Incluso antes de que fuera Presidente de México, a Andrés Manuel López Obrador (o AMLO) se le ha comparado con el fallecido mandatario venezolano Hugo Chávez. Por su militancia de izquierda y por su discurso populista.
En 2004, Chávez sobrevivió a un intento de revocatorio de su primer mandato por la oposición. El entonces Presidente intentó por más de un año evitar que la consulta se diera, en un contexto de alta conflictividad política.
Este año habrá asimismo un plebiscito en la que la ciudadanía mexicana decidirá si se le revoca o no el mandato a AMLO. Pero a diferencia de Chávez, esta es una iniciativa… ¡Del propio AMLO! ¿Por qué un jefe de Estado buscaría un referéndum revocatorio para sí mismo? Veamos.
Mundo al revés
El revocatorio, o revocación de mandato, como se le llama en México, es una novedad en ese país. Una de las promesas electorales de AMLO, en teoría sería un contrapoder ante el largo período presidencial mexicano de seis años. Igualmente, la Constitución venezolana de 1999, propuesta por Chávez, fue la que introdujo el dispositivo.
Todo bien en el paralelismo, hasta ahora. Pero una cosa es plantear la posibilidad de expulsar a un mandatario impopular, y otra cosa es que el mandatario quiera aplicárselo a sí mismo. La lógica sugiere que deberían ser sus detractores los interesados.
“Desde que se presentó la iniciativa, ha tenido un carácter político más que un fin de participación ciudadana. La intención del presidente es mantenerse activo y en campaña y poder beneficiar a su partido y consolidar la mayoría de nuevo”, dijo la diputada opositora Martha Tagle, según recoge el diario El País.
AMLO, por otro lado, no solo ha promocionado la convocatoria, sino que ha presionado al resto del Estado para que se realice. Y lo logró. En enero, el Instituto Nacional Electoral (INE) certificó las firmas necesarias para el evento. Se espera que sea realizado en abril.
Para que el Presidente sea revocado, al menos 40% de los electores debe participar, y 51% de los participantes o más debe votar a favor. Improbable, dada la alta popularidad de AMLO. Una encuesta de El Financiero realizada en diciembre estimó que 67% de los ciudadanos lo aprueba. De ahí que la oposición vea todo como un sainete.
Tras la máscara mexicana
En su libro Democracia desfigurada, la politóloga Nadia Urbinati identifica varios tipos de “deformación” de la democracia. Es decir, fenómenos políticos que se dan en contextos democráticos y que terminan socavándolos. Uno de ellos es el “plebiscitarianismo”.
Similar al populismo, consiste en reducir el debate político a una constante evaluación del líder. El foco se pone más en la personalidad que en las ideas y las políticas públicas. Los ciudadanos quedan reducidos a espectadores que, en vez de discutir sobre distintos asuntos públicos, se limitan a juzgar al mandatario. Así, este tiene una amplia capacidad para hacer lo que quiera, mientras su popularidad sea alta.
Con la consulta revocatoria, AMLO se comporta de manera expresamente plebiscitaria. Esto le permite estar nuevamente en campaña y poner el foco en sí mismo. En tal sentido, redobla ataques contra quienes considera enemigos, como las autoridades del INE, que han puesto “peros” a la consulta por razones presupuestarias. AMLO los señala de ser restos del “régimen neoliberal” imperante antes de su llegada al poder.
En cambio, el gobierno anunció el adelanto en la entrega de ayudas sociales a adultos mayores, niños con discapacidad y otros segmentos demográficos. ¿Maniobras para alentar el voto a su favor? Reafirmar su base de apoyo parecer la intención de la "máscara mexicana" que es la consulta, por usar una expresión de Octavio Paz en su libro El laberinto de la soledad.