El mundial de fútbol en Catar pasará a la historia como uno de los más polémicos y, en este caso, por las peores razones. Según Amnistía Internacional, las violaciones de Derechos Humanos son flagrantes: los trabajadores migrantes son maltratados y abusados, hay leyes explícitas que discriminan a las mujeres y a miembros de la comunidad LGBT de las formas más restrictivas en el mundo.
Eso además de restricciones a la libertad de prensa y otras garantías, que no son poca cosa dado el poder hermético y total que ejerce que es una monarquía islámica absoluta, sin deliberación externa ni oposición.
Gonzalo Morales Divo
Pero eso no es todo, hay regulaciones que restringen la libertad de prensa y prohiben las reuniones o iniciativas que critican o hacen oposición a la dictadura conducida por ese pequeño país asiático, que colinda por el sur con Arabia Saudita. No obstante su tamaño, es un gran productor de petróleo y eso lo ha convertido en el cuarto país por ingreso per cápita en el mundo.
Eso ha motivado una gran inmigración de trabajadores, sobre todo asiáticos, buscando los sueldos de Catar que no tienen igual en la región.
Los DD. HH.
Pero es en el terreno del tratamiento de las mujeres y la comunidad LGBT que Catar ha enfrentado fuertes críticas. En Alemania, sobre las gradas en estadios de fútbol se han llenado de pancartas gigantes pidiendo boicotear el Mundial, cosa que se ha repetido en estadios de otros países.
En Catar las mujeres requieren el permiso de padres o esposos para ejercer derechos básicos. Por ejemplo, la madre no puede ejercer la potestad sobre sus hijos, solo el padre o un pariente masculino tiene ese derecho. Apenas recientemente las féminas han logrado presencia en campos tan comúnes en occidente como la educación, la salud, las artes y otros. Aunque ciertamente se han logrado ciertos avances, motorizados por valientes mujeres y hombres jóvenes que miran el mundo de manera diferente, son logros muy pequeños aún comparados a las barreras que aún persisten.
Las aceleradas construcciones de infraestructura han traído una de las razones de protestas contra el país: se calcula alrededor de entre +6 mil trabajadores que perecieron en los trabajos de construcción relativos al Mundial, debido a pobres condiciones de seguridad.
En general, en el país se imponen leyes islámicas que dan un poder casi religioso a los líderes y restringen selectivamente sectores de la sociedad. Por ejemplo, no hay exclusivismo religioso, sino libertad de cultos, pero algunos observadores señalan que eso solo aplica a los trabajadores foráneos que trabajan en el país.
La FIFA
La organización mundial del fútbol hizo oídos sordos a las protestas. Al elegirse Qatar como sede, varios equipos europeos escribieron a la organización para protestar, así como periodistas y activistas. FIFA volteó la cara hacia los aspectos positivos de un Mundial, como si la polémica no fuese suya. No es la primera vez ni será la última.
Las autoridades de la organización sabían que la bulla y la excitación del evento, a medida que se acercaba, ensordecería las críticas y así ocurrió. No se impidió que se diera la contienda. El presidente de la FIFA, Gianni Infantino y Joseph Blatter, ex presidente, de gran influencia que luchó porque la sede no se moviera de Qatar.
Pero deja una huella, una cicatriz, que quizá pese en las decisiones sobre sedes de campeonatos en el futuro.