasco, a Esquerra Republicana mayor control de los impuestos en Cataluña.
La guinda del pastel la representó, sin embargo, el gran acuerdo de amnistía que logró con Carles Puigdemont, el fugitivo líder separatista que, en 2017, impulsó un referendo soberanista.
Gracias a ese trato, Sánchez se hizo con los votos de Junts, una organización que ha prometido apoyarle, siempre y cuando conceda el perdón a sus dirigentes independentistas.
Más que de palabra, el pacto es una ley ya redactada, que, tras ser presentada por vía de urgencia, será sometida a la consideración del Parlamento.
Finalizadas las negociaciones, Pedro Sánchez ha colectado 179 apoyos de los 176 que requiere, como mínimo, para mantenerse en la jefatura del Gobierno.
Votación de investidura
Con la certeza de que los números sí le dan, Pedro Sánchez comunicó sus posibilidades a la Presidencia del Congreso.
La titular de ese despacho, Francina Armengol, anunció, a su vez, que el dirigente socialista está preparado para someterse a una sesión de investidura.
El Congreso de los Diputados celebrará el pleno de investidura del candidato designado por el Rey, @sanchezcastejon, los próximos 15 y 16 de noviembre. Así lo he comunicado ya a los grupos y a los medios de comunicación. La sesión comenzará a las 12.00h. pic.twitter.com/eMyaNMqCps
— Francina Armengol (@F_Armengol) November 13, 2023
Se trata de una plenaria que arrancará este miércoles, a las 12:00 m (hora local de España).
Sánchez será el primero en tomar la palabra. Durante su alocución, el socialista expondrá el que será su programa de gobierno para los próximos cuatro años.
Concluida esa intervención, el presidente en funciones solicitará la confianza de la Cámara.
Poco después, vendrán las réplicas. Los representantes de cada grupo parlamentario tendrán hasta 30 minutos para dejar clara la que será su posición.
Dado que el derecho de palabra está determinado por el número de escaños en el Congreso, se espera que PP y VOX inicien los diretes.
Más tarde hablarán Esquerra Republicana, Junts, Bildu, PNV y el Grupo Parlamentario Mixto. De último intervendrá el PSOE.
Culminadas las deliberaciones, la Presidencia del Congreso de los Diputados dará paso a la votación. Es ese el momento en el que cada legislador es llamado por nombre y apellido, en orden alfabético.
Luego de ser mencionado, cada parlamentario debe ponerse de pie y responder, muy claramente, si apoya o se opone a la investidura.
Aunque en esta ocasión no se esperan abstenciones, cabe la posibilidad de que uno que otro diputado comunique su deseo de no votar ni a favor ni en contra.
La audiencia habrá de efectuarse de manera pública, de modo que puede ser presenciada por la prensa y transmitida, en vivo, por los medios de comunicación.
Dado que la Cámara se encuentra conformada por 350 diputados, Pedro Sánchez requiere, al menos, 176 síes.
El presidente en funciones ha sumado, como ya se ha dicho, 179 apoyos, tres más que el mínimo necesario.
Por consiguiente su designación como nuevo jefe del Ejecutivo luce como un hecho más que probable.
Sin embargo, si ocurriera lo inesperado y el gobernante no lograra los apoyos requeridos, aún tendría una segunda oportunidad.
Se trataría de una nueva sesión de investidura, que se realizaría dos días después. En ella, el líder conseguiría formar gobierno con tan sólo mayoría simple.