La economía es terca y se parece mucho a algo que una vez dijo un conocido político venezolano sobre la toz y la fortuna: ambas son muy difíciles de esconder. Ante el debate, un tanto ocioso, sobre si ya estamos o no en una hiperinflación, cada consumidor tiene su vivencia personal que supera lo que pudieran debatir los gurús, como si del sexo de los ángeles se tratara. La ama de casa que hace la misma compra semana tras semana sabrá si ella está experimentando hiperinflación por el costo de su compra, la dificultad de que los puntos de venta procesen el pago, y la imposibilidad de pagar si quiera una parte en efectivo porque los cajeros y la taquilla de su banco a regañadientes le dejan sacar de su cuenta Bs 10 a 15 mil, más o menos un dólar a la tasa libre o negra.
Pero hay un producto que reúne casi todas las condiciones para competir con el tan denostado Dolartoday como indicador del vuelo de los precios, y ese no es otro que el modesto huevo. Por ser producto relativamente perecedero, el huevo no se puede acaparar como, por ejemplo los granos o las latas de sardinas. Por otra parte, su producción responde casi de manera instantánea a bloqueos o trabas para su libre comercialización, ya que los granjeros tienen posibilidad de usos alternativos de las gallinas productoras, y unos costos fijos de alimentación bien conocidos por ellos.
Cuando un inefable Vicepresidente del área económica decidió fijar el precio del cartón de 30 huevos en Bs 420 semanas antes de las últimas elecciones democráticas en diciembre de 2015, un precio muy por debajo de su costo, tardó tan solo 48 horas para que los huevos desaparecieran por completo del mercado de detal. De hecho, la prensa reseñó en aquel momento que pequeños granjeros del interior no solo se negaban a vender ese precio sino que le decían a sus clientes: “Sabes qué, los huevos que tengo te los regalo pero solo si te llevas la gallina y me pagas bs xxx por ella”.
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El Gobierno se hizo de la vista gorda, y los huevos comenzaron a reaparecer a eso de Bs 1,300 por cartón. Hoy ya se encontraban la semana pasada a Bs 20,000 y su ajuste de precio es casi semanal, como debe ser en una hiperinflación que se respete a sí misma. ¿Y el precio regulado? Todavía sigue en Bs 420 el cartón, lo cual da una idea de la efectividad de la policía de precios, el Sundde.
Oscar Meza, quien desde hace 25 años hace una labor encomiable desde el CENDAS de la Federación Venezolana de Maestros, publicando mensualmente el costo de la canasta alimentaria y la canasta familiar, le da particular importancia al seguimiento del precio del huevo, dado las características que arriba señalamos, que lo vuelven algo parecido a un Índice Big Mac nacional. Al inicio de éste gobierno, el precio del huevo expendido por docena o en cartón de 30 a nivel de detal era de Bs 3.70 cada uno, y la semana pasada estaba costando Bs 666,66. Un aumento de 18,000 % en esos cuatro años. Lo que dice algo del fracaso de las políticas económicas gubernamentales.
Claro que estos precios pueden no decirle nada a quienes tienen una posición más holgada o a quienes desde la comodidad de un claustro extranjero hacen cálculos teóricos, pero la clave es como se relacionan con el salario mínimo de los trabajadores. En ese sentido la velocidad del desplome es cada vez más dramática. Lo más grave es que la posibilidad de revertirlo para los trabajadores y para los jubilados es inexistente, mientras persista la actual situación macroeconómica, pues como ya está sucediendo, en hiperinflación cada aumento salarial conlleva un mayor aumento de la liquidez que se tramita a los precios con aun más velocidad reduciendo la capacidad de compra de ese salario.
Con información de PanamPost