La volatilidad extrema se apodera del mercado petrolero, con la cotización en caída libre.
El Político
El crudo se ha desplomado hasta casi un 30% en los primeros compases de cotización de este lunes tras la ruptura del viernes entre la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y Rusia, en sus negociaciones para tratar de recortar la ofertar, compensar el descenso de la demanda y contener así el descalabro de precios por el coronavirus.
El colapso, que con el paso de las horas se ha reducido hasta el entorno del 20%, es el mayor desde un fatídico 17 enero de 1991, en los estertores de la Guerra del Golfo. Detrás, además del temor a la epidemia, emerge un factor adicional: la posibilidad, cada vez más cercana, entre Arabia Saudí y Rusia, segundo y tercer máximos productores, respectivamente.
El desplome del 9% en la última sesión de la jornada pasada palidece con el cosechado en la apertura del lunes, en la que tanto la cotización del Brent —el de referencia en Europa— como la del Texas —en Estados Unidos— caían a doble dígito, hasta el entorno de los 35 dólares, y alimentaban la especulación de la banca de inversión durante el fin de semana —con el todopoderoso Goldman Sachs al frente— sobre la posibilidad de que el desplome del barril se profundice hasta los 20 dólares, niveles de hace dos décadas.
El batacazo deja lejos la cota de los 40 dólares por barril —niveles inéditos en cuatro años—, pone contra las cuerdas a los países petroleros —y, sobre todo, a aquellos que tienen que incurrir en mayores costes de extracción o que bombean un crudo de menor calidad— y supone un duro golpe para un puñado de naciones latinoamericanas: Venezuela, Ecuador, México, Colombia, Brasil o Argentina, entre otras.
La apertura del lunes en las Bolsas europeas está siendo igualmente movida: tras dos semanas de lío en las plazas financieras, las curvas parecen lejos, muy lejos de disiparse.
Tras los desplomes registrados en Asia durante la madrugada, que auguraban una nueva jornada negra en los mercados globales, las principales plazas europeas han abierto con caídas de entre el 4% y el 10%, con los futuros de EE UU apuntando en la misma dirección.
En plena tormenta, los inversores han optado por refugiarse en activos históricamente mucho más seguros como el oro, la deuda alemana y estadounidense —esta última, en mínimos históricos—, el dólar o el yen japonés. La actividad, como recuerda Alicia García Herrero, economista jefa del banco francés Natixis para América Latina, va retomándose poco a poco en China, donde el número de positivos por coronavirus se ha estabilizado en los últimos días, “pero ahora el choque es global y requiere soluciones igualmente globales”.
Ante la negativa de Rusia a aceptar la retirada de 1,5 millones barriles al día —una cifra gruesa: algo más de lo que consumen países como España o Italia—, Arabia Saudí ha optado por jugar a la contra. A lo largo del fin de semana, su petrolera estatal —Aramco, que también ostenta el cetro de mayor empresa cotizada del planeta— abrió la puerta a redoblar su producción en un movimiento contrario al propuesto originalmente y rechazado por el Kremlin.
La acción prendería fuego en un mercado ya de por sí muy disputado, abriendo una batalla cruenta entre dos países que llevaban más de tres años remando en la misma dirección para tratar de hacer frente al dominio estadounidense. En un giro de 180 grados tras el sorprendente y rotundo no cosechado ahora el objetivo de Riad sería eliminar competidores, con Moscú en el punto de mira.
Fuente: Reuters