Perú afrontó en 2016 una de las elecciones presidenciales más reñidas de su historia, que llevaron al poder a Pedro Pablo Kuczynski, un atípico y veterano político que debió su éxito a una rara alianza entre la izquierda y la derecha para dejar de lado al populismo de Keiko Fujimori.
Apenas 42.000 votos separaron a Kuczynski, de 78 años, de Fujimori, de 41, un resultado inesperado para la heredera del ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000), en prisión y condenado a 25 años de cárcel por violaciones a los derechos humanos, quien daba su triunfo como un hecho y tardó en digerir la derrota.
Fujimori llegó a la segunda vuelta electoral, que se disputó el 5 de junio, con la seguridad de que ella obtendría un triunfo similar al que logró su partido, Fuerza Popular, en la primera ronda de las elecciones generales del 10 de abril, que ocupó 73 de las 130 bancas en el Congreso.
La izquierda del Frente Amplio obtuvo entonces 20 diputados, su mejor resultado en décadas, mientras que el liberal-derechista partido Peruanos por el Kambio, de Kuczynski, obtuvo tan solo 18 escaños.
La posibilidad clara de que Fujimori ganara en la segunda vuelta movilizó al electorado de izquierda y de la derecha liberal, tradicional y económica para evitar que llegara al poder y que uno de sus primeros pasos en la Presidencia, tal y como había prometido en varias ocasiones, fuera otorgar el indulto a su padre.
El apoyo explícito que la líder del Frente Amplio, Verónika Mendoza, otorgó a Kuczynski fue visto por analistas, como Mario Vargas Llosa, como el "hecho decisivo" que permitió el triunfo de este ex primer ministro y ministro de Economía con Alejandro Toledo y de declaradas tendencias neoliberales.
Kuczynski, cuyos reiterados comentarios y actos fuera de guión, como su posición favorable a la legalización de la marihuana o su falta de vergüenza a la hora de bailar en público le han labrado una cierta popularidad, no ha podido evitar sin embargo tener que desarrollar enormes esfuerzos a la hora de gestionar cualquier asunto en el Parlamento.
El presidente logró formar un gobierno encabezado por el también ex ministro de Economía Fernando Zavala, aunque su falta de respaldo en la cámara ya ha hecho desfilar a varios de sus ministros por el Congreso.
Su popularidad también se ha visto resentida por la aparición de los primeros casos de corrupción en su entorno, como el encabezado por el asesor en temas de Salud Carlos Moreno, quien fue captado en una grabación hablando de los "negociazos" que sus socios iban a poder hacer bajo el nuevo gobierno.
Pese al golpe que se llevaron los fujimoristas y al silencio en el que se ha sumido Keiko tras las elecciones, estos han comenzado poco a poco a dar también gestos de que su poder parlamentario y popular es muy fuerte y que no tendrán ningún empacho en emplearlos.
Así, el Congreso dominado por los fujimoristas aprobó en octubre la entrada en el directorio del Banco Central del Perú a sus tres candidatos, entre otros el candidato a vicepresidente de Fujimori y secretario general de Fuerza Popular, José Chlimper.
Chlimper es investigado por haber difundido en la prensa grabaciones adulteradas para desmentir las investigaciones de la DEA estadounidense contra dirigentes de su partido por sus presuntos vínculos con el narcotráfico.
En el frente internacional, Kuczynski tuvo una muy buena acogida como líder moderado y abierto al libre mercado, que se ha mostrado además muy crítico con gobiernos como el de Nicolás Maduro en Venezuela y próximo a Colombia, Chile y Brasil.
Además, la celebración en Perú de la cumbre del Foro de Cooperación Asia Pacífico (APEC) los días 19 y 20 de noviembre en Lima le dieron al mandatario un mayor respaldo y proyección internacional, al recibir al presidente Barack Obama, al chino Xi Jinping o al primer ministro japonés Shinzo Abe.
Con información de EFE