Las manifestaciones que se produce casi diariamente en Perú, esta vez tuvieron un trágico resultado, cuando seis soldados se ahogaron en un río de los Andes, tratando de evitar enfrentarse con manifestantes.
El Político
Las autoridades informaron que culminaron las labores de búsqueda y rescate con el hallazgo del cuerpo sin vida del último soldado desaparecido.
De acuerdo a la versión oficial los soldados, que estaban acantonados en la ciudad de Ilave, intentaban llegar como tropas de refuerzo a Juli, una ciudad cercana donde hubo protestas el sábado que culminaron con una comisaría y un tribunal incendiados y cinco civiles heridos.
Ilave y Juli son ciudades de la región Puno, donde se ha realizado las manifestaciones más fuertes contra el gobierno.
Apenas unos días atrás las fuerzas del orden habían disparado para disolver una manifestación en la población de Juli, dejando cinco aimaras heridos.
Por qué es importante
Los militares controlan el orden interno en la región Puno desde inicios de febrero. Esta medida ha provocado fricciones con los ciudadanos que han pedido en diversas ocasiones que los uniformados se retiren.
La mayoría de los soldados son hijos de campesinos de la zona. Muchos de los padres de los soldados forman parte de las manifestaciones.
Todas las víctimas son de Puno, por lo que la tragedia ha impactado fuertemente en la región altiplánica.
Lo que dijeron las autoridades
El ministerio condenó “la actitud hostil... por parte de violentistas que les impidieron el paso”, lo que llevó a la patrulla militar a buscar otro camino que incluyó cruzar el río Ilave por otra zona.
“El Mindef condena enérgicamente la actitud hostil ejercida contra la patrulla de la que formaban parte los mencionados militares por parte de violentistas que les impidieron el paso, por lo que el personal se vio obligado a tomar una ruta alterna que cruzaba el río (Ilave) con el fin de evitar un enfrentamiento con dichos elementos radicales”.
El ministerio de Salud informó que otros cinco soldados fueron atendidos por hipotermia.
El río Ilave es caudaloso en febrero debido al periodo de lluvias. Por eso, la orden de cruzarlo, emitida por los jefes militares ha sido cuestionada.
La Defensoría del Pueblo dijo que solicitó a la Comandancia general del Ejército investigar las circunstancias en que ocurrieron las muertes y recordó que corresponde a las autoridades militares “garantizar la vida e integridad del personal a su cargo”.
Los hechos: narrados por un testigo
Videos difundidos por las televisoras locales mostraron a grupos de manifestantes que rescataron, cargaron, vistieron y dieron alimentos a los soldados del río que tiritaban de frío.
Por cosas del destino o en cumplimiento de su deber profesional, el periodista Lubomir Fernández, reportero del diario La República, de Lima, fue testigo presencial de todo el acontecimiento, y parte de su reseña la tomamos dar la información más exacta.
"Después que se aseguraran que era periodista puneño, y no de la capital, y guardar registro de mis documentos personales, los aimaras, en el puente internacional de Llave, el lunes me dieron la autorización para informar lo que sucedía en su jurisdicción.
No era un momento cualquiera. En la zona altiplánica había mucha tensión. El sábado, el ejército abrió fuego a la población de Juli y dejó cinco heridos, uno de ellos con impacto de bala. Luego de lo sucedido, el acuerdo era sacar a todos los militares y poblaciones aimaras.
Los comuneros que literalmente los custodiaban los dejaron en la carretera, mientras que en frente cientos de comuneros de Ilave los esperaban en la cima de los cerros para pedirles que se retiraran.
Escalé a una de esas cumbres para ser testigo de cómo los aimaras se habían organizado para expresarles su rechazo a los militares. Y cumplieran con retornar a su cuartel en Ilave.
La patrulla militar se distanció de los aimaras que los hicieron regresar. Cuando se había alejado el grupo de soldados, al mando del capitán Josué Frisancho Lazo, algunos de los efectivos hicieron varios disparos al aire. Todos nos lanzamos al suelo por temor a una bala perdida. No había aimaras cerca de los uniformados. Nadie los estaba atacando.
Posteriormente, los miembros de la patrulla en fila se dirigieron hacia la orilla del río.
Su propósito era cruzar para cortar camino por el canal que se encuentra en el lugar, y de ahí andar
Un primer grupo de efectivos con las justas logró alcanzar la otra orilla. Sin embargo, el segundo grupo que ingresó al agua con su armamento, uniforme, chaleco antibalas, entre otros, llevó la peor parte. Seis se ahogaron y otros cinco fueron rescatados por los aimaras".
En conclusión: Aimaras al rescate
Videos y fotografías confirman que los militares recibieron ayuda de los aimaras para salvar la vida.
En todo momento, los manifestantes estaban en los cerros. Era imposible que lanzaran piedras con hondas, ya que la distancia entre los comuneros era de aproximadamente más de dos kilómetros. Nadie los atacó de manera directa. Lo que había era insultos de todo calibre y advertencia de que si no se iban, las cosas serían peor. Eso sí es cierto.
Fue una decisión unilateral la que los llevó a ingresar al río. Nada los presionó. No tenían a nadie en frente que los atacara de manera directa.
La decisión de pasar el río llave provino de los superiores de los soldados, según testimonio que les dieron estos a los comuneros
Las víctimas eran de la zona, por lo tanto sabían que el río Ilave es más hondo, pero cruzaron porque, como cabos y soldados, ellos no toman las decisiones.
Los comuneros bajaron de los cerros corriendo solo cuando vieron que varios soldados luchaban por salir del agua. En ese momento todos bajaron a prestar auxilio.
Los rescatados se identificaron como aimaras y tras revelar la comunidad a la que pertenecían, les dieron todos los auxilios.
Después de reanimarlos, les contaron a sus paisanos que su jefe superior les ordenó cruzar el río con el propósito de cortar camino para llegar más rápido al cuartel Pachacútec.
La situación se tornó dramática cuando el primer grupo que logró cruzar el río arrastraba por la orilla el cuerpo sin vida de Franz Canaza (20 años). Este era hijo de un teniente gobernador de Juli.
Cuando se enteraron de que los rescatados y el primer fallecido eran hijos de aimaras, los comuneros estallaron en llanto. Les parecía injusto que hijos y padres se enfrenten.
“Cómo es posible que los oficiales nos hagan enfrentar con nuestros propios paisanos. Eso no puede ser”, reclamaba una mujer que prestaba auxilio a los rescatados.
Como se aprecia una inútil lucha entre hermanos que a la postre sólo deja muertos a los más humildes.