Martín Vizcarra, el Presidente peruano, no tiene partido, esta circunstancia contribuye con la apatía electoral que se percibe pese a que las valles estám empapeladas de propaganda electoral.
El Presidente hizo un llamado a todos los peruanos para que este domingo 26 de enero acudan a sus locales de votación para participar en las elecciones congresales. Asimismo, exhortó a la población a tomar una decisión "con responsabilidad y pensando en el Perú".
El Político
"El Perú vive hoy un proceso de cambios y decisiones que serán importantes para nuestro futuro y el de nuestros hijos (…) El Congreso que elegiremos, a pesar del corto periodo de vigencia, cumplirá una tarea importante, tanto con la reforma política y judicial pendiente, como en materia de legislación para continuar promoviendo el desarrollo del país", dijo.
Durante la presentación del Portafolio de Proyectos 2020 – 2021, el jefe de Estado hizo una exhortación a la población para que en estos días evalúe a los candidatos. Asimismo, pidió continuar "promoviendo las inversiones, fortaleciendo las instituciones y la democracia, luchando contra la corrupción y mejorando la calidad de vida de todos los peruanos".
"El acto de elegir es un derecho ciudadano, pero al mismo tiempo es una responsabilidad cívica con la Patria. En los días que restan la ciudadanía debe evaluar la hoja de vida y las propuestas de los candidatos a fin de emitir un voto responsable, así todos fortalecemos la democracia y las instituciones", señaló.
El voto joven decide
Este domingo irán a votar jóvenes que han nacido y vivido sin interrupciones autoritarias, sin la memoria de lo perverso de las dictaduras, pero con la vivencia de la corrupción, de la desconfianza en los políticos y de la falta de oportunidades.
Desde mediados de 2016, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, de mayoría opositora, mantuvieron un largo y escabroso pulso que profundizó cada vez más el descrédito del Congreso: el fujimorismo y sus aliados utilizaron sus escaños para obstruir al Ejecutivo; para proteger a la lideresa del partido Fuerza Popular, Keiko Fujimori, investigada por lavado de activos; y también para blindar a políticos sentenciados y a magistrados involucrados en la trama de corrupción del sistema de justicia, mientras el Gobierno intentaba implementar una reforma para evitar el ingreso de redes y fondos ilegales en el sistema político y judicial.
Muchas propaganda, poco entusiasmo
Las calles de Lima rebosan de propaganda. Pancartas enormes en fachadas y vallas publicitarias. Prometen "trabajo digno para jóvenes", "no más pobres en un país rico" o "transporte seguro". Pero por muy emocionados que se vean los militantes y candidatos tratando de cazar votos en la capital, los limeños mismos no parecen compartir el entusiasmo.
"Es un desastre. No hay confianza. Es culpa de todos aquellos que ya han pasado por el Congreso. Han ido a servirse a ellos mismos, no a servir al país", asegura Juan Manuel, un kiosquero en el centro histórico de Lima.
Ese sentimiento lo comparte con gran parte de la población peruana. Según concluye el Jurado Nacional de Elecciones en su Reporte Electoral, en Perú existe "un desencanto generalizado con la política. La ciudadanía tiene poco interés en la política, confía poco en las instituciones (…) y la gran mayoría no se identifica con un partido político".
Vizcarra sin partido
Los peruanos dicen que eligen a personas, no a partidos, pero con 3093 candidatos postulados, es difícil saber por quién decantarse. A eso se suma que el presidente Martín Vizcarra no tiene partido, por lo que aquellos que quieren apoyar su política reformista, bloqueada hasta la disolución del Congreso por la mayoría opositora, no tienen una formación política a la que adherirse.
"El nuevo Congreso debería representar quién ganó la pelea entre el ejecutivo y el legislativo", explica el politólogo Eduardo Dargent. "Pero como Vizcarra no tiene un partido, no habrá un Congreso que se alinee con el presidente. Uno mismo tiene que determinar si el partido que está votando va a estar más cerca o más lejos del ejecutivo".
Eso es pedir mucho a una sociedad cuyo desinterés en la política ha aumentado drásticamente en los últimos años y que considera las elecciones congresales como uno de los procesos electorales menos significativos.
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El 30 septiembre de 2019, luego del último revés legislativo, el presidente Martín Vizcarra finalmente apeló a un mecanismo constitucional que lo habilita a cerrar el Congreso y llamar a elecciones legislativas. Aquel día, en casi todo el país los peruanos salieron masivamente a celebrar la decisión. Pero no parece que el panorama haya cambiado demasiado en estos cuatro meses.
El voto como protesta
Cuando el Perú cumplía un siglo de vida independiente, el sufragio era el privilegio de un pequeño sector de la población. Poco a poco, el derecho a votar alcanzó a todos los varones, a las mujeres, a los analfabetos (en su gran mayoría indígenas) y a los más jóvenes. La inclusión plena es un logro alcanzado hace apenas 40 años. Estando muy cerca del bicentenario de la independencia, son casi 25 millones los peruanos y peruanas hábiles para sufragar este domingo.
Tener elecciones justas periódicas es otra conquista. En lo que va del siglo XXI, estas se han desarrollado ininterrumpidamente, bajo condiciones mínimas de equidad y confiabilidad, generando autoridades y decisiones legítimas.
Alcanzar el pluralismo político es también un hito. Hay que recordar que durante buena parte del siglo XX se proscribió o limitó legalmente la participación de algunos partidos, ligados a los sectores populares. Las garantías de las que hoy gozan las libertades de expresión, información y asociación política son un indicador de los avances alcanzados.
Pero estas conquistas no son definitivas. Un peligro que acecha es el desencanto con la democracia, de la que la apatía es un síntoma. Este domingo irán a votar jóvenes que han nacido y vivido sin interrupciones autoritarias, sin la memoria de lo perverso de las dictaduras, pero con la vivencia de la corrupción, de la desconfianza en los políticos, de las brechas sociales subsistentes y de la falta de oportunidades.