Cuando el Partido Popular (PP), representante de la centroderecha tradicional española, pasó a dirección de Alberto Núñez Feijóo, no estaba en su mejor momento. Un conflicto interno entre Pablo Casado, quien a la postre dejó las riendas del partido, e Isabel Díaz Ayuso, la popular presidente de la Comunidad de Madrid, lo debilitó aún más.
El Político
Se lee "aún más" porque el partido no terminaba de sentar cabeza tras el fin del gobierno de Mariano Rajoy, en medio de escándalos de corrupción. El sucesor de este en el Palacio de la Moncloa, el socialdemócrata Pedro Sánchez, no tenía mucho que temer de su principal fuente de disidencia.
Pero bajo la conducción de Núñez Fejióo, la suerte del PP empezó a cambiar. El año pasado conquistó el gobierno de Andalucía, un bastión tradicional del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que Sánchez encabeza. Y hace apenas dos meses, el PP fue el partido más votado en los comicios regionales y municipales.
Este domingo, también, el PP fue el que más apoyo recibió de los votantes. Sin embargo, el partido no cumplió con las expectativas. Su posibilidad de regresar al gobierno de España es poca. Sánchez, de hecho, tiene más oportunidades. ¿Qué pasó?
Carisma intransferible
Luego del triunfo en las elecciones regionales y municipales de mayo, Núñez Feijóo se aseguró de que en sus redes sociales figuraran imágenes de la celebración junto con Díaz Ayuso. Esta exhibición de compañía no ha de haber sido casual.
Después de todo, Díaz Ayuso es quizá la máxima estrella en ascenso dentro del PP. El haber salido muy bien parada de la riña con Pablo Casado, en teoría su superior en la jerarquía del partido, fue muestra de ello. Pero además, las cifras hablan. El PP pasó de 44,73% de los votos en la Comunidad de Madrid en 2021, a 47,44% en 2023.
Pese a los éxitos del partido bajo su dirección, Núñez Feijóo nunca ha producido la impresión de ser un político particularmente emocionante. Es probable que en tal sentido haya querido que la atracción que genera Díaz Ayuso entre las masas se le "contagie" a él.
No pareciera que lo logró. El PP obtuvo en las elecciones de hoy 33,05% del escrutinio a nivel nacional. Un desempeño mucho menor que el del partido en Madrid, bajo liderazgo de Díaz Ayuso, hace dos meses.
Una jugada exitosa
Hablando de aquellas elecciones regionales y municipales, el presidente Pedro Sánchez por lo visto supo leer la señal. Viendo la debilitad relativa de su partido, al día siguiente se apresuró a convocar a elecciones generales para julio. La ley le daba plazo hasta diciembre, pero el mandatario optó por una campaña fugaz.
Probablemente Sánchez consideró que postergar los comicios haría que la popularidad de su gobierno continúe disminuyendo. Además el lapso corto pudo servir como medida de presión para que las facciones de la extrema izquierda (sus socias en un gobierno de coalición) se dejaran de conflictos internos que los perjudicaban a todos a nivel de imagen.
Sánchez pudo además aprovechar así el estancamiento de Vox, partido de derecha radical que se ha consolidado como la tercera fuerza política de España. Desde un principio estaba previsto que el PP no alcanzaría la mayoría absoluta en el parlamento para gobernar en solitario. Necesitaría un socio, y ese socio muy probablemente tendría que ser Vox.
Con elecciones adelantadas, el partido ultraconservador tendría poco tiempo para levantar nuevos apoyos. Efectivamente, Vox acaba de perder 19 escaños. La suma de sus resultados con los del PP no les permiten formar gobierno sin un tercer socio, que será difícil de encontrar.